miércoles, 30 de mayo de 2018

EL “CARPE DIEM” EN LA ALDEA GLOBAL

OSCAR LÒPEZ R. - FILOSOFO-PSICÒLOGO


Todos los sucesos, y mucho más a nivel humano, se nos presentan desde dos o más vertientes, pues no existe una causalidad simple, sino compleja. Así, el fenómeno de la Globalización tecno-económica, cuyo triunfo estamos viviendo, está formado por varios elementos superpuestos. La globalización actual, al tomar el mundo como horizonte e imponer la economía y las ideas del gran capital, las cuales no se han impuesto sin oposición. En principio se creyó que era un proceso de una sola vía, hoy sabemos que es el paso obligado de un sistema tecno-económico que comenzó con las invasiones europeas, una de ellas, la llegada de Colón a América, e impuso la mentalidad occidental y cristiana, y dio como respuesta en los nuevos países un proceso de oposición, que luego de más de quinientos años aún continúa.

El proceso colonizador permitió a Europa, gracias a la llegada del oro americano, potenciar el desarrollo del capitalismo, con su espíritu burgués, que se ha impuesto hoy en todo el mundo. Por eso, los centros simbólicos no son hoy ni las catedrales ni las universidades, sino los supermercados y los bancos. Hoy es burgués, no sólo el rico poseedor de dinero y bienes, sino la mentalidad general; los pobres aún con su pobreza a cuestas, son burgueses, pues ¿quién quiere ser pobre hoy? Ser burgués es ahora una filosofía y un estilo de vida planetarios, que anteponen el deseo de riqueza y la posesión de bienes a cualquier otra cosa. Es el triunfo del Tener sobre el Ser, del que hablara E. Fromm.

Esta mentalidad se originó a partir del siglo XV, primero en Italia con los primeros banqueros, luego la asumieron Inglaterra y Norteamérica; ahora es la forma dominante del pensar mundial. Es parte de una lógica expansiva que se impuso aún sin ser querida. Como lo plantearon Sombart y Marx, el burgués tiene que expandirse, y no quiere limitarse, porque esa es su lógica, y hace parte de la “hybris”, el deseo de dominio humano.

A ello se sumó la técnica que apoyada por el capital, han sido los elementos dinamizadores, al favorecer los logros materiales y técnicos que han creado un enorme complejo tecno-industrial, en especial el militar, con los cuales Europa en un principio y luego Estados Unidos, han logrado imponerse en todo el planeta; aún la China y la India, han desarrollado la técnica y la mentalidad occidentales, quebrando en parte su saber y cultura milenarios.

Pero el precio pagado por dichas conquistas, es cada vez más costoso: en un principio la explotación de los trabajadores; hoy es el consumismo y la miseria su compañera inseparable, el deterioro del planeta, con las secuelas: tsunamis, huracanes como el Katrina, etc. En el mundo individual y social, la exclusión, el marginamiento, la migración de millones de seres humanos hacia los países ricos en busca de oportunidades, el empleo precario y el desempleo generalizados, en especial de profesionales capacitados. A esto se agrega, que la aceleración compulsiva de los cambios, el desarraigo, enfermedades mentales y crisis sociales. En suma, vivimos un “individualismo asocial absoluto, tanto en la ideología oficial como en la privada” (Chiaramonte), los individuos buscan sólo su propia gratificación, cumpliéndose lo predicho por Marx sobre la erosión de las sociedades y religiones tradicionales, pues “ya no queda otro nexo de unión entre los hombres que el mero interés personal”.

Las políticas de los países poderosos, han sido diseñadas, no de acuerdo a principios justos, sino conforme a sus conveniencias e intereses, al hipotecado futuro planetario. Las necesidades básicas de las ¾ partes de los habitantes del planeta están sin resolver, la salud, la vivienda y el empleo son bienes cada vez más escasos o convertidos en negocios rentables, lo que ha dado lugar a la corrupción generalizada, y a una impunidad rampante que se burla de todo anhelo de justicia, Estados confiscados por las transnacionales o por mafias nacionales e internacionales.

Los que tienen el escaso privilegio del empleo son sobre-explotados y una inmensa multitud como reserva, medra por empleos aunque sean parciales, precarios o se reducen al subempleo y el rebusque, en especial de personal calificado, con diplomas que a la postre de nada les sirven.

En una situación tal, los sueños, esperanzas e ideales de la juventud actual, van en consonancia con el mundo que les ha tocado vivir, con la conciencia de su desintegración, semejante a un “espejo trizado” (Bruner), en el que las oportunidades son cada vez más esquivas. Vivimos en un “supermercado global”, en donde unos pocos individuos y naciones poseen gran parte de los recursos, y las diferencias en términos económicos a nivel individual, social e internacional se han ampliado, pero los gustos e ideas se han uniformizado; es por ello un mundo opaco, borroso, una verdadera “torre de Babel” en que se confunden razas, idiomas, un totum revoltum, reflejo del actual desorden mundial.

Es este mundo en donde los jóvenes sienten que su “carpe diem” es aprovechar el presente como su única realidad, y buscan disfrutarlo al máximo, con la oscura conciencia de un “no futuro”, y por eso viven con intensidad sus vidas, son en su gran mayoría “nativos digitales”, que dominan aparatos de toda especie, se mueven entre redes informativas, sexuales, políticas con nuevas solidaridades, en que lo lejano es privilegiado frente al entorno inmediato, de ahí esa sensación de distancia que emanan, de apatía, cinismo y desinterés por el mundo que los rodea, que los conecta con personas de todo mundo con diversidad de idiomas, pero distantes de una realidad inmediata que les es hostil, y con la amarga sensación de desorientación, en un mundo sin rumbo y que como anota Hosbawm, “no sólo no sabe adónde se dirige, sino adónde debe dirigirse”.

Además, la situación que vivimos es inédita, y las ideologías políticas son más cínicas, pues no se mueven por ideas sino por intereses; las religiones, o se han quedado atrás de los anhelos humanos o son manipuladas; lo dominante es la mentira generalizada a partir del “pensamiento único” impuesto por los dueños de los grandes mercados que se han apoderado de los medios masivos, la prensa, la televisión, y así la anti-utopía del mercado ha querido borrar las otras utopías, convirtiendo a los humanos en mansos y aburridos consumidores de unos bienes que ha agotado los recursos, en especial de los países del llamado “Tercer mundo”.

No se trata de añorar el pasado, pero sí de recordar que los logros alcanzados a nivel material no compensan las pérdidas. Como anota Geertz, “Cuánta sabiduría se ha perdido con el conocimiento y cuanto conocimiento con la información”, pero como anota él mismo, “no preguntemos qué es éste desorden, sino qué se está fermentando en él”.

La política que era la confrontación al menos aparente de ideas, se convirtió en un Show mediático, está cada vez más privatizada, hoy se mueve por enormes sumas de dinero, y el Estado es saqueado por sus ocupantes dejando en la ruina a sus países; los organismos internacionales y transnacionales obligan a los países pobres a aplicar recetas que van contra el interés de sus naciones y sus pueblos.

La relación público-privado se ha desfigurado, se vive una aparente libertad, pero en el fondo emplean formas, unas veces sutiles y otras brutales de represión, con asesinatos, desapariciones y crímenes de estado. Al cinismo en política, muchos responden con la apatía generalizada, pero eso conviene a los intereses de los grandes monopolios. Lo más problemático, es que con la ayuda de los medios se ha creado, en especial en los jóvenes, la sensación de que no hay alternativas posibles y que el mercado y el consumismo manipulados son los que pueden existir.

Sin embargo, gracias a sus contactos mediáticos, los jóvenes, están despertando, y exigen a sus gobiernos que se desliguen de los organismos internacionales que esquilman a sus países. Además, frente a la carencia de discursos orientadores, han creado microutopías, en especial solidaridades de tipo social, de género, ambiental, religiosa, para dar una salida a los problemas que los adultos les hemos dejado, principalmente el del planeta con niveles de contaminación que está en un “camino sin retorno”, pero a éste se agrega el de sus propias vidas, que a diferencia de las anteriores generaciones sienten mayor desconfianza frente a los adultos, quienes igualmente perplejos no parecen tener respuestas a sus preguntas.

