sábado, 27 de noviembre de 2010

PALABRAS VIVAS Y LENGUAS MUERTAS VIII

EROS Y AGAPE
ÓSCAR LÓPEZ R. - Filósofo - Psicólogo
¿Qué es lo que nos aqueja más a los humanos, después del pan, que el amor? Nada en la vida, nos conturba y causa tantas contradicciones como él. Esta es una confirmación cotidiana: todos necesitamos ser amados; para el recién nacido, el ser amado por su madre es una condición indispensable de su crecimiento, y los objetos materiales con los que los padres inundan a sus hijos, por importantes que sean no colman su carencia, y en lugar de llenar el vacío afectivo, lo aumentan.

Como la vida en su pujanza está ordenada en vista a la reproducción, todos los vivientes estamos encadenados a la sexualidad: reproducirnos o no dejar descendencia. Pero, en los humanos el sexo se enlaza con el erotismo y el amor, que son como dice Octavio Paz, “la llama doble de la vida” y así, el sexo “levanta la llama roja del erotismo, el cual a su vez sostiene la llama azul del amor”.

Sexo, erotismo y amor son las tres fuerzas que debemos integrar como camino a la felicidad. El sexo es la fuerza primordial . El erotismo a su vez, es sexualidad socializada, suspende la finalidad de la función sexual, y esto gracias a la imaginación y la voluntad, y puede ser sublimada, de donde vienen el arte, la ciencia y el saber, la religión misma. Por eso, no es mera sexualidad animal, sino ceremonia, representación, invención y variación incesante. Cuando domina el deseo de posesión,estamos bajo el imperio del Eros, y cuando es entrega, donación, tenemos Agape, y así lo entendieron muy bien los antiguos. Por eso San Juán en su evangelio la mejor expresión que halla para definir a Dios, lo denomina "Agapós”, es decir, Amor. Ágape es un amor desinteresado y desprendido casi en su sentido absoluto, es un amor que se da y no se impone, no busca ganar la vida sino arriesgarla (Nygren).

Ágape constituye así, una especie de cualidad de la persona que determina una relación existencial. Los latinos y los griegos no hablaban tanto de sexo, lo que les interesaba era el amor, y la expresión eros no designaba el sexo, y para ello empleaban la palabra phylon que era un término zoológico.

Si la historia es como dicen los mitos, la caída en el tiempo , o como dice Joyce “es esa pesadilla de la que queremos despertar”; el amor es una apuesta contra el tiempo, es esa percepción instantánea del infinito, que sume todos los tiempos en uno sólo. Por él vislumbramos esa otra vida que todos anhelamos frente a la que nos ha tocado vivir y sufrir, y supera la separación y soledad. En todo amor hay tiempo para la dicha, como para el sufrimiento. Por eso lo define San Juán de la Cruz, como una “llaga regalada”, un “cautiverio suave”, una “herida deleitosa”.

Dutrante siglos se extendió una ruda persecución sobre el Eros, herencia de un platonismo y cristianismo desdencarnados; el mundo actual si bien, predica la libertad sexual, con sus exigencias consumistas, lo ha banalizado al punto de quitarle su fuerza liberadora. Siglos de dominio del "logos", privilegiados aún más desde el Renacimiento, en desmedro de Eros, llevaron a que Eros como fuerza volcánica reprimida se vengara, dejando tristes secuelas, como son las neurosis y las perveresiones, de las que Freud logró desentrañar su misterioso poder.

En nuestros días, Eros, ha sufrido una profunda transformación, y con los diversos destapes y liberaciones, y una familiaridad casi absorbente a través de los medios masivos, han desvirtuado su sentido y ha banalizado la relación amorosa "ad nauseam", aún para las mentes más amplias. Hemos pasado de las relaciones de amor duraderas a las simples encuentros furtivos, y así se confunde cualquier trato erótico con el amor. Una tarea actual urgente, es darle de nuevo su verdadero sentido y dimensión, integrándolo en nuestra vida diaria.

El mundo antiguo era muy rico para expresar el amor: como anota Joseph Pieper, el latín, que es
el idioma que formó gran parte del lenguaje occidental, tiene por lo menos doce palabras para designar el amor: caridad, piedad, afección, dilección, etc. Así, “Philía”, acentúa el sentimiento de solidaridad, philein, no sólo entre amigos, esposos, compatriotas. Así cuando Antígona dice que “No he sido hecha para odiar, sino para amar, no emplea la palabra eros ni ágape, sino philein.
Para Platón Eros implica una pluralidad de dimensiones, desde la inclinación ante lo corporalmente bello, hasta la “manía” o locura divina (theia mania) que es el ímpetu de la ascensión hasta la contemplación de lo divinamente hermoso”.

La palabra latina “affectio”, muestra un nuevo elemento del amor, y es el elemento de la “passio”, la pasión que se nos impone fatalmente cuando amamos. Así, al amar no somos sólo activos, sino que más bien el amor es algo que nos llega.

Según el mito griego Eros se enamoró de Psiké, un ser mortal y su hijo es Voluptas (el placer). En la Biblia también está expresado en muchas formas, y su forma más inspirada es el Cantar de los cantares. Platón en boca de Pausanias tipifica a Eros: “oscuridad por un lado, luz por el otro”. Para el mismo enamorado nada hay más contradictorio y maravilloso, y a pesar de la destructividad del Eros, los antiguos reconocen también su lado dulce y saludable. Para Platón, Eros cumple un papel pedagógico y filosófico y con Sócrates es esencial en el deseo de saber. Por eso le gustaba llamarse “erastés”, enamorado como su profesión filosófica. Para todos ellos, el mayor impulso filosófico es erótico, aunque nuestros profesores de filosofía se encargan de negar esta verdad.
Como seres históricos, no existe en nosotros una naturaleza fija y preestablecida. Primero se dio el instinto sexual, es decir, la atracción erótica de un individuo por otro, sin el cual no hubiera sobrevivido nuestra especie. Pero nuestros instntos no actúan aislados, y así nuestro instinto de conservación, el más primario de todos, está vinculado a otras formas como el honor, la fidelidad a una creencia religiosa, es decir hay una “coalescencia” de lo natural con lo cultural”. Y por eso el instinto sufre múltiples transformaciones. Por eso Freud mejor habló de impulso sexual que de instinto sexual. Como anota Ortega, no hay un amor natural frente a los amores innaturales, sino formas perversas de relación.

El arte, el teatro, y la literatura nos han abierto el camino para su comprensión, desde el teatro griego, los trovadores medievales, y filósofos del Renacimiento, buscaran darnos la clave de su enorme fuerza. Con Shakespeare tenemos a Romeo y Julieta, que encarnan el amor romántico en su form más pura, o Antonio y Cleopatra, encarnan los conflictos del amor maduro, y Troilo y Crésida, el amor desengañado. También en sus sonetos, Shakespaeare canta el amor sublime y reprocha al amor desairado.
Balzac también buscó desentrañar su compleja red en “El lirio del Valle”, Goethe con sus “Afinidades electivas”, o Flaubert con su Madame Bovary, nos mostró la trágica situación de la mujer provinciana del siglo XIX.

La ciencia actual, sea la antropología, con Malinowski y Margaret Mead, la sociología con Kinsey y Luhman, han abordado su naturaleza. Octavio Paz, Bataille, Buñuel y Hitchcock hallaron profundas analogías con el psicoanálisis. Artistas del siglo XX desafiaron las restricciones que la censura política, religiosa y económica impedían su desvelamiento. Ejemplos de ello fueron Joyce, Lawrence, Henry Miller, Thomas Mann Nabokob con su “Lolita” Warhiol, Passolini.

Al amor no le importan las diferencias sexuales; así, en los griegos, la relación normal era la de amor de hombre a hombre, pues la mujer no era suficientemente valorada ni digna de amar; pero ya a fines del siglo XI y comienzo del XII se inicia en Francia un nuevo modo de sentir del hombre frente a la mujer y consiste en que el hombre “se complace en considerar a la mujer como algo superior a él”, se establece así una relación de “señorío”, y la mujer es “señora” y el hombre es vasallo. Esta es una relación que implica distancia, la amada aparece en la lejanía y el trovador se queja de esa lejanía, el amor es visto “como delicioso dolor, como venturosa herida”. Y como anota Ortega, el amor cortés, no es un sentimiento que implica renuncia, sino más bien lo desea todo desde lejos.

Platón, en El Banquete señala cómo Eros requiere de muchas voces y una pluralidad de formas de expresión. Su teoría situará el eros biológicamente, definiendo el amor como la pena de la ansiedad y la bienaventuranza del deseo, es la demanda por el todo. O sea que amamos lo que no poseemos totalmente.


En Agustín, Eros como concupiscencia puede ser superado, y lo transforma en la divina “cáritas”, pero no pudo superar su maniqueísmo, marcando así con Pablo una idea del amor pecaminoso.

El tema erótico es perenne y Sakespeare lo compara con el sol “porque como el sol es diariamente nuevo y viejo, también el amor lo es”. La pasión erótica y su fracaso ha llevado a muchos a transmutarla por la pasión de conocer. ¿Qué relación hay entre ambas? Freud lo estudia en su ensayo sobre Leonardo da Vinci, cuya curiosidad sexual infantil fue enfocada en buscar e un objeto imaginario que compensara la ausencia de la madre, y es el modelo para la energía investigativa y creativa.

Una contribución a la investigación de la ética de las emociones, debe confrontar la ambivalencia y el exceso del amor erótico. Por eso como lo señaló Proust, el amor erótico yace en la raíz de todas las emociones y no puede ser removida sin removerlas a ellas. Proust en su “En busca del tiempo perdido”, nos muestra cómo la pérdida del amor puede ser redimido, pues la suya es la historia de una experiencia dirigida a una vocación. A pesar de la preocupación por si mismo, es decir, el narcisismo del narrador, la obra es una expresión del trabajo del poeta. La “Recherche” es un libro de pathos, de “este perpetuo error que se llama la vida”. El libro sería como el Paraíso de Dante, donde el narrador nos conduce paso a paso a través del Infierno y el Purgatorio. La creación de creaturas como Swann, Gilberta Saint Loup, Charlus, Madame Verdurin, muestran su riqueza. El amor en Proust es la penosa conciencia de un vacío o carencia en el yo, acompañada por una demanda de restauración de la totalidad, sensación que tiene sus raíces en la infancia del niño que ansiosamente anhelaba estar con su madre.

