viernes, 29 de octubre de 2010

PALABRAS VIVAS Y LENGUAS MUERTAS VI

PAIDEIA Y ROMANTICISMO
Óscar López R. Filósofo - Psicólogo

Si dejamos de lado el tono despectivo que tuvo en un principio y conserva aún, que romántico es alguien “fuera de la realidad”, el gesto y la actitud romántica no es sólo privilegio de una generación o época individual y social, sino una necesidad del alma humana sin la cual ésta queda reducida al más vulgar prosaísmo y necesita por ello de la poesía para aligerar la carga del diario vivir. Todo hombre que sueña en una vida distinta y en un mundo mejor, es romántico, y el que se acomoda a lo existente se convierte en el más vulgar filisteo.

El Romanticismo fue una nueva sensibilidad que surgió en la Europa de fines del siglo XVIII, concretamente en Alemania, que exaltó, "lo fantástico, lo irracional, lo misterioso, lo extraño, lo terrorífico, con un anhelo de descubrir el fondo común de todas las cosas, en suma, el arquetipo primordial de la materia, del espíritu y de la historia". Schlegel, Novalis, Hölderlin, Herder, miembros del movimiento llamado “Sturm und Drang” (tempestad y violencia). El Romanticismo ha sido considerado el movimiento epocal, “el más vasto y complejo del espíritu occidental en los últimos siglos “y esto se debe a su fuerza que le ha permitido servir de acicate a los movimientos no sólo de su época sino de la actual, y es parte importante de movimientos artísticos y culturales como el actual ecologismo que es uno de sus frutos tardíos.

Su característica principal es cierta propensión a lo sentimental, generoso y fantástico, a cierta espontaneidad y a la intuición sobre la sistematización intelectual que se apoya en reglas y modelos invariables; hay un predominio del elemento subjetivo sobre el formal, siendo además una búsqueda personal de novedades. Como movimiento artístico, es una lucha contra el clasicismo, que se apoya en la antigüedad greco-romana, en la cual hay un interés por la disciplina de las leyes convencionales que son aplicadas al arte. El romanticismo se apoyará en la Edad Media, dando curso libre al sueño y a la imaginación, a la potencia elemental de la creación, al espíritu aventurero y soñador, y de ahí el culto al Santo Grial, a la Vírgen, y a la caballería, en una forma de misticismo religioso. Aporta elementos nuevos de expresión, y así exalta el individualismo y la personalidad colectiva de los pueblos, lo que estimuló el espíritu nacionalista, y gracias a él, se afianzaron muchos de los predicados de la Revolución Francesa.


Fue además, una reacción al positivismo y a la Ilustración, un movimiento de rebeldía frente a un academicismo estéril y al empobrecimiento de la vida debido a la maquinización en la naciente sociedad industrial europea. Frente al poeta clásico adorador de la métrica, se erige el poeta exaltado, el mago que se atreve a ir más allá de lo sensible. Todo el romanticismo tiende hacia el éxtasis, a la revelación del infinito: le interesa lo milagroso y extraordinario, la magia de los ritmos, sonidos y palabras” (Walter Muschg).

El suyo era un deseo no sólo “de pasión y de exaltación, de imaginación y de ritmo” (William Ospina), sino de libertad y entusiasmo por nuevos ideales, alimentados por la naciente Revolución Francesa, y alimentó el sueño de las revoluciones americanas. En su estudio del hombre buscó en el Medioevo los valores espirituales que consolidaron la épica y la leyenda, lo mismo que el estudio de pueblos exóticos, o del Oriente o por los recién descubiertos americanos, prototipos del “buen salvaje” rousseauniano, como alternativa frente al corrompido ciudadano europeo.

Mientras que para la Ilustración el mundo es algo comprensible, explicable y fácil de entender, para el “Sturm und Drang” es algo incomprensible, misterioso y sin significado para la razón. Para éstos, el genio está en la cúspide de los valores humanos, y la creación artística es un proceso misterioso que surge de la inspiración divina, la intuición ciega y el estado de ánimo. Con esto el genio es elevado a un nivel nunca antes conocido.