Los movimientos de los Indignados, en Oriente y Europa con fuerza y tímidamente entre nosotros, son una brizna de esperanza frente a los aparentemente invencibles aparatos, que dejan la falsa sensación de poder, con las armas sofisticadas y aparatos de dominio, pero que son frágiles ante la voluntad de la opinión pública. Desde Egipto, Túnez, España y otras latitudes, surge de nuevo una juventud que se resiste a vivir indignamente, y desenmascaran los intereses de los grandes mercados. Lo único que no podemos perder, es la esperanza, no sólo como un principio, sino como un deber, pues paradójicamente, y con una frase un poco manida pero real, y citando a Walter Benjamin, “gracias a los sin esperanza (de hoy) tenemos la esperanza”.

miércoles, 18 de julio de 2012

JUAN RULFO, POETA DE AMÉRICA

                                  ÓSCAR LOPEZ R. - PSICÓLOGO - FILÓSOFO

La obra de Juan Rulfo llena de perplejidad al lector acostumbrado a la lectura de otros autores en las que el exceso de palabras, textos farragosos, pesados o demasiado almibarados son la constante. Su obra es de otro calibre: Rulfo con su parco lenguaje -que es el del pueblo indígena y campesino que retrata- obliga al lector a emplearse a fondo; eso mismo ha llevado a la confusión de muchos críticos que no han sabido cómo clasificar su obra. Su gran virtuosismo queda oculto en la sencillez de los relatos; su obra como la del escultor, la realizó quitando en vez de añadir; cada vez que le daban a corregir sus textos para ser publicados de nuevo, en vez de añadir, eliminaba y pulía.

Su vida y su obra son la encarnación de su pueblo mexicano y el latinoamericano, en especial indígenas y campesinos que por siglos han buscado en vano expresar sus dolores, anhelos y tristezas, y en él han encontrado la voz que les permite relatar sus penas y alegrías, sus anhelos y tristezas.

Sin embargo, han dicho algunos, que su obra tiene un tono populista y amargado. Rulfo no los critica, y es su obra la mejor respuesta a las críticas superficiales; en su lenguaje seco y aparentemente limitado, se oculta una obra con una estructura compleja que se nos abre cuando llegamos al sentido profundo de sus textos. La relación en que muestra a sus personajes no tienen una ilación, y por eso algunos críticos le tildan de incoherente, sin embargo, la lectura aplicada nos muestra su gran sutileza y la perfección de su diseño. La realidad que nos presenta Rulfo, es tan conocida que parece irreal; el pueblo que él retrata ha sido desconocido para los gobernantes, como para muchos escritores y políticos que han pretendido defenderlo. Sus personajes son seres golpeados por la fatalidad de una naturaleza implacable y de los poderosos que los han dominado. Por eso expresaba en un poema:

“Desde que el mundo es mundo hemos echado a andar con el ombligo pegado al espinazo, y agarrados del viento con las uñas…. Y en todo desconsolado concluye: Aunque bien sabemos que ni ardiendo en brasas se nos prenderá la suerte”

La fama que ha alcanzado Rulfo parece hecha a su medida, callada, sin estrépito, y si bien, es menos conocido que Borges o García Márquez, el valor de su obra crece cada día. Aunque escribió pocos relatos y sólo dos obras medianamente grandes, le permiten respirar tranquilo, pues ya tiene un sitio en la literatura universal, aunque a él eso pareció tenerlo sin cuidado.

Él quería era que lo dejaran en su silencio; lo que conocemos de él, nos basta para saber lo esencial sobre el ser humano en su trágica grandeza. Fue un agónico como Unamuno, pero si a éste le gustaba siempre gritar sus dolores, Rulfo quería más bien callarlos, y como su personaje quería, “desvivirse por conocer ese tantico de la vida”.

Rulfo conoció desde temprano la muerte; su padre, asesinado por un peón, su madre murió cuando él tenía doce años, sus tíos murieron en la guerra cristera de 1926, instigada por sacerdotes que fueron despojados de su poder. Así, muy temprano quedaron él y sus hermanos bajo la tutela de una abuela rezandera, que en vano intentó estimular en el niño su religiosidad, logrando más bien desarrollar otra más radical y profunda. Al morir su abuela, fue llevado a un orfanato, y luego realizó vanos intentos por ingresar a la universidad. Fue un autodidacta realizando algunos estudios de leyes y contabilidad.

SU OBRA
Detrás de la aparente simplicidad y laconismo de su obra, se oculta una inmensa capacidad técnica ,la que aprendió tanto de autores regionales como Giono y Hamsun , o Faulkner; y en especial Ramuz cuya novela Cleorance, como lo dijera él mismo, hubiera querido escribir.

Igual que se sirvió de todas las técnicas actuales como el monólogo interior (que usa el Padre Rentería). Logra sustraer el relato del curso del tiempo, y lo que cuenta ocurrió tiempo atrás, muy semejante a los sueños y recuerdos. Los personajes van soltando poco a poco lo que dicen , y obliga al lector a completar lo que ha aprendido. Su obra expresa un laconismo y sobriedad poco conocidos en gran parte de nuestra literatura. El lenguaje que emplean sus personajes, es el habla de los campesinos de Jalisco, lleno de giros y voces propias. Aunque él dice que nunca pudo ser poeta, sin embargo los mitos con que puebla su obra desde Comala hasta Pedro Páramo, encarnación del cacique tradicional de nuestras tierras, lo señalan como un excelso poeta en el sentido clásico, un “creador”, que nos cuenta sobre el ser humano y sus luchas.

PEDRO PARAMO es una historia de muertos y fantasmas; transcurre en la mítica Comala que puede ser cualquier región de Latinoamérica, en la que imperan la sangre y la muerte por obra de los caciques se repiten de siglo en siglo, y donde los pobres sufren y luchan buscando infructuosamente su redención.

Los muertos hablan de sus vidas y por eso “los narradores hablan más de lo que saben”, es el relato sintetizado del período revolucionario de México, la fábula del poder omnímodo que ha imperado en nuestras tierras. Por eso al regresar a Comala, Juan Preciado hijo de Pedro, encontró que allí no había vivos, sino las ánimas de todos los que había visto en el sueño, que le hablaban y le decían miles de cosas que los vivos no podían ver; le hablaban de cómo la violencia, la culpa y la muerte acompañan a todos los vivos de este mundo. Esta visión le impidió seguir viviendo y murió de repente.

El logro más original de la obra de Rulfo es, según Rufinelli, la atmósfera que crea, a la que contribuyen el tiempo reversible y anulable, la noción de las ánimas en pena que habitan la tierra igual que los vivos, la muerte producida por los “murmullos” de los muertos, es decir, no hay aquí un “más allá” separado, sino que estamos acá, es la realidad, semejante al Hades homérico o hebreo, habitado por seres en pena que nos hablan. Lo que describe en esta obra no es un mundo trascendente; no es otra que nuestra sociedad habitada por campesinos e indígenas, que durante siglos han esperado una oportunidad de vivir humanamente.

Como anota Rufinelli, la extrema pobreza de los personajes parece significar una condición última, desnuda del hombre, su condición más elemental. La inventiva de Rulfo ha situado la novela en la eternidad enterrada de los muertos. Rulfo como Joyce se confía en el lector para que establezca el orden. La religión que los nutre no les da vida, pues como dijo él mismo:

“Yo fui creado en un ambiente de fe, pero sé que la fe allí ha sido trastrocada a tal grado que aparentemente se niega que estos hombres crean, que tengan fe en algo, por eso han llegado a ese estadio. Ellos creyeron alguna vez en algo, los personajes de Pedro Páramo y aunque siguen siendo creyentes, en realidad, su fe está deshabitada. No tienen un asidero, una cosa de donde aferrarse…la fe fanática produce precisamente la antife, la negación de la fe” (Rulfo).

Los personajes se han convertido en arquetipos; la significación de su obra, aunque regional, tiene un carácter mundial, pero con un entorno concreto: su tierra mexicana. El ambiente del relato, se expresa en gentes y tierras infértiles, mujeres y viejos sin destino que viven en la desesperanza.

Es una historia de orfandad, no sólo existencial sino también social y económica, la de nuestro pueblo que durante siglos ha sido abandonado por el Estado (el padre siempre ausente), y han sido engañados con promesas que nunca han cumplido. De ahí su resignación y fatalidad.

En Comala el cielo es un cementerio. Comala está sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del infierno… muchos al llegar al infierno regresaban por su cobija. Aquí la religiosidad no es sino la fusión de ilusiones, de convicciones, de la fe que es invocación de todas las creencias y recuerdos. Aquí tiene su asiento esa teología popular que mezcla cielo, infierno, vírgenes, santos, gracia, caída e imposibilidad de redención y que lo ajusta todo al orden de lo profano, al tamaño de la gana personal. “Todo consiste en morir; Dios, mediante, cuando uno quiere y no cuando él lo disponga”. Esta religiosidad bien puede ser la incredulidad que todavía no aprende un nuevo lenguaje. Esta cultura religiosa sólo fomenta el rencor y la experiencia amarga.

Juan Preciado pregunta a Dorotea:

“Y tu alma, ¿dónde crees que haya ido? Debe andar vagando por la tierra como otras tantas, buscando vivos que recen por ella”. Rulfo usa los símbolos cristianos sin jamás someterse a ellos. Acumula ideología y leyenda, fe supersticiosa y superstición fideista, explotación y candor, solidaridad destruida por el asesinato y brutalidad sustentada en el amor a la familia, vida y muerte, ánimas benditas y ánimas en pena.