Proust, siguiendo a Platón, ve en eros su aspecto contemplativo, al igual que Plotino, los neoplatónicos y Spinoza. Spinoza sabe de la necesaria ambivalencia del amor, y señala que la cura a la vulnerabilidad de la pasión amorosa, es la pasión por comprender, es decir, que tiene un propósito intelectual y creativo que queda vinculado a ella. Según esto, podemos tratar a los seres sin ambivalencias ni deseos de revancha, sin una autocentrada parcialidad que hace del amor una amenaza en la vida social. La idea segun la cual la pasión erótica estimula el conocimiento es semejante a la descripción de Freud del impulso de conocer.

“Las ideas son sucedáneos de los lamentos”, dice Marcel al descubrir su vocación. Cuando los dolores y las quejas son transformadas en ideas, pierden su efecto dañino y pueden traer gozo y tranquilidad. La cura por la vulnerabilidad de la pasión, es la pasión por el conocimiento. Una relación madura implica la compasión, la reciprocidad y la individualidad, que permiten crecer al amante. La reciprocidad requiere una voluntad de vivir con otros que son iguales, aceptando ser limitado y controlado.

Foucault centró su atención en el carácter histórico contingente del fenómeno erótico y así específicamente en los poderes sociales y políticos que juegan en la constitución y comprensión de la experiencia sexual.

El cine, el mayor heredero de la narración de historias ha empleado el retrato de ambas imágenes de eros, la totalizante y la dividida agonísticamente. Unas imágenes proyectadas en una pantalla rodeadas de oscuridad, evocarían lo erótico, y para muchos esta oscuridad es una especie de zona erótica. Según Roland Barthes, la oscuridad del teatro crea un erotismo difuso, y define el moderno erotismo urbano.

Amar significa pues, interesarnos por alguien que mueve todas nuestras fibras, y hasta puede transformar nuestros comportamientos, desarrollando formas de conducta que pueden extrañarnos a nosotros mismos y a los que nos rodean. Su característica principal es cierta atracción que alguien ejerce sobre nuestro yo y que es, como dice Ortega y Gasset, “como la llamada que el instinto hace al centro profundo de nuestra personalidad”. Además, no cualquier persona afecta nuestro yo, sino que el impulso erótico es selectivo, y depende de múltiples factores biológicos y culturales. Sin embargo, hay que diferenciar entre el impulso erótico, que tiene un número de objetos más amplio que el amor, el cual tiende al exclusivismo hacia un solo ser, en casos normales. Por eso el amor es ante todo una elección, como anota Ortega, y brota de nuestro centro personal, pues lo que lo decide son “las preferencias más íntimas y arcanas que forman nuestro carácter individual”. De ahí su exclusivismo, y hasta su monotonía e insistencia.

Sin embargo, aunque se puede amar a varias personas en la vida, hay cierta constancia en las características de la persona amada. Esto confirma que en nuestra existencia podemos experimentar varias transformaciones, sin perder nuestra propia identidad, y que significa que entramos en una nueva etapa de nuestro carácter.

El Amor y caridad se relacionan en que las obras de caridad cristiana se llamaban en tiempos de Agustín, obras de la “pietas”, que dice relación a un matiz del amor que hoy no es considerado como natural. La palabra caridad, tan deformada hoy día, no fue en principio cristiana sino acuñada por Cicerón cuando habla por ejemplo de la “cáritas generuis huani”, y tiene que ver con algo que nos es querido, caro, o sea aquello por lo cual estamos dispuestos a pagar un alto precio, incluso el amor a Dios y tenía la más alta valoración.
Roland Barthes en “Fragmentos de un discurso amoroso”, nos aporta algunos elementos importante sobre el amor. Así nos dice que, “Lo que clausura el lenguaje amoroso, es aquello mismo que lo ha instituido: su fascinación. No es si no con el otro, con quien me siento yo mismo”.
Luego reafirma: al decir, “Te amo”, no hay otro referente que su proferición, es un performativo, es decir, no tiene sentido si no en el momento en que lo pronuncio, es por ello irreprimible e imprevisible.

Además, en la proferición de “te amo”, el deseo es gozado. El goce no se dice, pero habla y dice “te amo”. Esta palabra basta para poner en marcha todo un discurso jubilar. “Te amo” es activo, se afirma como fuerza contra otras fuerzas, que tratan de bloquearlo, de anularlo. Con Platón afirma que “se ama a la otra persona, no según sus cualidades, sino según su existencia en un movimiento místico; amo no lo que ella es, sino porque es”.

“Miro a la otra persona con una doble mirada, unas veces como objeto y otras como sujeto, y vacilo entre la tiranía y la oblación”.

En la relación “se construye en torno nuestro la mayor resonancia, y por ello es un espacio de sonoridad total. Todo lo que viene del exterior es una amenaza, lo que quiero es un pequeño cosmos habitado sólo por “nosotros dos””.

Señala también la gran paradoja:
“Encuentro en mi vida millones de cuerpos, de ellos puedo desear centenares, pero de esos centenares no amo sino uno. El otro o la otra de quien estoy enamorado(a) designa la especificidad de mi deseo. En efecto, han sido necesarias muchas cualidades, coincidencias sorprendentes y tal vez muchas búsquedas para encontrar la Imagen que entre mil conviene a mi deseo. He allí un gran enigma del que jamás sabré la clave: ¿por qué deseo a tal persona? ¿Por qué persiste en mí ese deseo? ¿Qué es lo que de él o ella deseo? (una silueta, una forma, un aire, o no es más que una sola parte de su cuerpo?)”.
En el amor lo que ocurre es un encantamiento, encanto sufrido ante el ser amado, o sea que uno es sacado de sí mismo con fuerza y violencia, es decir, enajenado y fuera de sí. Todo esto es expresado con el término latino affectio: “quedar afectado”.

En todos los casos de amor, su sentido es una aprobación, es decir, llamar “bueno” a ese alguien que amamos, y es la expresión de una voluntad, de un acuerdo, de una alabanaza. Por eso esta afirmación es un acto de voluntad, es una forma de expresar “yo quiero que existas”. Pero a la vez es también una tendencia, es decir, un deseo de futuro, con un sentido apetitivo, es según Santo Tomás: “amar lo que ya posee y alegrarse en ello”. Esto significa que el núcleo de todos los seres es el querer y la voluntad, que según San Agustín es la más poderosa y dominante fuerza del ser humano. Por eso para él el amor es el punto de arranque y el centro de la existencia. Allí decide cada uno lo que es.

Según Gabriel Marcel, “amar a una persona es decirle: tú no morirás”; y según Soloviev, la muerte es “incompatible con el verdadero amor”. ¿Qué ocurre con la persona amada?
Según Sartre, refutando su conocida teoría según la cual “el infierno son los otros”, “éste es el núcleo de la alegría del amor que en él sentimos justificado nuestro ser. Según esto, no basta con existir simplemente, nos interesa ser confirmados en nuestro ser, es decir, ser amados por otra persona”.

Un elemento paradójico en el amor es que nuestra necesidad es la de un amor no merecido, y que sin embargo es la clase de amor que no deseamos, no queremos ser amados por lo que poseemos: belleza, bienes, simpatía, sino por quienes somos, sin motivo alguno. Por eso Platón considera que los amantes se avergüenzan cuando hacen algo deshonroso.

El amor se relaciona también con un querer el bien para la persona amada, pero paradójicamente
muchas personas rechazan ser amadas; en esto influye la aprobación de sí mismo que no todos tenemos, en especial, en situaciones trágicas y buscamos rechazar ese amor.

Todo esto hace parte de la moderna desconfianza frente a lo humano, pues “amar a alguien” es también creer en él, y son ambos expresión de una libertad, y de un respeto muy cercano al misterio.

Otra faceta del amor es el de los celos, que es un deseo apasionado de poseer a alguien para sí solo, en cuyo caso más dramático lo encarnó Otelo, quien asesinó a su amada Desdémona, imbuído por falsos celos inculcados por el cruel Yago. Como anota Pieper, estos son celos de alguien que amenaza nuestro amor. Se diferencia del que él llama celos por alguien, que es el sentimiento iracundo contra todo aquello que afecte a la persona amada, tal como se expresa el celo de Dios por su pueblo en los Salmos.

Otra dificultad en el amor es la que plantea Freud según la cual, “no todos los humanos son dignos de amar”, sin embargo esto es ir en contra de la incondicionalidad del amor legítimo, que no se interesa por las cualidades físicas o espirituales, sino ¿amaríamos a los indigentes o a nuestros enemigos?

La relación entre Eros y Ágape se ha visto como oposición, pero Eros no significa necesariamente el amor sexual, sino en su sentido más amplio, todo amor que exige o necesita la posesión de su objeto.

“En la tradición occidental existen dos imágenes aparentemente antitéticas de la relación amorosa, complementándose una a la otra o contradiciéndose ambas; una es la visión del amor, como una desbordante abundancia que viene de la fuente divina, de la existencia y la creación. Quien expresa mejor esto, es el místico alemán del siglo XIX Franza Von Baader, para quien la creación resulta del amor de Dios, el cual describe como “su absoluta abundancia en la abundancia””.

La mejor expresión del amor como ágape lo encontramos en Julieta, cuando expresa: "mi liberalidad es tan ilimitada como el mar, y profundo como éste mi amor. Cuanto más te entrego, más me queda, pues uno y otro son infinitos".

viernes, 12 de noviembre de 2010

PALABRAS VIVAS Y LENGUAS MUERTAS VII

LA PAIDEIA Y EL OCASO DE LA EDUCACIÓN
ÓSCAR LÓPEZ R. - Filósofo, Psicólogo


El Estado que se propuso como objetivo político la educación de sus conciudadanos, fue el griego, y lo hizo tomando como meta la idea de "paideia", cuyo equivalente aproximado pero inferior es nuestra Educación o Cultura. La “Paideia” de nuestro tiempo, interesa ya no a los pocos pobladores de la “polis” griega”, sino a ésta nueva polis planetaria que es el mundo actual. La tarea por ello, es educar no sólo a unos cuántos individuos, sino a la juventud del planeta entero, cuyo número de insatisfechos es creciente, y que sienten que un sistema político, económico y educativo obsoleto, el capitalismo, les impide ya no sólo forjarse su futuro, sino que está destruyendo el ecosistema planetario. Por eso, un nuevo paradigma, el “ecológico”, es parte obligada de todos nuestros proyectos, tanto globales como individuales, sin el cual ningún futuro es viable. Su gran ventaja es que es un paradigma no sólo teórico o académico, sino que nos involucra a todos los habitantes del planeta, que somos no sólo pasajeros, sino pilotos de la nave planetaria.