Goethe fue por eso el más grande maestro de lo mágico y visionario que produjo Alemania, que encarnó en Werther y Fausto. Aquél, es el joven perplejo quien señala que su corazón “es todo mi orgullo, es la fuente de todo, de toda la fuerza, de toda la dicha y toda miseria”; pero se reconoce impotente. “Lo que yo sé, lo puede saber cualquiera, mi corazón solamente es mío”, y se suicida al convencerse que no es capaz de salvarse.

Fausto es el sabio desencantado que expresa: “¡Ay cuánta nostalgia!... de llegar a la orilla del mar inconmensurable, de beber en la copa de lo infinito aquel gozo de la vida enardeciente y sentir en la limitada fuerza de mi pecho, sólo por un instante, una gota de la dicha del ser que crea todo por sí mismo y en sí mismo”.

Románticos fueron Víctor Hugo, que con su “Hernani”, inauguró ruidosamente el romanticismo en Francia; igualmente Beethoven, Schubert, Mendelssohn, Schumann, y más adelante Berlioz, Liszt, Wagner, y R. Strauss, serán considerados neo-románticos. En la pintura el despertar de los sentimientos por la naturaleza, y reivindicar el paisaje, los ingleses Constable, Turner y Blake, fueron románticos, el surrealismo y el psicoanálisis son sus herederos al apelar al inconsciente, y aún en nuestra época, los movimientos ecologistas son un eco tardío de este romanticismo.

Fue en Francia donde el espíritu romántico tuvo mayor resonancia, pues allí se dio una lucha encarnizada contra el espíritu clásico que se apegaba a las reglas de la escuela y del racionalismo cartesiano. Además, fue el centro de las artes y la crítica durante la segunda mitad del siglo XIX, que luego seguirán los demás países. Las revoluciones de 1830 y de 1848 provocaron cambios decisivos en la vida artística y social en Europa y luego en nuestra América. Descubre además, la canción, las leyendas y las obras populares. Lord Byron reclama el derecho incondicionado del artista, y con ello hizo época.Voltaire y Rousseau tuvieron gran influencia en Alemania, en especial Rousseau, el cual era según Kant, “el Newton del mundo moral”.

Rousseau, en especial con sus Confesiones y su Emilio, se convierte en modelo literario, en el que la literatura es el espejo del autor, iniciando así una literatura autobiográfica. El artista junto al poeta es ahora el ideal de vida secularizada que determina el arte del hombre burgués y del trabajador en todo el siglo XIX. Será el crítico más encarnizado contra la naciente sociedad urbana en la que ve sus fallas fundamentales y opone la bondad del buen salvaje primitivo a la maldad del hombre civilizado. Mientras en Francia e Inglaterra la burguesía no abandonó las conquistas de la Ilustración, en Alemania, cayó bajo el influjo de la ideología y racionalista romántica antes de que hubiera pasado por la escuela del racionalismo. En especial, Lessing y algunos otros, eran ilustrados, pero la mayoría de la burguesía fue incapaz de comprender el significado de la Ilustración, y esto fue fatal para el futuro de Alemania, pues siendo la Ilustración la escuela política elemental de la burguesía moderna, en Alemania dominaban príncipes ,que eran terratenientes y mantenían a los campesinos en la servidumbre, y la burguesía estaba empobrecida; así, Alemania, desunida y llena de déspotas, quedó rezagada, cuando el comercio se desplazó del Mediterráneo al Atlántico, Antes de Lessing no había en Alemania escritores libres, y la mayoría de los escritores debían buscar otras ocupaciones.

Como anota Hauser:
“El movimiento romántico en el siglo XVIII fue en toda Europa un fenómeno sociológicamente contradictorio. Representaba, de una parte, la continuación y la cumbre de la emancipación de la burguesía iniciada con la Ilustración, y era por ello la antítesis del intelectualismo de las clases superiores, y por otra, era la reacción de estas mismas clases contra el racionalismo “corruptor” y las tendencias reformadoras de la Ilustración” (Historia Social de la Literatura y el Arte).