Otra solución magistral de Rulfo es mostrar a Comala como un pueblo muerto donde los personajes vagan y se confiesen desde sus tumbas, anclados en un único tiempo que es la eternidad. Así, “Dio con un hecho que nunca ocurrió y con gentes que nunca existieron”. Los ecos, los murmullos, los susurros de las ánimas en pena, el entretejido de voces que desde las tumbas o desde cualquier resquicio van determinando el carácter de Comala que vislumbra la eterna reconstrucción de la agonía de un pueblo y de un cacique que lo logra todo menos el amor de Susana Sanjuán, que sólo le devuelve rencores. Por eso, Pedro es un cacique a la vez cruel y sentimental, fuerte y débil con la lujuria y avidez acumulada. Pedro y Susana acuden a la obsesión para escapar del ámbito de una sexualidad desamparada, imaginan una posesión de la naturaleza evanescente.

En Rulfo la desesperanza casi lo es todo, pero, fue lo suficientemente lúcido y honesto para plantear algunas salidas a la situación de su pueblo. De ahí su compromiso con su país y con la cultura popular, a la cual contribuyó en múltiples formas, como su trabajo en el Instituto Antropológico de México, y con su ideario político y humano, en el que soñaba con una vida más digna para nuestras gentes.

“¿Y por qué esto está tan triste? Son los tiempos, señor.

sábado, 14 de abril de 2012

CRECIMIENTO O DECRECIMIENTO: LA ALTERNATIVA PLANETARIA

OSCAR LÓPEZ R., Filósofo - psicólogo

“Después de mi, el diluvio”, se dice que expresaba Luis XV cuando le recordaban el fasto en que vivía, y su derroche de los dineros del pueblo francés, antes del levantamiento que llevaría a la guillotina a su sucesor Luis XVI; lo mismo parecen decir los capitalistas y gobiernos del planeta, cuando la humanidad y el planeta están en cuidados intensivos; cada vez más, la balanza se inclina hacia una situación de no retorno y cuando se plantea la necesidad urgente de un cambio
global.

Al plantearse la alternativa, “Crecimiento” o “Decrecimiento”, ellos apuestan por la primera, pues les es más rentable y beneficia más sus bolsillos. El argumento que esgrimen, es que debemos seguir creciendo, y apostar por el decrecimiento, sería según ellos, volver atrás la historia. Nadie niega los logros de la ciencia y la técnica, las cuales han transformado el planeta en una forma nunca antes conocida, pero el costo humano, social y ecológico del crecimiento pesa más que sus beneficios.

El programa del “Decrecimiento” no es un discurso improvisado de ilusos ecologistas que en su anhelo por un mundo mejor, cuestionan a ultranza todo lo que suena a tecnología, añorando lo espontáneo, natural y artesanal, como se les ha querido hacer decir. Está apoyado en estudios científicos, no sólo de ahora, sino de vieja data, y no es sólo un discurso teórico, sino un programa práctico, mejor, una “utopía concreta” que propende por un cambio de vida radical a nuestro actual modo de vida consumista y depredador. Como anota Paul Aties, “No somos objetores de crecimiento a falta de algo mejor, o por despecho; lo somos porque no sería posible continuar como antes. El nuestro es ante todo un combate de valores. Rechazamos esta sociedad de trabajo y consumo en la monstruosidad cotidiana, y no solamente en sus excesos” (Decrecimiento o barbarie).
Cada vez es mayor el número de científicos que conscientes de la situación que vivimos; así, Georges Cousteau, con sus estudios marinos, Barry Commoner, James Lovelock, con sus estudios sobre “Gaia”, y muchos otros, han tomado a la naturaleza como su objetivo. De igual forma, el recién fallecido filósofo greco-francés Cornelius Castoriades, lo expresaba de otro modo, pero no menos directamente:

Creo que durante un período como éste, el papel de aquellos que piensan la polìtica y que tienen una pasión política (una pasión por la cosa pública) consiste en decir en voz alta, aunque se les oiga poco, lo que piensan a la poblaciòn. Criticar lo necesario, recordar también al pueblo que ha habido fases en su historia en la que èl mismo ha sido de otra manera, en el que ha actuado de manera históricamente creativa, en el que ha actuado como instituyente”.
Si bien lleva ya varios años, y crece el número de obras publicadas, estudios y foros, desde El club de Roma, Kyoto, Brasil, y el último en Dubai, entre nosotros, todavía no hay una conciencia colectiva sobre la necesidad de defender el planeta y al hombre con ella. Sólo algunos grupos e individuos han tomado como propio este problema.

Como anota Castoriades, siendo los imaginarios los que en última pesan, desde el siglo XVIII se instauró primero en Europa y ahora en todo el planeta, el imaginario de la productividad sin límites, el crecimiento y el desarrollo, que suplantaron la utopía y la esperanza escatológica medieval (del más allá), por los mitos seculares del progreso, el mercado, el desarrollo y el crecimiento.

Todos los regímenes modernos, de izquierda o derecha, democráticos o totalitarios, han sido productivistas; se han construido sobre el imaginario burgués de la dominación y la productividad. El hombre moderno se ha creído un grupo aparte, superior y hasta dueño de la naturaleza.

Esto lo enfatizó Francis Bacon, “se trata ya no de obedecer a la naturaleza sino vencerla”. Así, como anota Schumpeter, vive con la “ilusión de poderes ilimitados, adelantada por los asombrosos adelantos científicos y técnicos” creyendo engañosamente “haber resuelto el problema de la producción” (“Lo pequeño es maravilloso”).

Se desarrolló una nueva lógica basada en el llamado “deseo mimético de apropiación” que consiste en que yo no deseo un objeto en sí, sino porque otro lo desea, lo que lo hace importante. Así, el objeto es escaso y por eso es objeto de deseo. Lo alucinamos imperiosamente como necesario. Si quiero ser reconocido, debo desear y poseer el objeto poseído por el otro, para que él me reconozca. Se crea así una rivalidad o competencia. La lógica de la acumulación que es la del mercado, se convierte en absoluta. Es el economicismo. En efecto, la economía es la nueva religión, con sus dioses, sacerdotes, su culto, siendo su rasgo constitutivo, la lógica de la exclusión y la insensibilidad. El neoliberalismo plantea la desigualdad social como si fuera algo ineludible. Los que no poseen son excluidos porque se dice, no quieren participar o porque son culpables. Es la lógica de los triunfadores; las necesidades de los más necesitados son sacrificadas, y la solidaridad es sustituida por el egoísmo absoluto.

El decrecimiento, en suma, no es otra variante del crecimiento, sino la construcción de una sociedad más austera, y sobre todo, más equilibrada, y una respuesta a un crecimiento hipertrofiado, monstruoso de productos en gran parte innecesarios, convirtiendo al planeta en el gran vertedero de basuras industriales.


DECRECER, UNA PALABRA NO TAN NUEVA
Aunque el término “Decrecimiento” es nuevo, su historia es sin embargo muy antigua y está relacionada con la crítica culturalista y ecologista de la economía. El problema no es sólo de palabras en cuyo terreno también se da una batalla. Como plantea Serge Letouche, “el desarrollo, concepto etnocéntrico y etnocida, se ha impuesto a través de la seducción, en combinación con la violencia de la colonizaciòn y del imperialismo”. Igual se ha dado con la palabra “desarrollo sostenible” que triunfó por la presión de Henry Kissinger, secretario de Estado norteamericano en la conferencia de Estocolmo del 1972. Tampoco basta un “desarrollo sostenible”, que es más de lo mismo, sino que necesitamos un cambio radical en nuestro modo de vida. Mientras la idea de “crecimiento” está tan firmemente arraigada en las mentes del hombre de hoy, hablar de decrecimiento es ante todo una apuesta que no es fácil creer que tenga gran buena acogida en la civilización técnica, pero es necesario confiar en que ella irá ganando nuevos adeptos, en especial entre empresarios sensatos que entienden que no hay otra salida.

Serge Latouche, en su obra, “Pequeño tratado del decrecimiento sereno” (Editorial Icaria, Barcelona. 2009), indica que han sido tres los elementos que han llevado a este tipo de sociedad: 1- la publicidad, que crea el deseo de consumir; 2- el crédito que proporciona los medios y, 3- la obsolescencia acelerada de los productos que renueva la necesidad.

La primera nos hace desear lo que no tenemos y despreciar lo que ya poseemos y disfrutamos. Así surgen las necesidades superfluas, y para inducirlas se gastan inmensos capitales en publicidad. De ahí que su presupuesto a nivel mundial es el segundo después de las armas. Cada vez más las empresas abusan de ella y agobian a los ciudadanos con sus campañas publicitarias, como vemos hoy día frente a la publicidad de antaño que era más benévola con los clientes.