La situación mundial actual de globalización económica y tecnológica, ha obligado a que los gobiernos de los países emergentes como el nuestro, sometidos a los intereses del gran capital, centren sus políticas en el desarrollo tecno-industrial, y por eso el sistema educativo está basado en los modelos industriales y no en lo humano, en la competencia y no en la solidaridad. Todas las discusiones se reducen al problema de las técnicas, las estadísticas, los programas, pero sobre los fines nadie quiere hablar, pues se desprecia la discusión y la reflexión, y sólo se habla de números y porcentajes, pero nada de sueños ni de poesía.

El sistema capitalista está formando individuos, no sólo con determinados conocimientos sino con una determinada actitud, que es básicamente la renuncia a toda iniciativa. Técnicos con conocimientos parciales, especializados, a la medida de lo que necesitan las empresas, y las universidades se han ido acomodando a ese postulado egoísta e irresponsable. “El capital ha puesto bajo su servicio y control la iniciativa, la creatividad, y la voluntad de los individuos” (Estanislao Zuleta).
Con esto se oculta la dramática realidad de un mundo sin rumbo, en la que los jóvenes, con cada vez menos posibilidades de empleo se ven abocados a la desesperación o al crímen. De ahí que no sólo ven con pesimismo su propio futuro, sino el de nuestro planeta.

El mayor reto, en especial para los gobiernos es forjar proyectos no sólo para nuestro futuro inmediato, sino de largo aliento. Luego de décadas enteras pensadas en torno al “desarrollismo”, lema de los países poderosos, se trata hoy de forjar un nuevo modelo que a la vez que brinde un futuro a las nuevas generaciones, respete nuestra tierra, la cual muestra señales de enfermedad y requiere un mejor trato.

El ser humano, y en especial los jóvenes, necesitan como dice Marc Augé, dos cosas: una posibilidad real de pensar su relación con los otros y una posibilidad real de inscribir esta relación en una perspectiva temporal, es el “sentido social”, el cual debe ser concebido como posible y real, es decir, requiere un sentido político que piense el provenir, y no solo “gestione el presente” que es lo que hacen hoy los políticos. Se requiere una sociedad y un mundo en el que se pueda vivir y valga la pena estudiar.

Las instituciones educativas en nuestro país y en general, se dividen en dos, las de élite, para una minoría, que ofrecen altas posibilidades de formación educación, pero con costos elevados, e instituciones de tercera y cuarta categoría que sueñan con la educación cómo obtener empleo, ofrece las migajas de la educación descontextualizada, con profesores mal pagados y cuyo único interés es el lucro. Como anota Armando Montenegro, nos vanagloriamos mentirosamente de que nuestra educación es mejor que la de los países más avanzados. Las estadísticas internacionales nos colocan en un vergonzoso 61 lugar, y señala que, en los exámenes nacionales e internacionales nuestros estudiantes salen muy mal librados, pues “no entienden lo que leen, no pueden realizar las operaciones matemáticas más elementales, que los rudimentos de la ciencia están por fuera de su alcance. Pierden miserablemente su tiempo”.

Con los griegos se empezó a crear uel sentido de lo universal humano a partir del “logos”. La educación como formación humana integral dejó de ser prioridad pública, y lo que impera hoy, es la “lógica financiera”; bajo el criterio de altas cifras estadísticas, se está vendiendo una educación mediocre; más que educación es “instrucción”, “ adiestramiento”, una formación iletrada.

Han transcurrido más de 25 siglos desde que el experimento educativo griego se inició y se extendió por todo el orbe occidental, han sido siglos de avances y retrocesos, y que la palabra “paideia” tenga aún sentido, es alentador. Lo que se inició en una remota isla griega es hoy patrimonio de la humanidad. Ha logrado superar barreras físicas y culturales, al igual que momentos oscuros de la disolución del mundo griego, el ocaso del imperio romano, invasiones de pueblos incultos y sanguinarios, los terrores de la Revolución Francesa y el más feroz, el Holocausto Nazi, y erigirse siempre como idea luminaria en un mundo oscuro, es indicio de que lo que se propuso en un principio no es baladí.

Por eso no es anacrónico hablar de utopía, es decir, hablar del sueño del hombre universal; sin embargo, lo que hoy se hace en las instituciones educativas es formar robots programados para una carrera u oficio más que para ser seres humanos. Hoy vivimos en la tiranía del presente y no se quiere saber nada de futuro, y sin una idea de futuro no es posible vivir.

Quizás la mayor paradoja que vive el hombre actual, es la de que no sólo no sabemos para dónde vamos, sino que lo más grave es que tampoco sabemos hacia dónde deberíamos dirigirnos. Esta situación de perplejidad es notoria no sólo en los gobernantes, sino en los mismos intelectuales que perciben una realidad cada vez más inmanejable, vertiginosa, “una realidad líquida, fluyente” (Bauman) creada por un capitalismo que nos hace sentir insatisfechos con todo y con nosotros mismos. La única verdad es que a mayor industrialización, hay una mayor crisis de la educación, pues ésta no responde a filosofías humanistas, sino a criterios lucrativos e instrumentales, dirigidos por el gran mercado que señala qué se debe enseñar y aprender. La ilusión de los educadores es creer que se trata de ofrecer un sinfin de programas, todo ello cobijado bajo el principio de lucro que ha imperado en la gran mayoría de nuestras instituciones educativas y de ellas son rehenes nuestros jóvenes, pues sin educacion no se puede acceder al futuro, pero ésta es cada vez más inaccesible a la gran mayoría.

El sistema educativo actual es perverso porque ha abdicado de sus ideales basados en la formación autónoma, la crítica y el libre desarrollo de la personalidad. Los mismos docentes, ya no son seleccionados por su vocación pedagógica, sino por su capacidad de someterse a las políticas de adiestramiento que le fijan las instituciones. Todos ellos quedaron supeditados a la “ratonera competitiva” que obliga a todos a comprarse y a venderse. De ahí la sensación de rebeldía en unos casos, los más críticos y apatía en los desesperanzados de los inmensos sectores populares.

La educación de hoy en la fase industrial requiere un personal, cada vez más calificado, pero con el agravante de que hay una amplia oferta, pero con una mínima demanda. Pero la verdad es que siendo que el número de desempleados jóvenes y calificados es creciente, ni al Estado ni a la industria les interesa el problema del empleo juvenil, sólo se habla de él, en tanto sirva a los intereses del mercado. El nuestro es un “mundo sin rumbo”, sin embargo, numerosos grupos ciudadnos, ONGs, son conscientes que a pesar del panorama desolador, “otro mundo es posible”.
Las tres finalidades de un sistema educativo según Marc Augé, son: la conciencia de sí mismo, la relación con los otros y el conocimienrto del universo del cual formamos parte. Hacia ellos debemos volver nuestra mirada para lograr un futuro más justo y viable, y una vida humana más digna de seres que poseen un “logos” y que por la “paideia” logran ser más humanos y amorosos con nuestra madre tierra, que desde hace tres mil quinientos millones de años nos cobija y nos da vida.

Hoy parece anacrónico hablar de utopía, pero sin el sueño de volver a educar al hombre en lo universal, heredado de los griegos, no llegaremos muy lejos. Sin embargo, la mentalidad actual quiere desentenderse de ese ideal, porque hoy se vive la tiranía del presente y no se quiere saber nada de futuro, y sin una idea de futuro no es posible vivir. Además, todas las discusiones se reducen al problema de las técnicas, las estadísticas, los programas, pero sobre los fines nadie quiere hablar, pues se desprecia la discusión y la reflexión, y los gobiernos dominados por los tecnócratas sólo hablan de números y porcentajes, con lo cual ocultan la dramática realidad de un mundo sin rumbo, en la que los jóvenes desorientados, con cada vez menos posibilidades de empleo se ven abocados a la desesperación o al crímen.

Nadie quiere hoy hablar de utopías, pero sin el sueño de volver a educar al hombre en lo universal, heredado de los griegos, no llegaremos muy lejos. Sin embargo, la mentalidad actual quiere desentenderse de ese ideal, porque hoy se vive la tiranía del presente y no se quiere saber nada de futuro, y sin una idea de futuro no es posible vivir. Además, todas las discusiones se reducen al problema de las técnicas, las estadísticas, los programas, pero sobre los fines nadie quiere hablar, pues se desprecia la discusión y la reflexión, y los gobiernos dominados por los tecnócratas sólo hablan de números y porcentajes, con lo cual ocultan la dramátiva realidad de un mundo sin rumbo, en la que los jóvenes desorientados, con cada vez menos posibilidades de empleo, se ven abocados a la desesperación o al crímen.

viernes, 29 de octubre de 2010

PALABRAS VIVAS Y LENGUAS MUERTAS VI

PAIDEIA Y ROMANTICISMO
Óscar López R. Filósofo - Psicólogo

Si dejamos de lado el tono despectivo que tuvo en un principio y conserva aún, que romántico es alguien “fuera de la realidad”, el gesto y la actitud romántica no es sólo privilegio de una generación o época individual y social, sino una necesidad del alma humana sin la cual ésta queda reducida al más vulgar prosaísmo y necesita por ello de la poesía para aligerar la carga del diario vivir. Todo hombre que sueña en una vida distinta y en un mundo mejor, es romántico, y el que se acomoda a lo existente se convierte en el más vulgar filisteo.