“La experiencia romántica, es el fruto de la experiencia contradictoria que vive el hombre ante el infinito: por un lado, su atracción hacia él, por el otro, la angustia ante lo inabarcable que se nos presenta. La inquietud romántica que obsesionó a Hölderlin en su Empédocles, es cómo recuperar la infinitud, luego de haberse lanzado al abismo, y a la cual le siguieron Schelling, Novalis. Por eso la filosofía romántica es una filosofía trágica, pues es la primera en Occidente en reconocer que el dominio del mundo por parte del hombre racional autónomo ilustrado, no es más que un espejismo, y vive además la escición hombre-mundo, razón-sensibilidad, sujeto-objeto; la escisión es insuperable para siempre, por eso es un nostálgico, pues a diferencia del hombre antiguo, sabe que su ideal se perdió para siempre”.

Kant, nos resuelve este dilema, señalando que, la experiencia estética es la experiencia por excelencia, y en su Crítica del Juicio muestra las nuevas posibilidades de relacionanrnos con el mundo, además de la cognoscitiva y la práctica. La experiencia de lo bello es indecible, e indescriptible, pero nos trae una reconciliación con lo real.

Cuando se comparan la Ilustración y el Romanticismo, se tiende a equiparar la primera como progresista, y al segundo como reaccionario; sin embargo, la relación no es tan simple, y así hubo un racionalismo burgués y progresista, pero también otro conservador y retrógrado. Hay una reacción del progreso como bien lo dijo Thomas Mann.

La Revolución Francesa halla en el Romanticismo su máxima creación estilísitica, pues ella misma quería un cambio, y así, exalta la expresión individual, y es un movimiento en lucha por la libertad contra el principio de tradición, de autoridad y contra toda regla, y como anota Hauser, “todo el arte moderno es hasta cierto punto el resultado de esta romántica lucha por la libertad”. Desde ahora, aunque el artista reconozca escuelas, grupos o movimientos, al crear, está solo y se siente solo, y busca expresarse a sí mismo, buscando su propio público.

El Genio del cristianismo de Chateaubriand fue la primera obra representativa del romanticismo francés, que estimulará también a un renacimiento religioso, y que es fruto de la liquidación de la Revolución, pues los franceses espantados por los excesos, cayeron en una desilusión que llevó a unos al pesimismo, y a otros aun cristianismo restaurador.

Gracias a las exposiciones de arte en Francia se inició una democratización de la vida artística, en especial a partir de la organización de los museos, así, el museo de Louvre fue creado en 1792, y allí expusieron los grandes pintores como David y Fragonard.

Nuestra época, en especial, necesita del romanticismo, no tanto el de las frases bonitas y buenos modales a lo Carreño, sino a ese espíritu soñador, esa utopía que desvele el órden aparente que nos mueve, pues “otro mundo es posible”, y esto fue lo que movió a los grandes reformadores de todos los tiempos, la pasión por ese mundo distinto y posible. Hoy la lucha más tenaz, porque en lugar de la utopía se ha impuesto una ideología totalitaria en la que se nos engaña con el señuelo del bienestar, del progreso y se amenza a quienes no lo sigan con el epíteto de retardatarios.

En Hispanoamérica el romanticismo también tuvo su historia propia. Como anota Pedro Henriquez Ureña:
“Las ideas constructoras de la conciencia americana, coinciden en sus inicios con los comienzos del Romanticismo, que ofreció posibilidades de exhaltación de figuras y paisajes coincidentes con ese espíritu”. “El movimiento romántico adquirió fisonomía propia en la América Hispánica cuando intetó deshecerse de todo cánon, adoptando un nuevo estilo emocional de composición y desarrollo, en lugar de las supuestas técnicas racionales de los neoclásicos”.

Según el escritor dominicano, esto condujo a la pérdida de dos hábitos de nuestros neoclásicos: el apego a los usos normales del idioma, y el conocimiento de todo lo que racionalmente debería conocerse en el tema a tratar. Así, según él, “el descuido se hizo moda y el poeta se sintió en libertad para permitirse cualquier “licencia poética” que se le viniera en gana”. Por eso se dejaba que “la inspiración lo rescatara todo”.

“Elvira o la novia del Plata, del argentino Estebán Echavarría, es la primera novela romántica hispanoamericana”, y es consenso general que el libro más importante de romanticismo hispanoamericano fue María, del colombiano Jorge Isaacs, compuesta en 1867 y que es una de las más extraordinarias exaltaciones del paisaje criollo.