El crédito se basa en la lógica del capital: es la “prosperidad a debe” de la que habló Alberto Lleras, en que se nos estimula a endeudarnos, sin saber cómo pagaremos en el futuro, lo importante es consumir.

Por la obsolescencia, cada aparato es sustituido por otro, de ahí el circuito integral que lleva a que sus elementos no puedan reemplazarse. Así, se genera un basurero mundial que acabará destruyéndonos a todos.

La tarea, según Latouche, consiste en “redimensionar nuestro modo de vida, lo cual implica un cambio de nuestras necesidades”. Cada época tiene las suyas, pues éstas van cambiando histórica y culturalmente. Se requiere lo que ya planteaba Descartes, el “buen sentido”, que significa también una buena dirección, que parte de una vida sobria.

Son diversas y muy fecundas las propuestas: se requiere una reducción del tiempo de trabajo y un cambio de contenido, que vaya contra la precariedad y la flexibilización del trabajo, lo que permitirá el desarrollo de los talentos, del tiempo libre, el descanso y el crecimiento personal, con lo que se le devuelve el sentido al tiempo libre.

Como anota André Gorz, “Para vivir mejor, a partir de ahora, se trata de producir y consumir de otra manera, hacer más y mejor lo meno con menos, empezando por eliminar las fuentes del despilfarro; p. ej, los empaques inútiles, el mal aislamiento térmico, el imprescindible transporte real, y aumentar la durabilidad de los productos. etc”.

El desvertebramiento y hasta la muerte de lo local, lo espontáneo y convivial, lleva a la necesidad de estimular el crecimiento de nuevas comunidades que respondan a nuestra condición de seres sociales, estimular empresas locales como los bancos provinciales que existían antes, pero que fueron absorbidos por los megabancos.

Colombia, uno de los países más ricos en biodiversidad, es paradójicamente de acuerdo con los expertos, donde la vida silvestre y animal está en más riesgo, y por eso, en caso de conflagraciones es una de los más vulnerables, lo que lleva a que nuestras ventajas se conviertan en desventajas, por nuestra negligencia, y por las políticas y la voracidad privada.

No somos dueños de la naturaleza, sino sus administradores responsables. Ella, como plantea Lovelock en “Gaia”, es un ser vivo, que responde a nuestras acciones tal como lo vemos en los diferentes fenómenos como el cambio climático, inundaciones, sequías, los cuales son obra de la acción humana que ha generado múltiples productos artificiales y peligrosos que la misma naturaleza no puede descomponer.


LAS CIFRAS DEL CRECIMIENTO

Como un cáncer que necesita crecer para vivir, el crecimiento actual necesita reproducirse al infinito y llega hasta los límites de la biosfera. Por eso los recursos son transformados en desechos más rápidamente que lo que la naturaleza alcanza a transformarlos y generar nuevos recursos. Se da con ello un sobre-crecimiento, como esos cuerpos que llega más allá de lo esperado.

Ya desde el punto de vista cuantitativo, todos los estudios muestran que el actual modo de vida es insostenible. Primero, el espacio disponible de la tierra es limitado y representa 51.000 millones de hectáreas. Y el espacio bioproductivo, es decir, útil para la producción, es de sólo 12.000 millones de hectáreas, lo que da de 1,98 hectáreas por persona de acuerdo al actual número de habitantes del planeta.El consumo actual de carbón y de petróleo equivale a una biomasa acumulada bajo la corteza terrestre en 100.000 años de fotosíntesis del sol. Un litro de combustible proviene de 23 toneladas de materia orgánica transformada en un período de un millón de años.

Según la fundación Wild Wife WWF, el espacio bio-productivo que consume una persona es en promedio de 2,2 hectáreas, y esto en el supuesto que la humanidad fuera estable, lo cual no es real, pues aumenta más y ma. Hay entonces una deuda.

Pero en esto hay que mirar matices, pues es dispar este proceso. Así, un ciudadano norteamericano consume 9,6 hectáreas, y 90 toneladas de materiales naturales diversos un canadiense 7,2 y un francés 5,26, un italiano, 3,8, un africano menos del 0,2 del espacio bio-productivo.

La humanidad consume ya cerca del 30 % de la capacidad de regeneración de la biosfera. El crecimiento se basa en la organización de la acumulación ilimitada, pues cuando se desacelera o se detiene, viene la crisis. De ahí que el empleo, el pago de las jubilaciones, la renovación del gasto público suponen un aumento constante del PIB y así “el único antídoto contra el desempleo permanente es el crecimiento”.

Los datos que se manejan son surrealistas, para vivir como se vive hoy día se necesitan otros planetas pues este está que revienta, que se puede si simplificar en cinco consignas:

Como anota Hervè Kempf citado por Latouche, el “desarrollo sostenible” tiene la única función de mantener los beneficios y evocar el cambio de costumbres modificando escasamente el rumbo”. Igualmente sería lo mismo cuando se habla de “otro desarrollo” o de “aireo crecimiento”. De ahí que la primera batalla sea entre la palabra y los imaginarios.

Que luego se hable de “crecimiento” o “desarrollo”, es una herejía para los economistas que se han apropiado de éstos temas, pero cuando éstos se salen de los límites que ellos le han fijado, se convierte en ámbito de todos. Además, los problemas que vivimos hoy son de tal estilo que cada vez más depende no tanto de expertos como del ámbito del hombre común. La tarea es de todos porque este es un barco que cada vez se siente más encallado y que está en peligro no sólo de naufragar sino también de desaparecer.

Además, la economía derivó en “economicismo”, una nueva religión, que ha pretendido ser la llave maestra para resolver todos nuestros problemas. Sin embargo, los problemas actuales son tan graves y de tal calado que se les salen de sus manos. Día a día nuevos nubarrones se ciernen sobre el planeta, y la culpa obviamente no la tienen las máquinas como pretendían los ludistas y los ecologistas extremos, que sólo parecen ver enemigos en todo lo que es progreso.

La salida a la crisis actual, en caso extremo puede ser paradójica: sólo una catástrofe podrá ayudarnos. Es imposible convencer a un capitalista de la necesidad de limitarse, porque sus intereses le impiden verlo; el hombre medio podría hacerlo, pero está manipulado por los medios que hacen que impulsado por la publicidad se lance a las campañas para comprar más barato lo que no necesita.

Contra el optimismo de los tecnócratas, es bueno recordarles que la naturaleza tiene siempre un último recurso, la “pedagogía de la catástrofe”: en múltiples ocasiones se ha hecho sentir, obligando a cambiar, y quienes no han cambiado ha perecido. Esa es la lección inexorable de la historia. Pero, como la historia no está escrita, en ella, las alternativas son siempre posibles, y ésta es la mejor para un mundo nuevo y más humano.

viernes, 18 de noviembre de 2011

PALABRAS VIVAS Y LENGUAS MUERTAS XX

RES PUBLICA vs. RES PRIVATA
Asuntos Públicos vs. Negocios Privados
OSCAR LÓPEZ R. FILÓSOFO-PSICÓLOGO


Dentro de la gran confusión de nuestra época, no creo que haya una más nociva que la que se ha dado entre lo público y lo privado. Si bien desde el capitalismo, esto no es nuevo, la nuestra es una situación inédita, pues ya lo púbico es “tierra de nadie”, en donde el que quiera, especialmente las grandes multinacionales, con la ayuda de gobiernos de toda clase, han usurpado lo construido con el esfuerzo de millones y se lo han apropiado impune y vergonzosamente. El caso más aberrante es el de los servicios públicos, entregados por los gobiernos y legisladores a empresas que convirtieron lo común en feudo propio, y lo que antes era relativamente eficiente, y a costos razonables, se ha vuelto cada vez más costoso e ineficiente.


El mito que sirvió de base a este descarado asalto es la idea según la cual “el Estado es mal administrador”, cuando la verdad es que durante muchos años, fueron manejados con relativa pulcritud. Una ideología mentirosa a la medida de gobernantes corruptos, con la ayuda de legisladores venales, entregaron inicialmente los servicios de agua, luz, teléfono, a particulares, los cuales en su ambición sin límites, quieren quedarse con toda la torta de lo público. Ahora las antes llamadas “empresas públicas” son manejadas por juntas anónimas, en las cuales tienen asiento grupos privados y políticos, quienes se fijan sueldos exorbitantes, y todo ello a espaldas de la comunidad. Uno entre cientos, es el conocido caso de SaludCoop, cuyo gerente, Palacino, quien además de devengar noventa millones de pesos mensuales, recibía ingresos adicionales.