El Romanticismo fue una nueva sensibilidad que surgió en la Europa de fines del siglo XVIII, concretamente en Alemania, que exaltó, "lo fantástico, lo irracional, lo misterioso, lo extraño, lo terrorífico, con un anhelo de descubrir el fondo común de todas las cosas, en suma, el arquetipo primordial de la materia, del espíritu y de la historia". Schlegel, Novalis, Hölderlin, Herder, miembros del movimiento llamado “Sturm und Drang” (tempestad y violencia). El Romanticismo ha sido considerado el movimiento epocal, “el más vasto y complejo del espíritu occidental en los últimos siglos “y esto se debe a su fuerza que le ha permitido servir de acicate a los movimientos no sólo de su época sino de la actual, y es parte importante de movimientos artísticos y culturales como el actual ecologismo que es uno de sus frutos tardíos.

Su característica principal es cierta propensión a lo sentimental, generoso y fantástico, a cierta espontaneidad y a la intuición sobre la sistematización intelectual que se apoya en reglas y modelos invariables; hay un predominio del elemento subjetivo sobre el formal, siendo además una búsqueda personal de novedades. Como movimiento artístico, es una lucha contra el clasicismo, que se apoya en la antigüedad greco-romana, en la cual hay un interés por la disciplina de las leyes convencionales que son aplicadas al arte. El romanticismo se apoyará en la Edad Media, dando curso libre al sueño y a la imaginación, a la potencia elemental de la creación, al espíritu aventurero y soñador, y de ahí el culto al Santo Grial, a la Vírgen, y a la caballería, en una forma de misticismo religioso. Aporta elementos nuevos de expresión, y así exalta el individualismo y la personalidad colectiva de los pueblos, lo que estimuló el espíritu nacionalista, y gracias a él, se afianzaron muchos de los predicados de la Revolución Francesa.


Fue además, una reacción al positivismo y a la Ilustración, un movimiento de rebeldía frente a un academicismo estéril y al empobrecimiento de la vida debido a la maquinización en la naciente sociedad industrial europea. Frente al poeta clásico adorador de la métrica, se erige el poeta exaltado, el mago que se atreve a ir más allá de lo sensible. Todo el romanticismo tiende hacia el éxtasis, a la revelación del infinito: le interesa lo milagroso y extraordinario, la magia de los ritmos, sonidos y palabras” (Walter Muschg).

El suyo era un deseo no sólo “de pasión y de exaltación, de imaginación y de ritmo” (William Ospina), sino de libertad y entusiasmo por nuevos ideales, alimentados por la naciente Revolución Francesa, y alimentó el sueño de las revoluciones americanas. En su estudio del hombre buscó en el Medioevo los valores espirituales que consolidaron la épica y la leyenda, lo mismo que el estudio de pueblos exóticos, o del Oriente o por los recién descubiertos americanos, prototipos del “buen salvaje” rousseauniano, como alternativa frente al corrompido ciudadano europeo.

Mientras que para la Ilustración el mundo es algo comprensible, explicable y fácil de entender, para el “Sturm und Drang” es algo incomprensible, misterioso y sin significado para la razón. Para éstos, el genio está en la cúspide de los valores humanos, y la creación artística es un proceso misterioso que surge de la inspiración divina, la intuición ciega y el estado de ánimo. Con esto el genio es elevado a un nivel nunca antes conocido.

Goethe fue por eso el más grande maestro de lo mágico y visionario que produjo Alemania, que encarnó en Werther y Fausto. Aquél, es el joven perplejo quien señala que su corazón “es todo mi orgullo, es la fuente de todo, de toda la fuerza, de toda la dicha y toda miseria”; pero se reconoce impotente. “Lo que yo sé, lo puede saber cualquiera, mi corazón solamente es mío”, y se suicida al convencerse que no es capaz de salvarse.

Fausto es el sabio desencantado que expresa: “¡Ay cuánta nostalgia!... de llegar a la orilla del mar inconmensurable, de beber en la copa de lo infinito aquel gozo de la vida enardeciente y sentir en la limitada fuerza de mi pecho, sólo por un instante, una gota de la dicha del ser que crea todo por sí mismo y en sí mismo”.

Románticos fueron Víctor Hugo, que con su “Hernani”, inauguró ruidosamente el romanticismo en Francia; igualmente Beethoven, Schubert, Mendelssohn, Schumann, y más adelante Berlioz, Liszt, Wagner, y R. Strauss, serán considerados neo-románticos. En la pintura el despertar de los sentimientos por la naturaleza, y reivindicar el paisaje, los ingleses Constable, Turner y Blake, fueron románticos, el surrealismo y el psicoanálisis son sus herederos al apelar al inconsciente, y aún en nuestra época, los movimientos ecologistas son un eco tardío de este romanticismo.

Fue en Francia donde el espíritu romántico tuvo mayor resonancia, pues allí se dio una lucha encarnizada contra el espíritu clásico que se apegaba a las reglas de la escuela y del racionalismo cartesiano. Además, fue el centro de las artes y la crítica durante la segunda mitad del siglo XIX, que luego seguirán los demás países. Las revoluciones de 1830 y de 1848 provocaron cambios decisivos en la vida artística y social en Europa y luego en nuestra América. Descubre además, la canción, las leyendas y las obras populares. Lord Byron reclama el derecho incondicionado del artista, y con ello hizo época.Voltaire y Rousseau tuvieron gran influencia en Alemania, en especial Rousseau, el cual era según Kant, “el Newton del mundo moral”.

Rousseau, en especial con sus Confesiones y su Emilio, se convierte en modelo literario, en el que la literatura es el espejo del autor, iniciando así una literatura autobiográfica. El artista junto al poeta es ahora el ideal de vida secularizada que determina el arte del hombre burgués y del trabajador en todo el siglo XIX. Será el crítico más encarnizado contra la naciente sociedad urbana en la que ve sus fallas fundamentales y opone la bondad del buen salvaje primitivo a la maldad del hombre civilizado. Mientras en Francia e Inglaterra la burguesía no abandonó las conquistas de la Ilustración, en Alemania, cayó bajo el influjo de la ideología y racionalista romántica antes de que hubiera pasado por la escuela del racionalismo. En especial, Lessing y algunos otros, eran ilustrados, pero la mayoría de la burguesía fue incapaz de comprender el significado de la Ilustración, y esto fue fatal para el futuro de Alemania, pues siendo la Ilustración la escuela política elemental de la burguesía moderna, en Alemania dominaban príncipes ,que eran terratenientes y mantenían a los campesinos en la servidumbre, y la burguesía estaba empobrecida; así, Alemania, desunida y llena de déspotas, quedó rezagada, cuando el comercio se desplazó del Mediterráneo al Atlántico, Antes de Lessing no había en Alemania escritores libres, y la mayoría de los escritores debían buscar otras ocupaciones.

Como anota Hauser:
“El movimiento romántico en el siglo XVIII fue en toda Europa un fenómeno sociológicamente contradictorio. Representaba, de una parte, la continuación y la cumbre de la emancipación de la burguesía iniciada con la Ilustración, y era por ello la antítesis del intelectualismo de las clases superiores, y por otra, era la reacción de estas mismas clases contra el racionalismo “corruptor” y las tendencias reformadoras de la Ilustración” (Historia Social de la Literatura y el Arte).

“La experiencia romántica, es el fruto de la experiencia contradictoria que vive el hombre ante el infinito: por un lado, su atracción hacia él, por el otro, la angustia ante lo inabarcable que se nos presenta. La inquietud romántica que obsesionó a Hölderlin en su Empédocles, es cómo recuperar la infinitud, luego de haberse lanzado al abismo, y a la cual le siguieron Schelling, Novalis. Por eso la filosofía romántica es una filosofía trágica, pues es la primera en Occidente en reconocer que el dominio del mundo por parte del hombre racional autónomo ilustrado, no es más que un espejismo, y vive además la escición hombre-mundo, razón-sensibilidad, sujeto-objeto; la escisión es insuperable para siempre, por eso es un nostálgico, pues a diferencia del hombre antiguo, sabe que su ideal se perdió para siempre”.

Kant, nos resuelve este dilema, señalando que, la experiencia estética es la experiencia por excelencia, y en su Crítica del Juicio muestra las nuevas posibilidades de relacionanrnos con el mundo, además de la cognoscitiva y la práctica. La experiencia de lo bello es indecible, e indescriptible, pero nos trae una reconciliación con lo real.

Cuando se comparan la Ilustración y el Romanticismo, se tiende a equiparar la primera como progresista, y al segundo como reaccionario; sin embargo, la relación no es tan simple, y así hubo un racionalismo burgués y progresista, pero también otro conservador y retrógrado. Hay una reacción del progreso como bien lo dijo Thomas Mann.

La Revolución Francesa halla en el Romanticismo su máxima creación estilísitica, pues ella misma quería un cambio, y así, exalta la expresión individual, y es un movimiento en lucha por la libertad contra el principio de tradición, de autoridad y contra toda regla, y como anota Hauser, “todo el arte moderno es hasta cierto punto el resultado de esta romántica lucha por la libertad”. Desde ahora, aunque el artista reconozca escuelas, grupos o movimientos, al crear, está solo y se siente solo, y busca expresarse a sí mismo, buscando su propio público.

El Genio del cristianismo de Chateaubriand fue la primera obra representativa del romanticismo francés, que estimulará también a un renacimiento religioso, y que es fruto de la liquidación de la Revolución, pues los franceses espantados por los excesos, cayeron en una desilusión que llevó a unos al pesimismo, y a otros aun cristianismo restaurador.

Gracias a las exposiciones de arte en Francia se inició una democratización de la vida artística, en especial a partir de la organización de los museos, así, el museo de Louvre fue creado en 1792, y allí expusieron los grandes pintores como David y Fragonard.

Nuestra época, en especial, necesita del romanticismo, no tanto el de las frases bonitas y buenos modales a lo Carreño, sino a ese espíritu soñador, esa utopía que desvele el órden aparente que nos mueve, pues “otro mundo es posible”, y esto fue lo que movió a los grandes reformadores de todos los tiempos, la pasión por ese mundo distinto y posible. Hoy la lucha más tenaz, porque en lugar de la utopía se ha impuesto una ideología totalitaria en la que se nos engaña con el señuelo del bienestar, del progreso y se amenza a quienes no lo sigan con el epíteto de retardatarios.