Pero el espíritu romántico en su más extrema agudeza lo hallamos en Rafael Pombo y su “Hora de Tinieblas”, cuando expresó:

Hay no se qué pavoroso
en el ser de nuestro ser.
¿Por qué vine yo a nacer? ¿Quién a padecer me obliga?
¿Quién dio esa ley enemiga de ser para padecer?


…En nuestro país, con la independencia, hubo una serie de pensadores que reflexionaron sobre el significado de la herencia cultural española en la formación del espíritu nacional y de la formación de la sociedad colombiana. Entre ellos están los hermanos José María y Miguel Samper, Miguel Antonio Caro, José Eusebio Caro, Rufino José Cuervo, Rafael Núñez, éste en especial, expresó su deseo ferviente de reeducar al hombre colombiano sobre la base de patrones de vida no hispánica.

Como anota Jaime Jaramillo Uribe, en él, “había una mezcla muy abigarrada de influencias espirituales. El romanticismo se cruzaba con la ilusión de un mundo tecnocrático de ascendencia sansimoniana, con su admiración hacia los Estados Unidos y hasta con su vocación de comerciante que muchas veces exteriorizó”. Según Uribe Jaramillo, en asuntos educativos defendió siempre planes de estudio basados en las ciencias naturales y en la incorporación a la universidad de nuevas carreras técnicas, con lo que buscaba que se superara el tipo del letrado, del jurista, o todos aquellos semejantes al tipo ideal de la tradición española. Su ideal de educación lo tomó de Bentham cuya idea era la de formar una síntesis entre el humanista y el técnico, entre el letrado y el hombre de negocios, anhelo que corroboró en su vida personal, al combinar su vida literaria con la propfesión de contador público, a pesar del desprecio que había en el medio ambiente. Era tal el anhelo de una nueva tabla de valores para el pueblo colombiano que propuso que el Estado y su misión educadora debería eliminar costumbres tan arraigadas en el español como las riñas de gallos y las corridas de toros.

El pensador mexicano Octavio Paz señala que el romanticismo fue tardío en España e Hispanoamérica. Como lo señala, el romanticismo al ser una reacción contra la Ilustración estuvo determinado por ella, y fue uno de sus productos contradictorios. Para él, es otra cara de la modernidad, y señala su ambigüedad, pues exalta los poderes y facultades del niño, el loco, la mujer, el otro no racional, pero los exalta desde la modernidad. Señala además que nuestro romanticismo fue el “reflejo de un reflejo”, y que por eso fue más pobre que el español, pero nuestras revoluciones independistas estuvieron inspiradas por los dos grandes arquetipos de la modernidad: la Revolución Francesa y la Revolución de los Estados Unidos, pero nuestros revolucionarios al caer en el caudillismo, fueron aliados de los gobiernos extranjeros, con lo que las condiciones sociales siguieron siendo las mismas de la colonia, pero “se recubrió la realidad con la retórica liberal y democrática”, y así “Hispanoamérica fue una España sin España”, y corrobora lo que dijo Sarmiento, que nuestros gobiernos fueron los “ejecutores testamentarios de Felipe II”. Era el nuestro un feudalismo disfrazado de liberalismo burgués, un absolutismo sin monarca pero con reyezuelos: los señores presidentes.

La paideia en nuestra América debe tomar según esto, el camino de la crítica filosófica e histórica que cumple, además de la función intelectual que le es propia, una utilidad práctica, la de una cura psicológica y una acción política. Por eso señala que “si hay una tarea urgente en la América Hispana, esa tarea es la crítica de nuestras mitologías históricas y políticas”.

Para él el modernismo fue nuestro verdadero romanticismo, pero que no es una repetición del europeo sino otro romanticismo. Por eso, el modernismo empezó primero en Hispanoamérica que en España, pues fue “la necesaria respuesta contradictoria al vacío espiritual creado por la crítica positivista de la religión y de la metafísica”. De ahí el interés de nuestros poetas por la poesía francesa de su época, el simbolismo, que implicaba tanto un nuevo lenguaje como una sensibilidad y estética nuevas. Se creó así un movimiento complejo, que fue incomprendido muchas veces y que lleva lo que Paz llama la hironía romántica, pues la desesperación se alía al narcisismo.

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