Un aspecto decisivo en esta situación, es por lo común, que quienes luego de ejercer cargos públicos, al renunciar, son elegidos en empresas privadas, relacionadas con el campo al cual sirvieron, abonando así el terreno para sus negocios y especulaciones, que si bien en algunos casos no son ilegales, pasan los límites de lo ético. Esto con perjuicio para el interés público; tras de ello, están cada vez más las multinacionales, que con su poder corruptor, se han infiltrado en todos los asuntos sin ningún escrúpulo.

Un lúcido analista de esta situación ha sido el filósofo greco-francés Cornelius Castoriades, al señalar que “la corrupción de los responsables políticos en las sociedades contemporáneas, se ha convertido en un asunto sistemático, estructural. Está incorporado en el funcionamiento del sistema, que no puede cambiarse fácilmente”.

La perversa lógica que subyace tras esto es la llamada “privatización de las ganancias y la socialización de las pérdidas”, tal como ha ocurrido -entre otros- y cada vez más común con los bancos, que cada vez que se ven en apuros por malos manejos de banqueros; entre nosotros fueron conocidos los del Banco de Colombia, y hace poco el rescate que hizo Barak Obama a bancos norteamericanos.

La situación es incierta y sin aparente solución, porque como anota Castoriades, se ha desarrollado hoy un tipo de ser humano que él llama privatizado, encerrado en su medio personal que se ha vuelto cínico en relación a la política. Así, “cuando las gentes votan, votan cínicamente”, pues no creen en el programa que se les presenta, sino que buscan el menor mal en relación al anterior.

El hombre medio de nuestras sociedades, identifica la libertad con el poder que tenemos cada cuatro años de elegir a quienes nos representarán en los cargos públicos, pero lo que plantea Castoriades es, como decía Rousseau, que las gentes eran libres un día, el día en que elegían, pero esto no es correcto, se vota por candidatos presentados por partidos, no s e puede votar poder no importa quién. El meollo del asunto es que la representación significa la alienación se la soberanía de los representados hacia los representantes. La política se ha convertido en una máquina en que se busca ser elegido para aprovecharse de los bienes del estado en beneficio de los grupos que han puesto su capital en el candidato que quieren los represente. Y las grandes empresas que están interesadas en las leyes que los favorecerán en el congreso.

Es imposible demostrar que en donde hay poder representativo, se produce una representación de la población mucho más elevada que en otras formas de gobierno; ayudan a cierto grupo de personas pero a expensas del nivel de representación de otras. Así, cuando se habla de “Il Duce”, o el “Fuhrer”, se trata de una forma contraria de representación, directa y controlada, en las cuales el pueblo ha sido manipulado y engañado con medios violentos o seductores, de los cuales Hitler y Mussolini fueron maestros.



Hoy las técnicas son más sofisticadas, pues los políticos, utilizan los medios de comunicación para crear la falsa ilusión de una democracia participativa. Como anota Castoriades, “la representación es más amplia que los dispositivos institucionales que la regulan”.

Existe así una crisis de representación, que señala la incapacidad de la clase dirigente para mantener la solidaridad y guiar el resto de la población. La exaltación de la representación no es otra cosa que populismo, al estilo de Chávez que llega hasta el mesianismo. El pluralismo va en contradicción con esta representación monolítica emocional a través del lider, así se llegó a decir: “¿quién sino Uribe?” Este es el asunto de la representación. La representación e s inevitablemente tanto en el concepto como en los hechos, alienación,( o sea, juridicamente transferencia de propiedad)de la soberanía de los “representados hacia los representantes.


En síntesis, el sistema electoral para que sea efectivo, debe implicar en lo mas mínimo que los elegidos representen a los electores, siempre y cuando halla un deber y un programa coherente. Una representación responsable obliga al elegido, rendir cuentas ante los electores, para que actúen en forma competente y eficaz, con el apoyo y fortalecimiento de una opinión pública educada, que es una de las fallas de nuestro sistema electoral colombiano.

Un último punto es el problema de la libertad del ser humano actual, y la pregunta es, ¿en qué sentido somos libres hoy? Hoy contamos con un número de libertades que son el producto de luchas revolucionarias del pasado. Y no son sólo formales como lo dijo Marx: poder reunirnos, decir lo que se nos antoja, no es solo algo formal, pero sí parcial, es defensivo, pero no es una libertad completa.

LOS TRES DOMINIOS DE LA SOCIEDAD
Para Castoriades, se pueden describir para todas las sociedades, tres esferas donde se juegan las relaciones de los individuos y la colectividad entre ellos, y con su institución política: la esfera privada oikos; la esfera pública/privada ágora;la esfera pública/pública que en el caso de una sociedad democrática denomina ecclesia. El totalitarismo se caracteriza por la tentativa de unificar a la fuerza estas tres esferas y porque la esfera pública/pública se convierte en asunto privado.

Fue en Grecia donde por vez primera tuvo lugar el despliegue de las tres esferas, estableciéndose una independencia entre ellas, y en donde la esfera pública/pública devino verdaderamente pública. Y es este devenir el núcleo de la verdadera democracia. De ahí que Aristóteles alabara a los lacedomonios porque en ella el estado, la polis, se preocupó por la educación de los ciudadanos y no como en otras partes donde “cada cual vive como quiere, legislando a la manera de los cíclopes sobre sus niños y su mujer” (Etica a Nicómaco.1180 a-24-29)

Con la aparición del Estado lo público/público se convierte en privado, y se vuelve independiente de las otras dos. Las supuestas democracias de hoy, o sea las oligarquías liberales, pretenden limitar al máximo o reducir al mínimo la esfera pública/pública, pero esto es engañoso, pues los países mas liberales, Suiza, Inglaterra, Estados Unidos, son profundamente estatistas y la estructura burocrática de la gran empresa con su interminable y absurda reglamentación, permanece firme.

En estos países, los asuntos públicos, son siempre asunto privado de los grupos o clanes que están en el poder”, las decisiones son tomadas detrás de la cortina, lo poco que es llevado ala escena pública es maquillado, reducido y tardío, hasta la irrelevancia”.

La primera condición de la existencia de una sociedad autónoma-o sea democrática-, es que la esfera pública/pública, sea efectivamente pública, es decir, que sea ecclesia y no un objeto de apropiación privada por grupos particulares, y esto significa que los tres poderes pertenezcan efectivamente al pueblo y sean ejercidos por este. Una sociedad autónoma no sólo debe garantizar, sino promover activamente la más grande autonomía posible de la esfera pública/privada: de la esfera donde los individuos se reagrupan sin relación explícita a las cuestiones políticas, para entregarse a todas las actividades y a todos los intercambios que les plazca. La autonomía es ipso facto, auto-limitación y entre estas, la separación de poderes es esencial, pero debe ir mas allá, articularlas y unirlas. Los totalitarismos buscan borrar esta diferencia.

El mundo neoliberal ha borrado todos los esfuerzos autónomos, engendrando las seudolibertades, que llevan a la falsa ilusión de vivir en un mundo en el que se ha llegado a la gran libertad, cuando en el fondo, hoy más que nunca estamos dominados por el Gran Hermano de Orwell, representado en el sinfín de aparatos que nos vigilan por todas partes, desde los satélites, y llegar hasta nuestro hogar, y hasta nuestro baño privado. Contra todo esto se están dando tímidas luchas, encarnadas en los Indignados, pero que son el comienzo de una gran transformación si tiene claridad en sus objetivos y sabe utilizar los medios adecuados que comprometan a toda la sociedad mundial, porque el problema que afrontamos hoy es por primera vez global; ya no hay pasajeros, todos somos pilotos de nuestros sistema social y ecológico.

viernes, 7 de octubre de 2011

PALABRAS VIVAS Y LENGUAS MUERTAS - XIX

PALABRAS LATINAS:RELIGARE, RELIGIO,RELIGION-


OSCAR LÓPEZ R. FILÓSOFO - PSICÓLOGO


De acuerdo con el positivismo, el universo, es decir, todo lo que existe, incluso el hombre, son hechos, y no habría radical diferencia entre la existencia de cualquier objeto y el de un ser humano. Para el idealismo, estamos separados de las cosas y no necesitamos de ellas, el realismo ingenuo a su vez dice que el universo es exterior al ser humano, pero como lo señala Zubiri, “la exterioridad del mundo no es un simple factum, sino la “estructura ontológica formal del sujeto humano”; o sea que el universo es un constitutivo necesario de nuestra existencia. Nuestro ser no es estar encerrado a las cosas. El ser del humano es estar “abierto” a las cosas, y por esa apertura es posible que existan cosas externas al hombre y “entren” en él. Como anota el mismo autor, “esta posición es el ser mismo del hombre”, y sin las cosas no sería nada, ellas son un necessarium del ser humano.