En Hispanoamérica el romanticismo también tuvo su historia propia. Como anota Pedro Henriquez Ureña:
“Las ideas constructoras de la conciencia americana, coinciden en sus inicios con los comienzos del Romanticismo, que ofreció posibilidades de exhaltación de figuras y paisajes coincidentes con ese espíritu”. “El movimiento romántico adquirió fisonomía propia en la América Hispánica cuando intetó deshecerse de todo cánon, adoptando un nuevo estilo emocional de composición y desarrollo, en lugar de las supuestas técnicas racionales de los neoclásicos”.

Según el escritor dominicano, esto condujo a la pérdida de dos hábitos de nuestros neoclásicos: el apego a los usos normales del idioma, y el conocimiento de todo lo que racionalmente debería conocerse en el tema a tratar. Así, según él, “el descuido se hizo moda y el poeta se sintió en libertad para permitirse cualquier “licencia poética” que se le viniera en gana”. Por eso se dejaba que “la inspiración lo rescatara todo”.

“Elvira o la novia del Plata, del argentino Estebán Echavarría, es la primera novela romántica hispanoamericana”, y es consenso general que el libro más importante de romanticismo hispanoamericano fue María, del colombiano Jorge Isaacs, compuesta en 1867 y que es una de las más extraordinarias exaltaciones del paisaje criollo.


Pero el espíritu romántico en su más extrema agudeza lo hallamos en Rafael Pombo y su “Hora de Tinieblas”, cuando expresó:

Hay no se qué pavoroso
en el ser de nuestro ser.
¿Por qué vine yo a nacer? ¿Quién a padecer me obliga?
¿Quién dio esa ley enemiga de ser para padecer?


…En nuestro país, con la independencia, hubo una serie de pensadores que reflexionaron sobre el significado de la herencia cultural española en la formación del espíritu nacional y de la formación de la sociedad colombiana. Entre ellos están los hermanos José María y Miguel Samper, Miguel Antonio Caro, José Eusebio Caro, Rufino José Cuervo, Rafael Núñez, éste en especial, expresó su deseo ferviente de reeducar al hombre colombiano sobre la base de patrones de vida no hispánica.

Como anota Jaime Jaramillo Uribe, en él, “había una mezcla muy abigarrada de influencias espirituales. El romanticismo se cruzaba con la ilusión de un mundo tecnocrático de ascendencia sansimoniana, con su admiración hacia los Estados Unidos y hasta con su vocación de comerciante que muchas veces exteriorizó”. Según Uribe Jaramillo, en asuntos educativos defendió siempre planes de estudio basados en las ciencias naturales y en la incorporación a la universidad de nuevas carreras técnicas, con lo que buscaba que se superara el tipo del letrado, del jurista, o todos aquellos semejantes al tipo ideal de la tradición española. Su ideal de educación lo tomó de Bentham cuya idea era la de formar una síntesis entre el humanista y el técnico, entre el letrado y el hombre de negocios, anhelo que corroboró en su vida personal, al combinar su vida literaria con la propfesión de contador público, a pesar del desprecio que había en el medio ambiente. Era tal el anhelo de una nueva tabla de valores para el pueblo colombiano que propuso que el Estado y su misión educadora debería eliminar costumbres tan arraigadas en el español como las riñas de gallos y las corridas de toros.

El pensador mexicano Octavio Paz señala que el romanticismo fue tardío en España e Hispanoamérica. Como lo señala, el romanticismo al ser una reacción contra la Ilustración estuvo determinado por ella, y fue uno de sus productos contradictorios. Para él, es otra cara de la modernidad, y señala su ambigüedad, pues exalta los poderes y facultades del niño, el loco, la mujer, el otro no racional, pero los exalta desde la modernidad. Señala además que nuestro romanticismo fue el “reflejo de un reflejo”, y que por eso fue más pobre que el español, pero nuestras revoluciones independistas estuvieron inspiradas por los dos grandes arquetipos de la modernidad: la Revolución Francesa y la Revolución de los Estados Unidos, pero nuestros revolucionarios al caer en el caudillismo, fueron aliados de los gobiernos extranjeros, con lo que las condiciones sociales siguieron siendo las mismas de la colonia, pero “se recubrió la realidad con la retórica liberal y democrática”, y así “Hispanoamérica fue una España sin España”, y corrobora lo que dijo Sarmiento, que nuestros gobiernos fueron los “ejecutores testamentarios de Felipe II”. Era el nuestro un feudalismo disfrazado de liberalismo burgués, un absolutismo sin monarca pero con reyezuelos: los señores presidentes.

La paideia en nuestra América debe tomar según esto, el camino de la crítica filosófica e histórica que cumple, además de la función intelectual que le es propia, una utilidad práctica, la de una cura psicológica y una acción política. Por eso señala que “si hay una tarea urgente en la América Hispana, esa tarea es la crítica de nuestras mitologías históricas y políticas”.

Para él el modernismo fue nuestro verdadero romanticismo, pero que no es una repetición del europeo sino otro romanticismo. Por eso, el modernismo empezó primero en Hispanoamérica que en España, pues fue “la necesaria respuesta contradictoria al vacío espiritual creado por la crítica positivista de la religión y de la metafísica”. De ahí el interés de nuestros poetas por la poesía francesa de su época, el simbolismo, que implicaba tanto un nuevo lenguaje como una sensibilidad y estética nuevas. Se creó así un movimiento complejo, que fue incomprendido muchas veces y que lleva lo que Paz llama la hironía romántica, pues la desesperación se alía al narcisismo.

jueves, 7 de octubre de 2010

PALABRAS VIVAS Y LENGUAS MUERTAS V

"PAIDEIA" E ILUSTRACIÓN
ÓSCAR LÓPEZ R. Filósofo-Psicólogo

¡Sapere aude! ¡Atrévete a saber! Este lema propuesto por Kant, es el que ha servido a todos los partidarios de la Ilustración para romper con los prejuicios y supersticiones que han dominado a la humanidad, y que para Kant es simplemente el mantenimiento de una "minoría culpable" que se da en los seres humanos.

A primera vista, la "paideia" y la Ilustración serían sinónimos, y así, el mayor fruto de la ilustración antigua fue la filosofía griega, y en forma extrema la sofística, pero cuando analizamos más hondamente la ilustración moderna, es distinta de aquella, pues ésta se dirige en especial contra la tradición religiosa del cristianismo expresada en las escrituras, la cual es vista como una visión dogmática de la realidad. Como anota G. Gadamer, "la tendencia general de la Ilustración es no dejar valer autoridad alguna y decidirlo todo desde la cátedra de la razón". Desde ahora la razón es la fuente última de la autoridad, y no la tradición, como se pensó durante siglos, lo que le permitió convertirse en investigación histórica.
La Ilustración es el fruto del esfuerzo por romper las cadenas de la ignorancia a las cuales según algunos autores, había sido sometida la humanidad por obra de la religión y de los grupos de poder. Para la Ilustración la esencia común de la humanidad son las "ideas racionales", es decir, la "razón" como tribunal supremo, y su ideal es el de querer ver con los propios ojos. Hay además una consideración teleológica, a ella opone Herder una concepción histórica universal del mundo. Según esto, pensar históricamente significa conceder a cada época su propio derecho, con lo que busca liberarse del esquema progresivo que la ha lastrado. La idea de razón va a ser criticada por Schleimacher con su idea de comprensión, por la cual los humanos nos entendemos unos a otros más en comunidad familiar, cívica o de intereses propios que con la propia razón. También Dilthey criticará este intelectualismo con su concepción de la "filosofía de la vida".
Durante mucho tiempo y desde sus inicios en el siglo XVIII, la Ilustración cumplió un papel decisivo para borrar prejuicios, dogmatismos, y falsos autoritarismos. Basta ver cómo el movimiento enciclopédico con Voltaire y Diderot a la cabeza, rompieron el oscurantismo y superaron privilegios que mantenían a la gran mayoría en la ignorancia, y tuvo un aporte decisivo en el proceso de la revoluciones modernas aún en nuestra América. Pero cuando la "razón", supremo tribunal al que se sometía todo criterio, sobrepasó sus límites, perdió gran parte de sus derechos. Así, la crítica a la autoridad y a los prejuicios estuvo matizada por una intolerancia, pues su tendencia es no respetar autoridad alguna, sino decidirlo todo desde la cátedra de la razón.

Para la Ilustración el concepto de prejuicio adquiere una carácter negativo que antes no poseía, pues su verdadero sentido es el de ser un juicio previo, antes de validar definitivamente cualquier afirmación, tal como ocurre por ejemplo en el derecho. La Ilustración asimilaba el prejuicio a juicio falso, cuando en verdad podría ser positivo o negativo, y así existen "prejuicios legítimos". Mucho más, no existe pensar que no posea parte de prejuicios, con los cuales luchamos permanentemente, pues todo saber, con el tiempo se convierte en prejuicio. Sólo una "razón absoluta" estaría libre de prejuicios, y esto es imposible, pues nuestra razón sólo existe como real e histórica, y como anota Gadamer "la razón no es dueña de sí misma, sino que está siempre referida a lo dado a lo cual se ejerce".
Como anota J. B. Vico, antes de comprendernos en la razón, son la familia, la sociedad y el Estado, los que nos condicionan, y así, "la autorreflexión del individuo no es más que una chispa en la corriente cerrada de la vida histórica. Por eso los prejuicios son, mucho más que sus juicios, la realidad histórica de su ser".
Existe un prejuicio de la Ilustración, y lo señala G. Gadamer paradójicamente, y es el prejuicio contra todo prejuicio, y con ello desvaloriza la tradición. Sólo en la Ilustración adquiere el concepto de prejuicio el caríz negativo que ahora tiene. Un antecedente de la Ilustración es la duda cartesiana de no tomar por cierto nada de lo que quepa duda alguna, y la aplica con su concepción del método que radicaliza esta esencia.

Inglaterra es un punto de avanzada en el proceso ilustrador, a principios del siglo XVIII fue el primer país europeo que logró superar las luchas políticas y religiosas, y logró equilibrar los choques que entre tradición y revolución, monarquía y libertad constitucional, y agricultura e industria, se habían presentado. Eso les permitió consolidar un gran imperio colonial aún después de la independencia americana. El empirismo era la filosofía dominante y en política, el liberalismo que limita los poderes del rey a partir de la existencia de dos cámaras, la de los lores y la de los comunes.