Pero no sólo eso, no sólo tratamos con cosas, sino muy especialmente consigo mismo, y con los otros humanos que lo rodean, es pues un “ser con”, lo cual no es un simple añadido a su ser, sino como se dice en la escolástica, una carácter ontológico formal de la persona humana y por ello, la vida de todo ser humano es constitutivamente “personal”.


El carácter propio del ser humano es que no sólo es, sino que existe, osea que trasciende su vida. Pero el hombre no sólo vive, “existe”, y sólo re realiza en el momento de la muerte. Su ser está allende su existencia. Las cosas y los animales están conformados de tal manera que su ser es su “naturaleza” mientras que el hombre va más allá. De ahí ladefinición de Boecio, “el hombre es una persona con un supuesto racional”. O sea que la personalidad es el ser mismo del hombre y no la naturaleza. El hombre es un ser cuya entidad consiste en tener que realizarse como persona; el carácter mismo de la vida humana tiene una misión y un destino. La vida es pues, misión. El ser humano tiene que hcer su vida, pues no nos la dan hecha. Esa esnuestra tragedia y nuestra grandeza. Además, el humano “no sólo no es nada sin cosas, sino que por sí mismo no es” (Zubiri). Por eso, “estamos obligados a existir porque previamente estamos religados a lo que nos hace existir”.


Este vínculo es el que llama Zubiri, “religación”. No es una simple obligación: no estamos sometidos, a algo impuesto, extrínsecamente, “en la religación estamos más que sometidos, porque nos hallamos vinculados a algo que previamente nos hace ser”, por eso en ella “no vamos a”, sino que previamente “venimos de”. No sólo el hombre, sino que también las cosas, están religadas, pero en el hombre la religación se actualiza formalmente. No somos seres arrojados como decía Heidegger, sino religados. Ese es el sentido primario de la religación, y por ende de la religión, y es un carácter constitutivo de la existencia, el hombre no tiene religión, sino que es constitutivamente religión. De ahí que existan en todo tiempo, religiones naturales, sociales o las reveladas. Las religiones –correctamente entendidas- no son sólo una ayuda para vivir, sino un fundamento para existir. Y una de sus expresiones mayores es el culto, que es el reconocimiento de una deidad, sea cualquiera su nombre y su carácter. A aquello a que estamos religados, estamos fundados, y la deidad es lo fundante. Para muchos es el poder, el dinero, el sexo, el alcohol, el deporte. Al estar religado, el hombre no está con aquello que es su dios, sino que está en lo que considera su dios. El problema de Dios es el problema de la religación. Y no es un problema que queramos o no plantearnos como algo científico o teórico, que podríamos o no tomar o aceptar, sino que es el problema radical de nuestra existencia.


“Dios no es lo que hay, sino lo que hace que haya algo”. La época moderna fue una época de desligación y des-fundamentación. Las catástrofes y revoluciones políticas desde el siglo XVIII, que desembocaron en las múltiples guerras, han dejado una sensación de desamparo y una necesidad de una nueva religación.



EL FENÓMENO RELIGIOSO-



Como anota Cassirer, “desde un principio, la religión ha cumplido una función teórica y una práctica, contiene una cosmología y una antropología, contesta a la cuestión del origen del mundo y de la sociedad humana, de este origen derivan los deberes y las obligaciones del hombre. Los dos aspectos no se distinguen rigurosamente; se hallan combinados y fundidos en ese sentimiento fundamental de solidaridad de la vida, fuente común de la magia y la religión (CASSIRER, Ernst. Antropoligia filosófica. Pág. 144).



Los procesos religiosos han sufrido a través de la historia humana múltiples cambios, y aunque el sentimiento religioso es el mismo en todas las épocas, ha cambiado según las circunstancias y lugares, desde las explicaciones míticas que buscan aplacar las fuerzas ocultas que lo amenazan, hasta las nuevas religiones “light”, en que las personas buscan acomodo a su antojo: recurriendo a cuarzos, pirámides, bolas de cristal, etc. Lo que vivimos hoy es un sincretismo religioso, que va en contravía de las religiones dogmáticas tradicionales. El mito y la religión como anota Eliade no desaparecen, sino que transmutan, se deforman y se degradan.

El fondo radical de la situación actual es el de una profunda crisis espiritual, pues los principios que nutrieron otras épocas ya no infunden valor y significado, y nuestros jóvenes hallan cada día menos esperanza y sentido para sus vidas. La única salida es la de aportar nuevos significados, que permitan superar la violencia, el cinismo y la desesperación que son el fruto de un capitalismo depredador y consumista, que deteriora el planeta, y no le brinda sentido al futuro de la humanidad. Se vive hoy un mayor vacío y sequedad interior, lo cual prueba que la posesión de bienes materiales “per se”, no llena el vacío que cada cual siente en su soledad, y más bien, las eternas preguntas: ¿Quién soy? ¿Qué debo hacer?, ¿Qué debo esperar?, son más insistentes, pero sin que hallemos una respuesta adecuada.


La situación de gran parte de los humanos es hoy la de un desamparo nunca visto, ante un mundo regido por las leyes frías e impersonales de las corporaciones y de los gobiernos a su servicio, que disponen de las vidas de los humanos a su antojo. Hoy, un decreto gubernamental, una quiebra, una fusión de empresas, deja a multitud de personas sin empleo y sin la posibilidad de futuro para los jóvenes que cada vez sienten la precariedad del empleo y la desprotección frente al desmantelamiento del Estado que no quiere saber de responsabilidades sino con los grandes empresarios. Las estadísticas señalan el creciente número de jóvenes que no ven un futuro claro, y de ancianos que se hallan abandonados por los suyos en sitios de encierro que parecen cárceles más que sitios de encuentro, y que la bendición de la muerte les es negada.


Vuelven de nuevo las preguntas antiguas: ¿quién responde por el huérfano, la viuda, el despedido injustamente del trabajo, el desplazado?



Nuestra época vive la confrontación entre tres paradigmas:


1- El del pensamiento y las tendencias tradicionales, apoyado por los sistemas religiosos.


2- El tecno-económico del progreso, que es el dominante a partir de la modernidad.


3- El que está aún en ciernes, la visión ecológica y espiritual del mundo (KEEN, Sam. El Dios desconocido).



La humanidad se debate entre estos tres elementos, y de su acertada decisión, dependerá su futuro: el de replantear los valores de las religiones tradicionales, que no están de acuerdo con los cambios de la época; el de seguir nutriendo el mito progresista, que como bien se sabe llevará a la catástrofe, o el de ser solidario con la naturaleza y con los humanos como lo plantea el nuevo paradigma.


Según los testimonios más antiguos, el culto a los muertos es uno de los orígenes de la religión; la piedad se convirtió así en un elemento decisivo en la vida humana. La apatía, la indiferencia, y la crueldad con los desfavorecidos, es uno de los síntomas del mundo industrial; los nuevos modelos del universo lo conciben no como una máquina, sino más bien como un organismo al cual debemos cuidar, porque con ello nos estamos cuidando a nosotros mismos. Esa es la raíz de la nueva religión.
















miércoles, 21 de septiembre de 2011

PALABRAS VIVAS Y “LENGUAS MUERTAS” – XVIII-




PALABRAS LATINAS - HOMO HOMINIS HOMO
-El hombre es hombre para el hombre
-

OSCAR LÓPEZ R. – FILÓSOFO - PSICÓLOGO



Breve ha sido la estancia humana en nuestro planeta: dos millones de años llevamos aquí nos dice la ciencia, y en ese lapso de tiempo, hemos modificado el paisaje azul y verde, en especial en el último tramo -50 años-, transformando radicalmente la naturaleza, desecando océanos, mares y ríos, poblando regiones inhóspitas, talando árboles, aprovechando desde los minerales más simples hasta los más complejos, para realizar no sólo prodigios con ellos, desde minicomponentes hasta mega-estructuras, sino depredando la naturaleza produciendo miles de objetos convertidos en desecho. Así, hemos creado obras magistrales como El Tal Mahal, La Capilla Sixtina, también producimos engendros como Auschwitz y los múltiples Gulags, que son el infierno en la tierra. Tanto es nuestro poder, que podríamos eliminar toda forma viva. Así, éste ser tan aparentemente frágil, ha podido liberar el átomo, viajar por el Espacio, recorrer el mundo, y dominar el indómito paisaje. Pero aún se pregunta por sí mismo, pues no sabe quién es.

“Muchos son los misterios; pero nada más misterioso que el hombre. El cruza la extensión del espumoso Ponto, en alas del noto proceloso y lo surca oculto entre las que braman en su derredor, y a la más venerada de las diosas la Tierra, a la incorruptible, a la infatigable, la va fatigando con el ir y el venir de los arados, año tras año, trabajando, con la raza caballar . ¡Inexhausto en recursos !. Sin recursos no le sorprende azar alguno” (Sófocles-Antígona).

¿Quiénes somos? Son múltiples las respuestas, desde los mitos, la religión, la filosofía y la ciencia; somos multitud de promesas y posibilidades incumplidas. Como seres biológicos, somos una especie limitada, y sólo a partir de la cultura, logramos realizarnos; así, somos multitud de promesas y posibilidades: cada niño al nacer realiza algunas pocas y frustra una ingente variedad de ellas. Somos híbridos que para lograr realizarnos, debemos responder a las imperiosas exigencias materiales, sin descuidar el débil y susurrante murmullo del espíritu.

El ser humano es un ser contradictorio, complejo y ambivalente. Es multiforme, de ahí la diversidad de culturas con lenguajes, costumbres, creencias y hábitos diferentes. Somos seres sociales, y por ello, “toda sociedad para poder sobrevivir, crea imágenes o representaciones globales” a través de las cuales “se da una identidad, percibe sus divisiones, legitima su poder o elabora modelos formadores” (Castoriades). En suma, “la vida toda del hombre, no es otra cosa que el proceso de darse nacimiento a sí mismo” (Fromm), proceso nada fácil, y por lo cual, debemos vencer muchas resistencias, tanto las de nuestro elemento biológico como social y cultural.

Además, no podemos tomarnos sólo en nuestro elemento empírico, sino que existe en nosotros una parte ideal, que nos impele siempre hacia adelante. Por eso, somos aún seres incompletos.

La ciencia de nuestros días nos ha enseñado que no nos conocemos en la simple introspección, sino en nuestro obrar, y nuestras realizaciones dicen más de nosotros que los miles de discursos que lanzamos. Hay una abismal distancia entre lo que decimos ser y lo que somos realmente. En suma, todas las respuestas confluyen en una sola: somos desconocidos para nosotros mismos.

Por eso, ser humano es existir “con” los demás; estamos entrelazados unos a otros más fuertemente de lo que pensamos, estamos atados a éste hermoso universo y a todo el proceso evolutivo que en nosotros ha tomado conciencia. Hemos ido construyendo paso a paso un proceso, primero de hominización, es el homo faber, que forjó herramientas para superar sus limitaciones naturales, sacando provecho de ellas, y poder sobrevivir. Más lento y tortuoso ha sido el proceso de humanización, con avances y retrocesos, regresiones y fracasos.

La pensadora alemana Annah Harendt, resume en tres las actividades fundamentales de nuestra humanización: Labor, Trabajo y Acción. Por la primera, el hombre satisface sus necesidades básicas como comer, beber, vestirse y dormir. El Trabajo, nos permite producir objetos duraderos, las obras de la técnica, que hacen nuestra vida más placentera. La Acción, nos hace específicamente humanos, y crea nuestra pluralidad humana y nuestras relaciones. Desafortunadamente, la gran mayoría de los humanos no han logrado cumplir las tres condiciones, sino que han estado atados a las dos primeras; sólo el recto equilibrio de las tres nos hace humanos.

HOMO HOMINIS HOMO. A primera vista, este apotegma de la tradición clásica, parece tautológica, pues ¿no es acaso una verdad simple que somos humanos no sólo para nosotros mismos, sino para los demás? Sin embargo, los humanos en la vida corriente y cada vez más, nos tratamos unos a otros como cosas, es decir, como medios y no, como lo pide el imperativo categórico y la regla de oro: trata a los demás como fines y no como medios.

Con Aristóteles sabemos que el fin de la ética, que regula lo que debemos ser, es el “buen vivir”, pero implica que contemos con los demás, pues no se vive bien aisladamente, sino que requiere de la vida en comunidad, pues como dice el mismo filósofo, el que vive aislado es “un ángel o una bestia”. A partir de la sociedad burguesa que surgió en Europa desde los siglos XVII y XVIII, y se ha extendido hoy a todo el mundo, se nos ha hecho creer que el hombre se hace a sí mismo en solitario, ocultando lo que nos debemos unos a otros. De ahí que haya sido considerado el filósofo inglés del siglo XVII, Hobbes, el expositor de su ideología: “Homo hominis lupus”, “el hombre es un lobo para el hombre”, creando la jaula competitiva que es el mundo actual y en la cual está atrapada hoy gran parte de la humanidad.

Ella se ha aprovechado de los logros técnicos y sociales, y los ha confiscado en beneficio de su clase o grupo, sometiendo a los demás grupos, clases y naciones. Con ello logró una expansión que ha llevado no sólo a someter la “Naturaleza”, sino a convertir a los humanos en esclavos y los ha reducido a la condición de “cosas”, borrando toda huella de humanidad y espiritualidad. Las diversas colonizaciones han sido la puesta en práctica de ese sofisma, llevando a tres partes de la humanidad a su dominio, llevando al planeta entero al riesgo de su aniquilación en aras de sus fines egoístas y depredadores.

Los humanos del siglo XXI, estamos dominados por una ideología que se impuso en Europa y luego en el planeta entero de que somos seres aislados, se nos ha separado de la naturaleza y de nuestros congéneres, lo que ha llevado a la soledad más pavorosa, con su secuela de violencia y enfermedades de toda especie. Además se ha creado la aberrante idea de creer que cada cual puede bastarse a sí mismo, lo mismo que la paradójica situación del llamado “gregarismo individual” (Annah Harendt).

Esa ideología creó el “hombre masa” de nuestros días, manipulado por poderes anónimos, llámese burocracia, empresa, grupos de poder, sometido dócilmente a todo tipo de vejaciones, es el Totalitarismo en el que el ser humano no sólo es una “cosa”, sino que es un ser “ superfluo”, es decir, que ya no cuenta como humano. De ahí el culto al Fuhrer, al “Gran Hermano”, del que cree depender para vivir, despojándose de su bien más preciado: la libertad de pensar y de actuar. El Totalitarismo como anota Arendt, es la incapacidad para pensar por sí mismo y poseer convicciones propias, que es a lo único que le teme el Totalitarismo, y por eso persigue a quienes tienen convicciones propias. Es decir, sólo “el hombre es hombre para el hombre”. La condición humana, es la libre comunicación de proyectos por parte de individuos en un espacio público donde el poder se divide entre iguales. Pero es la natalidad, lo propio del hombre, la capacidad para empezar algo nuevo, para añadir algo propio al mundo y aquí ningún totalitarismo puede soportar esto.

Los Medios Masivos de Comunicación, dominados por las grandes corporaciones económicas, cumplen un papel en esto, encerrando, en especial a los jóvenes, en esta maraña, en que paradójicamente, aunque se sientan más “interconectados”, están cada vez más incomunicados, o sea que es más fácil contactarse, con los que están más lejos, que con los que están a nuestro lado. Con esto se están generando diversas enfermedades de tipo psicológico y espiritual. Además, s ha creado la sensación de vivir sometidos a un poderoso engranaje que se presenta como omnipotente, cuando en verdad sin nuestro asentimiento, podrían hacer muy poco. No vivimos el fin de la historia, sino más bien, buscamos afanosamente salir ir de la prehistoria, es la llamada Edad del Hierro planetario: nuestras potencialidades no han sido aún expresadas totalmente. Existen en nosotros “conexiones, comunicaciones, resonancias, empatías, telepatías, visiones que se han diversificado bajo el nombre de fenómenos paranormales, de los que no sabemos aún su veracidad” (Morin). No sólo esto, aún hay mucho de oscuro en la comprensión del ser humano, sino que el misterio se crece a medida que avanzamos en su conocimiento. Así, el conocimiento de nuestro cerebro en su organización de millones de neuronas, nos indica que es aún poco lo que sabemos de nuestras cualidades, propiedades y virtualidades.

El diagrama de nuestra vida se forma de “tres “líneas sinuosas perdidas hacia el infinito, constantemente próximas y divergentes: lo que un hombre ha creído ser, lo que ha querido ser, y lo que fue” (M.Yourcenar). Ellas nos defines, y por eso además de todos el ser humano es para sí mismo un “homo absconditus”, no sabe aún lo que le espera, pero se nos ha dado la dura tarea de definir qué queremos ser. En nosotros coexisten libertad y necesidad, bien y mal, y según impere una u otra, así será nuestra vida individual y social, infierno o paraíso. Como anota el filósofo argentino, Francisco Romero, “el hombre es padre de sus obras, pero también hijo de ellas”. Todo es posible: una nueva barbarie, o también un nuevo renacer.

viernes, 2 de septiembre de 2011

PALABRAS VIVAS Y “LENGUAS MUERTAS” - XVII

PALABRAS LATINAS -
LUZ Y TINIEBLAS: Lux ac tenebrae



OSCAR LÓPEZ R. FILÓSOFO-PSICÓLOGO


Los dos fenómenos más contrastantes que hallamos en nuestro mundo, son sin duda los de la luz y la oscuridad, y desde tiempos inmemoriales, los humanos se han sentido fascinados ante el fenómeno de la luz; por eso, en las largas noches con su séquito de fantasmas, se esperaba con ansia como un milagro, la llegada del sol, de ahí su culto aún hoy día entre muchos pueblos. El habla diaria también se expresa, para señalar a dos personas muy diferentes se dice que “chocan como la noche y el día”.