El ambiente intelectual era muy dinámico, ya en la cátedra, en el periodismo y en la vida diaria. A su vez en Francia, vivía una monarquía decadente, y un país en bancarrota, el absolutismo imperaba en política, el mercantilismo en economía, y el jesuitismo en religión. Esto hace que los sectores progresistas se interesen por la cultura y las instituciones de su tiempo. Tal es el caso de Voltaire, quien con un lenguaje sencillo expone las ideas inglesas, y así se extiende por todas partes, naciendo así, el movimiento "ilustrado", que va a ser el fruto de la fusión del intelectualismo francés y del empirismo inglés.
La Ilustración expresa una visión del universo que busca solucionar todos los problemas vitales, y desde el siglo XIX a partir de la ciencia se pretendió lograr la felicidad. Esto supone que la cultura logrará cumplir todos los deseos humanos, cuando se supere la ignorancia, en que las luces de la razón y de la ciencia lleguen a todo el pueblo. La Ilustración es ante todo un "optimismo racionalista", para el cual todo en la naturaleza está dispuesto con un orden racional y unas leyes sencillas, y de ahí la convicción de que esa misma armonía y orden racional estarán en la base del mundo humano, que vencerá el egoísmo y la maldad humana. En nuestra América, el movimiento ilustrador, buscó ante todo liberarnos de la opresión a que el imperio español nos tenía sometidos; Antonio Nariño, Francisco Miranda, entre otros, fueros sus adalides.
A partir de la hipótesis de los siglos XVI y XVII se habla de un derecho natural, por el cual un contrato social hará que el Estado armonice los egoísmos humanos. En teología, este optimismo racionalista se expresa en el teísmo, deísmo y materialismo. El primero, supone que hay una armonía en la creación y que hay un orden interno en el universo gracias a una inteligencia superior que ordena todo en la naturaleza. El deísmo, supone que la naturaleza como un todo, y animada íntimamente de una fuerza cósmica, la impulsa hacia adelante. Para el teísmo, el mundo es obra de un Arquitecto, sabio, que mediante las leyes naturales, lleva a los mejores resultados, pero no hace milagros, ni se ha revelado a ningún pueblo ni a ninguna iglesia, pues la experiencia y la razón nos ayudan a encontrar las huellas de la divinidad en el universo. El materialismo, representado por Holbach, sólo acepta la efectividad de la materia y de las fuerzas mecánicas que permiten el orden en la naturaleza.

La Ilustración derivó en una serie de equemas rígidos y fórmulas metafísicas, y así recibió las burlas de Voltaire, quien en su Cándido combatió el optimismo de la teología de Leibnitz, que quería explicar todas las catátrofes humanas diciendo que era para el bien del universo. En el siglo XX, los autores de la Teoría Crítica, señalaron que la humanidad no sólo no ha avanzado hacia el reino de la libertad, hacia la plenitud de la Ilustración, sino que más bien "se hunde en un nuevo género de barbarie", una regresión, que para ellos no sólo es el fin de la Ilustración, sino la autodestrucción de la Ilustración. Esto se debe según ellos, a que "la enfermedad de la razón radica en su propio orígen, en el afán del hombre de dominar la naturaleza, o sea, que es un progresivo proceso de racionalización, abstracción y reducción de la realidad al servicio del dominio del hombre, y que si bien en un principio quiso ser liberador, se ha convertido en un proceso de alienación".

Para ellos, la ciencia moderna como máximo desarrollo de la razón, al proponer con el empirismo el sometimiento a los hechos, ha terminado por eliminar todo "sentido" que trascienda los hechos mismos y ha derivado como anota Morin, en una "ciencia sin conciencia", que es el peor peligro del mundo actual, pues no acepta ninguna crítica.

Los dramáticos sucesos de la Segunda Guerra Mundial, con su secuencia de barbarie, llevó a numerosos filósofos a abandonar toda confianza en la razón, aún la misma dialéctica marxista, y a aceptar el diagnóstico de Max Weber de que el programa de la Ilustración es ante todo un "desencantamiento del mundo", o sea, un proceso progresivo e irreversible de racionalización de todas las esferas de la vida social y que lleva una funcionalización e instrumentación de la razón con la consiguiente pérdida de sentido y libertad. Sin embargo, la postura de Weber es pesimista, y la propuesta de la Teoría Crítica es la de una Crítica de la razón instrumental.
De lo anterior se deduce que hay una necesidad de una dialéctica de la Ilustración, en la cual se asumen las propuestas de Nietzsche, Benjamin, que plantean una filosofía negativa de la historia, y que en últimas es un signo de resistencia ante la tendencia creciente de la razón ilustrada que no sólo cede a la lógica del dominio, sino que olvida a sus víctimas.

En conclusión, la Ilustración es una tarea infinita, y esto supone reconocer sus límites, siendo el primero, la aceptación del misterio que rodea todo lo existente, y que la razón apenas puede vislumbrar. Este es un presupuesto básico contra la arrogancia de los científicos; esto no significa oscurantismo, sino reconocer como anota E. Morin, que los últimos avances de la ciencia nos llevan a la situación paradójica de que el conocimiento toca el misterio, y que "lo impensado y lo impensable están siempre presentes".

Es además el reconocimiento de los límites de la lógica, sin renunciar a la lógica, la aceptación de una ignorancia "ennoblecida", que no es la ignorancia que se ignora a sí misma, sino la derivada del conocimiento, y que se apoya en el socrático "sólo sé que nada sé". Además, en un universo poblado de infinidad de galaxias, es presuntuoso hacer de lo humano la medida de toda complejidad posible, pues cualquiera puede constatar que somos desconocidos para nosotros mismos, y que "al fin de lo inteligible surge lo ininteligible".

martes, 5 de octubre de 2010

PALABRAS VIVAS Y “LENGUAS MUERTAS” IV

LA PAIDEIA EN EL RENACIMIENTO
ÓSCAR LÓPEZ R. Filósofo - Psicólogo

La palabra “renacer” tiene un sentido mágico e implica una revitalización tanto en lo físico como en lo espiritual. No sólo los individuos, sino también las sociedades, viven momentos de gran ímpetu que los griegos llamaban “Kairos”, que son únicos e irrepetibles. Esto fue lo que se palpaba en la Europa Meridional, especialmente en Italia, a fines del siglo XIII, un nuevo interés por lo natural, el paisaje, lo humano, que preludiaron San Francisco, Dante, Giotto, Petrarca, Boccaccio.

En nuestro recuento sobre la idea de "paideia", nos corresponde señalar un período que como pocos ha situado a la humanidad en un nuevo camino en el desarrollo de la conciencia humana: el Renacimiento, y para entenderlo, es bueno recordar lo que dice Ralph Roeder:

La fuerza que creaba era la misma que destruía y no fue quizá pura casualidad el que las glorias artísticas y las miserias morales de la época alcanzaran su ápice conjuntamente “...Por eso en esta época hallamos personajes como Savonarola, Castiglione Maquiavelo y Aretino. Y concluye: “¿la virtud ascética de Savonarola, la virtud oportunista de Maquiavelo, la virtud social de Castiglione y la virtud animal de Aretino, qué vienen a ser sino las soluciones últimas de aquellos que temen a la vida, y de los que la aceptan, de los que pactan con ella y de los que a ella sucumben?” (El hombre del Renacimiento).
Por eso, según Jacob Burckhardt, las profundas contradicciones y los contrates irreconciliables de esta época, la llevan a ver como la verdadera imagen de la humanidad; de ahí su carácter ejemplar, pues "allí se descubrió y se alumbró el contenido íntimo del hombre". El Renacimiento no sólo poseía el concepto de la humanidad, sino la humanidad misma, forjando la idea del uomo universalis, que desde entonces será un ideal paralas épocas futuras.

El Renacimiento ha sido considerado como un período de transición que va de la Edad Media al mundo moderno, y por ser un movimiento tan complejo, no es posible adscribirle una fecha fija, pues en muchos aspectos vivimos problemas no resueltos de esa época. Sin embargo, este proceso fue gradual y no repentino, y el paso del siglo XIII al XIV, estuvo marcado por una serie de cambios en diversos campos, el estético que es el más conocido, igualmente abarca lo político, lo legal, lo filosófico, y aún cambios drásticos en las costumbres y en la vida diaria.

Fue una época deslumbrante y contradictoria, llena de luces y oscuridades, con personajes como Pico de la Mirándola, el gran expositor del Discurso sobre la dignidad del hombre, y Rabelais, que con su Gargantúa, se burló de los llamados valores medievales, César Borgia, y Lorenzo de Médicis. Sin embargo, gracias a ella, la humanidad luchó por la libertad consciente de sí misma, y esto, con una energía intelectual, y una pasión que luchó por superar los dogmas, el culto a la autoridad y el escolasticismo habían sumido a la Europa medieval, y el cansancio y los abusos del poder eclesial lleva a su limitación. Cada uno a su manera fue la expresión fiel de una época en búsqueda de sí misma, entre conflictos y turbulencias.

El Renacimiento tuvo un campo de aplicación múltiple; así en la arquitectura se redescubren los monumentos de la antigüedad, en la literatura aparecen nuevos manuscritos y hay una pasión por lo antiguo, un nuevo gusto por la poesía y la naturaleza que ya se había preanunciado desde el siglo XIII. A esto se agrega el descubrimiento del sistema solar de Copérnico y Galileo, la anatomía por Vesalio, la circulación de la sangre por Harvey, y en suma, la afirmación del método científico que había preludiado la escuela de Chartres. En lo político se supera el feudalismo, y aparecen las primeras naciones,

Italia fue la primer nación en donde se dieron dichos cambios, gracias a su régimen de libertades políticas, a su desarrollo comercial, al desarrollo de la lengua y a su posición mediterránea que le permitió ponerse en contacto con el fabuloso Oriente desde Marco Polo, Colón, y todos los que se atrevieron a romper las columnas de Hércules, el límite infranqueable hasta ese momento. En lo político, la ciudades lombardas arrebataron el poder fiscalizador a la iglesia y lo entregó a las comunas administradas por juntas de magistrados que eran responsables antes los ciudadenos. Era un renacer de la ciudad–estado helénica, se propagó así un culto al gobierno constitucional, que si bien tuvo logros, prepará el terreno para la aparición de los tiranos, esas figuras que se campean por todo el renacimiento.