Las diversas culturas han elaborado tanto imágenes de la luz como de la oscuridad, así, la negrura ha sido casi siempre de carácter negativo, y se han elaborado fórmulas para exorcizar el poder tenebroso de la oscuridad. En las diversas religiones, la imagen de la luz ha sido considerada como un símbolo de lo divino, los santos y la Virgen y se convirtió en el eje del arte Gótico de las catedrales. Caravaggio y Rembrandt, han expresado en sus pinturas ese juego entre la luz y las sombras, siendo el claroscuro equilibrante entre ambos.




La luz ha sido tratada en forma mítica, teológica, metafísica, científica y poética, por eso, no se puede hablar de la luz solo en forma conceptual, sino también metafórica. Y se habla de la iluminación divina, que poseen los místicos. En la poesía será una constante y en la Aida de Verdi cantan Radamés y Aida: “Nuestras almas errantes vuelan hacia la luz del día eterno”.



En el estudio de los símbolos, es decir, los principios constitutivos de la imaginación, el primer principio a señalar es que no hay luz sin tinieblas, pero la noche tiene una existencia autónoma; según Durand, en la imaginación existen dos regímenes: uno diurno y otro nocturno; aquel se caracteriza por una polaridad constitutiva y por eso es el régimen de la antítesis, de ahí el dualismo en las metáforas de la noche y el día entre los trovadores medievales, el cual es según Rougemont, un dualismo de inspiración cátara que ha estructurado la literatura de Occidente bajo el influjo platónico.



Para los griegos la luz era Phos, que los latinos tradujeron por lux y lumen. Como anota Ferrater Mora, lux significa una fuente luminosa, y lumen los rayos emanados de esa luz. En el Budismo la “iluminación” es la esencia de la religión, un Buda es alguien que ha llegado a la imaginación. Para los egipcios, había dioses del sol, en el zoroastrismo hay una lucha entre la luz y la oscuridad. La luz figuró en el gnosticismo, en el neoplatonismo, y en la filosofía del mundo grecorromano.



En La Biblia el principio de la Creación fue a partir de la luz: “Hágase la luz”, fueron las palabras de Dios para crear el mundo. En los judíos, la celebración de la Pascua hace referencia concreta al período anual en el que el curso del sol se hace más largo después del equinoccio de primavera y se estableció la fiesta de la Pascua el Domingo siguiente al 14 de Nisan. En el Nuevo Testamento la Resurrección de Cristo es la nueva Pascua definitva, refiriéndola a la evolución anual del sol. Cristo se presenta como la Luz del mundo; San Juan señala como cualidad de Dios la luz: “Dios es luz y en El no hay oscuridad alguna”. Melitón de Sardes llama a Cristo El sol de Oriente que pasó al Hades y se elevó hasta lo más alto de los cielos como el único auténtico sol. La Pascua cristiana no depende de ningún mito solar, sino que el sol es símbolo e imagen para expresar que todo lo que la antigua piedad había vislumbrado únicamente, se había hecho suprema realidad con Cristo.

También en la literatura hallamos esta relación. El paseo del Fausto de Goethe a celebrarse en la Pascua, celebra la reanimación de la naturaleza, mientras que la fiesta cristiana es eco de la Resurrección de Jesús.


Los filósofos también han reflexionado sobre la luz, y sobre la visión. Por eso, Platón le hace decir a Sócrates, “¿no te has percatado de cuánta magnificencia hizo gala el artífice de nuestros sentidos al crear la facultad de ver y de ser visto?” (República 507 a.c.). Para él la vista es el órgano de nuestros sentidos que más se parece al sol. Pero él va más allá para señalar cómo el Bien desempeña en el mundo inteligible, lo que el sol en el sensible, una analogía preferida por Platón. El alma cuando está iluminada por la verdad, sólo el bueno conoce la verdad. Platón en el Político 548, señala el influjo del sol en la realidad sensible. San Agustín señala cómo la luz fue creada antes de la distinción de las cosas y de la creación de los cuerpos celestes y que Dios sólo habla por primera vez al crear la luz.



La nueva Hermenéutica con Gadamer indica también cómo “la multiplicidad de lo pensado surge sólo desde la unidad de la palabra. Es lo que él llama una “metafísica de la luz”. Para él, “la belleza tiene el modo de ser de la luz” y sin la luz nada puede ser bello. Así pues, la metáfora de la luz es una de las más utilizadas, pues sin ella no puede aparecer belleza alguna, la luz no es sólo la claridad de lo iluminado, sino que en cuanto hace visible otras cosas, es visible ella misma, es decir, es reflectiva de sí misma y la misma oscuridad lo es en relación a la luz. En la filosofía se habla de la reflexión, como aquella función que permite aparecer la luz de la verdad. La luz reúne el ver y lo visible y sin ella no existe ni lo uno ni lo otro, la luz es la que articula las cosas visibles como formas que son al mismo tiempo “bellas” y “buenas”. La luz articula no sólo lo visual físico, sino lo inteligible, el espíritu que los griegos llaman el Nus. Pero el cristianismo ha ido mas allá al señalar cómo “la luz que hace que las cosas aparezcan de manera que sean en sí mismas luminosas y comprensibles, es la luz de la palabra”. Así pues, la luz aparece como metáfora de la verdad (GADAMER, H.G., Verdad y Método)


Pero si ha habido una metafísica diurna, también ha habido una nocturnal; de modo que si ha habido una preeminencia de lo diáfano, transparente, a partir del romanticismo, se abrió camino una filosofía de lo oscuro, nocturnal, sea con Poe, Baudelaire y todos los “poetas malditos”. Entre nosotros ha sido León de Greiff, quien más ha reivindicado esa fuerza de lo nocturno:


Yo de la noche vengo a y a la noche me doy


La noche dulce Ofelia despetalando flores,...”.



En otro poema nos dice:


¿“Cuando vendrá la noche que nunca termina”?


Y aunque en la literatura se ha identificado lo negro como negativo, y el celoso Otelo es negro, Atahualpa Yupanki le canta al niño negro en su canción de cuna:


Duerme negrito, que te lleva el diablo blanco, negrito”.


Despectivamente en el siglo XVIII se habló de una “edad de las tinieblas”, luego del colapso del Imperio Romano, y el Medioevo, queriendo indicar que era una época en que se vivió entre guerras, migraciones y cataclismos, pero como hoy sabemos, esta afirmación era más fruto de una edad que se consideraba a sí misma ilustrada, la época del Iluminismo, o el “Siglo de las Luces”.


También los románticos alemanes -Schlegel y Schelling usaron el concepto de luz al tratar las relaciones entre el Espíritu y la Naturaleza. Para Schelling la luz era una especie de “medio” como un éter en el cual se movía el “alma universal”.


Los científicos ven en la luz una forma de energía. Clark Maxwell formuló la teoría electromagnética de la luz, según la cual, la luz era una forma de radiación -electro-magnética en forma de ondas. Einstein a su vez, al buscar explicar el “efecto foto-eléctrico” que despiden ciertos metales como el berilio y el selenio al incidir en ellos un rayo de luz, propuso la teoría corpuscular de la luz. Y se llamó entonces “Quantos” de luz, o “fotones”, que poseen energía y un carácter ondulatorio. Hoy se acepta que existe una complementariedad corpuscular-ondulatoria propia de la naturaleza de la luz.


Tal como lo relatan los mitos, el drama fundamental es el del día y la noche, por eso todos los héroes son solares y los dioses son dioses de la luz. Como anota Bachelard, “concluyen como la noche: con el éxito del día, del héroe bueno que devuelve la vida a los hombres perdidos en las tinieblas”. Para San Pablo, el cristiano no es hijo de las tinieblas, sino de la luz, con lo cual reafirma la expresión de Jesús: “las tinieblas no pueden vencer la luz”.


¿Es nuestro tiempo de luz o de tinieblas? Esto depende de la óptica con que lo miremos; si consideramos los siglos del XIX al XXI, a partir de sus logros materiales, es una época fabulosa, pero ¿en qué tiempos han ocurrido las matanzas y crímenes colectivos como en el nuestro? Sin embargo, cada vez se siente más la necesidad de una nueva época en la que un renacer del espíritu supere la oscura y larga Edad del Hierro planetario, en que los derechos de los pobres y humildes son pisoteados, y que Goya reflejó en su pintura Tres de Mayo, pero este cambio implica una renovación que sólo puede venir desde lo más hondo del ser humano y de su espíritu.