El renacimiento carolingio había llevado a una nueva conciencia social de la cristiandad occidental; por primera vez se rompió con códigos tribales y el cristianismo promulgaba sus propias leyes, y transformación que no venía ni del elemento germánico ni romano. Se propició a sí el renacer del estado helénico independiente y soberano. Esto con el apoyo de los juristas de Bolonia (la primer universidad europea) con lo que se crearon everdadera esatados soberanos occidentales que disputaban a la Iglesia su poder. Asi, las ciudades del norte de Italia, contaban por vez primera con administradores que derrocaron a los obispos –principes, creando así un gobierno civil. Empieza a sí la alianza del Estado y el capital, que fundará el Capitalismo, que aún nos domina hoy, en forma más agresiva y global. Maquiavelo el primer realista con su racionalismo político y portavoz de su época, por eso es también el primer psicólogo del desenmascaramiento, precursor de Marx, Nietzsche y Freud. Expuso el dualismo moral que late en todo político, y para el cual el fin justifica los medios.

Después de la Edad Media, ya era claro que no era posible unir en una misma unidad la doctrina eclesiástica, las fuerzas nuevas, las naciones en formación y los individuos afanosos de libertad. Empieza la escisión Iglesia e Imperio, llevando a un antagonismo de 400 años. Con la conquista de Carlos V de Italia, empieza a dominar el capital financiero y por eso como anota Clarck ya la Iglesia formaba parte del sistema bancario internacional que inició Italia a fines del siglo XIII.
Por eso, ésta es la época en que el “realismo político”, en o sea el que desenmascara las verdaderas intenciones de todo poder, se hace consciente, luego de que ya era imposible una República cristiana por la lucha de poderes imperiales y eclesiásticos y se justifican gran parte de los crímenes de Estado”.

En la Edad media se desea conservar lo antiguo y tradicional, y no tiene ningún sentido para lo nuevo y para el progreso. Como anota Hauser, “es esta una época tranquila, segura de sí misma, robusta en su fe, que no duda de la validez de su concepción de la verdad ni de sus leyes morales, que no conoce ningún conflicto del espíritu ni ningún problema de conciencia, que no siente deseos de novedad ni se cansa de lo viejo”. Es esta una “cultura autoritaria y coersitiva, y sólo bajo la presión de las sanciones pudo desarrollar una visión homogénea y cerrada”.

Todo esto va a cambiar, con la economía monetaria y mercantil y los inicios del hombre burgués, ahora es en las ciudades y no en las catedrales donde la gente se encuentra; además, surgen dos nuevas clases profesionales: los artesanos y los comerciantes, que ya no trabajan para sí mismos, sino que trabajan para otros.

La economía monetaria está representada en su forma más pura en el comerciante, que ya buscaba el beneficio y la ganancia, y que opone a la propiedad territorial como única forma de riqueza hasta entonces, y en el que los metales finos sólo servían como uso de embellecimiento. Además, el dinero acuñado que estaba en manos de la Iglesia, no circulaba. Fue el comercio el que a partir del dinero lo convirtió en medio de cambio, lo puso a trabajar, con lo cual a parecen los primeros rasgos de la mentalidad capitalista. Sin embargo, el burgués era despreciado y formó el tercer Estado y se puso a la vanguardia de los cambios sociales; se borran las diferencias sociales entre siervos y libres, y aquéllos ya pueden contratar, y no se les paga en especie sino en dinero. Esto le va a generar al trabajador una nueva conciencia de sí mismo, va a tener más tiempo libre y podrá dedicarse ya a leer. Se origina así una “secularización de la cultura, y un intercambio intelectual y artístico que desde el siglo XII establece un comercio entre Oriente y Occidente, Norte y Sur; es una cultura cosmopolita, se emprenden cruzadas, peregrinaciones, se forman logias, y los estudiantes y profesores viajan de universidad en universidad”.


Cervantes y Shakespeare son portavoces de la nueva época y en sus obras queda reflejado el fin del mundo medieval, el de la caballería y sus ideales. Así, España, donde más brillo tuvo la caballería, fue donde tuvo su mayor derrota, y ante el empuje de los ingleses y holandeses, el hidalgo enriquecido con el oro que llegaba de América, terminó muchas veces en pícaro y vagabundo. Además, la Contrarreforma, cerró todas las posibilidades para su entrada a la modernidad.

En Shakespeare hallamos que la tensión entre el mundo real y el ideal, se convirtió en una relación antitética. En la Edad Media, a pesar de que fue mayor el conflicto entre este mundo y el más allá, sin embargo, no se dio el conflicto trágico. Es el realismo político el que lo va a mostrar, y llevará a que se traslade el conflicto al alma del héroe. Esta será la gran labor de Shakespeare. Y así, las Moralidades –representaciones teatrales- que expresan la lucha psicológica, van a tomar en el drama isabelino el trágico conflicto de conciencia que aparecerá en los dramas de Shakespeare, y así, el destino trágico del héroe se convierte en el motivo de muchos de sus dramas. Aquí aparece también la idea protestante de predestinación que es simultánea con la formación de la tragedia moderna. Por eso señala Hauser, que en Shakespeare su “desbordada vitalidad correspondía lo mejor posible al concepto corriente del Renacimiento”.

En el campo de la paideia, hallamos que la educación ya no está en manos de la Iglesia, gracias al surgimiento de las lenguas vulgares. Y así, si en la Edad Media no había distinción clara entre lo público y lo privado, desde el Renacimiento comienzan claramente a deslindarse. Así, se da un paso progresivo de lo privado a lo público, el cual coincide con la voluntad de los poderes político y religioso de controlar el conjunto de la sociedad, y las nuevas estructuras educativas, en particular los colegios, cuentan con la adhesión de los padres, pues tienen muy claro que llevar a un niño a la escuela es someter sus instintos primarios. Se comprende que la instrucción de un joven le permite dominar las técnicas de la profesión a la que se dedicará a participar en la vida pública. Así, el éxito de la nueva educación, responde a un individualismo que aumenta sin cesar. Y así por ejemplo, aparecen códigos de urbanidad en los cuales se busca el ocultamiento de lo orgánico.

Sin embargo, en el caso de las mujeres de clases privilegiadas y las religiosas, eran educadas para el hogar, y sólo en las clases privilegiadas aprendían a escribir y a leer, dominaban el latín y a veces el griego, igual las religiosas; a las de clase baja se les educaba sólo en lo pertinente al manejo del hogar, y “como defensora de los valores privados se le consagraba a su defensa y transmisión”.

Como anota Chartier, “la entrada de las sociedades occidentales en la cultura de lo escrito, es una de las principales evoluciones de la Edad Moderna”. Con él vienen los avances de la alfabetización, la circulación de textos escritos, y la difusión de la lectura en silencio, cuyo precursor se dice fue Petrarca, instaurando una relación solitaria entre el escritor y el libro. Se publican libros en los siglos XVI y XVII, y así la Biblia es el primer libro producido en serie en Alemania a precios bajos.

El primer escritor moderno que expresa en público su propia intimidad es Montaigne, quien con sus "Ensayos", a la vez que crea un nuevo estilo de escritura, inicia una nueva relación del sujeto humano con la literatura.
Tampoco podemos olvidar que la asistencia del público a actos religiosos, permiten nuevas formas de educación. Así, la representación de Autos Sacramentales, no son sólo actos de piedad, y la asistencia a los teatros que fueron muy populares en Inglaterra, tenían un poder educador como lo tiene el cine hoy.
Erasmo de Rotterdam y François Rabelais, darán un toque definitivo a esta época. El primero con su "Elogio de la locura", encarnará el nuevo saber, alejado del convento, una cultura al servicio de la vida, y una ironía que se burla del clero. En su obra, no queda estamento eclesial libre de sus dardos, y como decía un autor, "allí se hace befa hasta de las cosas de Dios". Por eso, su obra va a ser considerada, "el grito de guerra del humanismo", y se escapará de los brazos inquisitoriales al recurso irónico de expresar que no es él quien habla, sino la locura.
Rabelais a su vez, es la expresión más acabada del Renacimiento, pues su obra "Gargantúa" es un balance crítico del saber medieval, y con su lenguaje grotesco buscará echar por la borda todo el esfuerzo medieval, hechando mano de un lenguaje escatológico, pero que en el fondo, a través de la risa, mostrará su confianza en la razón, en la bondad del hombre y su capacidad creadora, sólo que ahora lo hará alejado del pesado lenguaje que durante dos siglos fue el recurso de las instituciones educativas.

martes, 28 de septiembre de 2010

PALABRAS VIVAS Y “LENGUAS MUERTAS” III

LA PAIDEIA Y LA ESCOLASTICA
ÓSCAR LÓPEZ R. - Filósofo - Psicólogo

Nada más extraño para el hombre pragmático de hoy que la época Medieval, y sin embargo, gran parte de lo que somos se lo debemos a esa época tildada injustamente de “edad oscura”, pues en ella se logró recuperar gran parte de los logros antiguos greco-romanos, salvando de la ruina a numerosos tesoros perdidos. Por eso cuando se mira a lo largo del tiempo, la Edad Media, parece una larga época en donde pocos sucesos parecen dignos de resaltar, en comparación con nuestros tiempos turbulentos y caóticos. Sin embargo, quien se dedica a estudiar minuciosamente esta época, se admira de la cantidad de situaciones y dramas que vivieron los que transitaron por ella.

Europa había vivido hondas conmociones durante el fin del Imperio romano, debido entre otras causas a las invasiones bárbaras que se extendieron por todo el continente; eran hordas que con Atila se diseminaron por todas partes. Fue éste un período de disolución, que la Iglesia, gracias a su gran espíritu organizativo, y su nuevo ideal, fue la única capaz de combatir. Para ello contaba con un gran número de obispos (episkopos) y clérigos.

Los comienzos de la Edad Media los hallamos en el año 800 cuando Carlomagno, rey de los francos que llevó al continente a una paz anhelada, luego de tres siglos de invasiones bárbaras, y de la expansión del Islam, siendo coronado emperador por León III en Roma, y con el que surgía por primera vez la idea de una Europa, aunque incipiente. La victoria de los francos detuvo su expansión. Carlomagno hizo de Aquisgran su capital y se declaró el nuevo Cosntantino, que en el 325 legalizó el cristianismo. Aquisgran era ahora la Roma seconda.

Si ya decíamos que en el cristianismo la “paideia” tomó una forma religiosa como era el seguimiento de Cristo, en la Edad Media, En el Medioevo, la nueva forma que tomó la paideia fue la que le dio la Escolástica (del latín scholé, escuela); ahora un profesor que es un clérigo o sacerdote, enseña a sus alumnos a argumentar, disputar primero sobre las Sagradas Escrituras y luego sobre otros autores.

La Escolástica fue pues la filosofía enseñada en las escuelas episcopales, las abadías, y palacios, y luego llegaría a las Universidades. Surgió primeramente como teología; como estudio racional de los datos de la revelación cristiana, y luego se fue autonomizando dando origen a especulaciones relacionadas con los dogmas del cristianismo. Sus temas fueron primero los universales que tratan de la realidad de los conceptos, que para unos como Aristóteles son reales, mientras que para otros los nominalistas son sólo palabras vacías, “flatus vocis”; se estudió además el valor de los argumentos ontológicos, cosmológicos, teleológicos y eudemonológicos (sobre la felicidad) relacionados con la existencia de Dios, que hoy a muchos les parecen inútiles, pero que sin embargo tuvieron gran importancia en su momento.

El comentario será el prototipo del trabajo intelectual, el pasado filosófico se inscribirá en el presente del pensamiento gracias a la exposición de textos. Así Santo Tomás se apoya en comentarios de Pedro Lombardo, Aristóteles, Boecio y Dionisio. La confianza aristotélica en un mundo inteligible llevará a un racionalismo conceptual, y los textos de Aristóteles son incluidos en los programas de estudio, pero a su vez las traducciones de Aristóteles son traducidas en Toledo, con lo cual aparece la reflexión árabe, en especial, de Avicena, Averroes, el cual será duramente criticado por Santo Tomás.

Las lecciones de los maestros se centraban en comentarios de los pocos textos de los autores de la antigüedad clásica que circulaban en la época, pero ante todo los comentarios sobre las Escrituras, a partir de las “sentencias” o sobre personajes escogidos de las Escrituras o de los Padres de la Iglesia. Las lecciones eran interrumpidas por discusiones públicas entre los alumnos a partir de rigurosas normas de exposición y oposición, lo que llevó a que cayera en el formalismo y en la pedantería intelectual y de ahi el descrédito en el que cayó mas tarde, pero esa no era su esencia.

Carlomagno, al apoyar a la Iglesia estimuló la educación en una nación semibárbara como era la franca, y a pesar de ser un hombre ignorante, se esforzará por aprender el latin y el griego. Buscó maestros, siendo Alcuino el más eminente. Así, la educación cristiana y parte de la griega constituyeron la base real del resurgimiento carolingio. La mayor tarea de Alcuino fue interpretar y conservar los autores clásicos, quienes lograron sobrevivir gracias a los amanuenses, carolingios e irlandeses.

La universidad surgió de las escuelas urbanas que se oponían a las escuelas monásticas anquilosadas en posturas conservadoras. Se produce así un desplazamiento espiritual y geográfico en que se desmoronan las instituciones feudales, gracias al comercio, la circulación del dinero, la circulación por el Mediterráneo, el surgimiento de nuevas técnicas, la especialización del trabajo y el crecimiento exagerado de la población, formándose aglomeraciones urbanas, y una clase nueva surge, ligada, ya no a la posesión del suelo, sino al esfuerzo del trabajo y del dinero.

Hubo sin embargo una serie de movimientos socio-históricos que reforzarían todo este proceso desde las Cruzadas, y peregrinaciones que despertaron una fiebre de energía creadora, que le devolvieron a Europa una nueva vitalidad fruto del contacto con el Oriente Bizantino y los musulmanes. El tránsito del feudo a la comuna en el curso del siglo XII, permitió una mayor autonomía, responsabilidad personal y autodominio en problemas imprevistos. Todo esto se vió reflejado en las escuelas urbanas que rompían la antigua inmovilidad feudal.

Uno de los movimientos de mayor relevancia en este período, fue el auge de la caballería, que en un principio era una casta guerrera hereditaria y exclusiva, ya no es predominio de unos pocos. Sin embargo, el caballero está imbuído de un espíritu heróico y con una necesidad de vencerse a sí mismo, y eso le infunde un idealismo romántico. Su sentimiento es el de la Kalokagathía (el bueno y noble), que no es otra cosa que una resurrección de los principios morales antiguos en forma cristianizada. Las virtudes que preconizaba Aristóteles como fortaleza de ánimo, perseverancia, moderación, y dominio de sí, son asumidos ahora por los caballeros. A ellos se agregan las virtudes heróicas de la época feudal: desprecio del peligro, del dolor y de la muerte, la fidelidad, el afán de gloria y el honor, generosidad con el vencido, la protección al débil, la protección a las mujeres, la cortesía y la galantería, que tendrán en Don Quijote su máximo paladín.

La reapertura del Mediterráneo y la apertura del Atlántico abrieron el comercio, permitieron expandir la industria, y así Europa se llenó de una riqueza desconocida hasta entonces y que crearon la base para la construcción de las catedrales. Primero fue la abadía de Cluny que desde 1049 al 1109 llegó a ser la iglesia más importante de Europa, y llegó a extenderse llegando a tener 1200 filiales. Una de las ciudades más importantes en este proceso fue Chartres, famosa por su escuela y especialmente por su catedral; allí se empezó a estudiar por primera vez en forma seria a Platón y Aristóteles, quienes habían sido desconocidos durante varios siglos, y que fueron traducidos gracias a la paciencia de los monjes medievales. Famoso es aún el pórtico de la catedral, con sus figuras emblemáticas, reyes y reinas, que según Clarck sentaron “un nuevo peldaño en el camino del ascenso del hombre occidental”.

En efecto, sus rostros refinados, su pose hierática, sus miradas, son algo nuevo en el arte, aún superiores a los héroes y dioses griegos. Chartres fue además un bastión importante en el desarrollo de la ciencia moderna.

La construcción de la catedral de Chartres fue una obra colectiva como pocas, a la que contribuyeron todos los estamentos y clases sociales de Francia, y quienes quedaron representados en cada uno de sus vitrales. Por eso ha dicho Emile Male que “la catedral de Chartres es el espejo mismo de la Edad Media exteriorizada”.
Un personaje crucial de ésta época, sino el más eminente, fue Tomás de Aquino, nacido en 1224; múltiples hechos estaban ocurriendo en Europa, por ejemplo, Luis IX en Francia inauguraba la primer cruzada, los albigenses tenían suficiente poder. Los musulmanes instalados en Granada, gracias a su victoria de 1212, querían extenderse aún más, y en el continente asiático los tártaros hacían de las suyas. Así, la cristiandad era consciente que el mundo era más grande de lo que se pensaba.

Cuando Santo Tomás llegó en 1245 a París, se convirtió en alumno de San Alberto El Grande, y luego sería profesor de teología, luego lo seguirá a Colonia, para luego retornar a París. A su regreso, la Universidad de París enfrentaba u na ardua batalla entre los monjes seculares y regulares, y hasta se presenciaron huelgas profesorales. Las luchas no solamente eran corporativas, sino también doctrinales, y uno de sus motivos fue la difusión del aristotelismo, siendo Santo Tomás un actor importante en la defensa del filósofo griego, logrando crear por primera vez una de las más fecundas síntesis entre el pensamiento helénico y el cristiano. Así París, se llena de una población ávida de saber, y surgen las nuevas facultades como la de artes, la de medicina, y derecho. La universidad entonces es la creación inédita de un orden nuevo, y de un nuevo cristianismo; pero el alma de la universidad es la facultad de teología que gradúa profesores con una licentia docenti (licencia para enseñar teología), situación novedosa que no era conocida en el Oriente. Es una especie de “doctor en teología” que forman el grupo de los Magistri, de los cuales los más importantes serán San Alberto y San Buenaventura, y que luego llegaron a ser “doctores de la Iglesia”. Su enseñanza está provista de técnicas y formularios, con ritos propios de auditores que en gran número se aglomeraban para escucharlos, y se zanjaban las más arduas discusiones de una riqueza como pocas veces se vio en las universidades.

París se convertirá en la ciudad universitaria por excelencia, y fue llamada, “omnium studiorum nobilissima civitas” (la más nobilísima ciudad de todos los estudios), y además, fue el centro intelectual de la cristiandad, el dominio por excelencia de la alta cultura, y Alberto el Grande la llamó la “civitas philosophorum” (la ciudad de los filósofos, la nueva Atenas); pero todo esto se debió sobre todo a la presencia de Santo Tomás, y como dice Chenú, “París era su lugar natural”. También se dio en esta ciudad el tránsito del helenismo al cristianismo, y según Gilson, todo fue obra del bienaventurado Dionisio de Areopajita, quien llegó a París para hacer de ella la madre de los estudios como una nueva Atenas.

El siglo XII marca una de las más ondas rupturas en la evolución de la sociedad europea; sin embargo, hallamos una continuidad en todo el proceso del tránsito del Medioevo hacia el Renacimiento, fue un siglo clave, pues fue el que le dio a la civiliación europea su gran ímpetu, y los cien años entre la consagración de Cluny y Chartres, dieron origen a lo que es hoy la civilización europea. En la literatura hallamos el Percival de Wolfram von Esencbach y La Divina Comedia de Dante

De aquí que muchos autores señalan dos renacimientos: uno medieval y otro humanista dándose así una paradoja de un renacimiento que engendra una escolástica. El retorno a la antigüedad implica un nuevo clima, pero en suma, Platón y Aristóteles, van a sobrevivir en San Buenaventura y en Santo Tomás, y si en un principio Aristóteles era considerado con recelo como un filósofo pagano, el gran aporte de Santo Tomás fue que llegara a ser considerado el filósofo por excelencia. De ahora en adelante, la física y las ciencias de la naturaleza comienzan a surgir igual que los estudios del hombre.

Otro proceso importante es el surgimiento de la Orden de predicadores en el siglo XIII, que responderán a los nuevos retos de la época como ocurrirá con Santo Domingo, que fundará la Orden Dominicana y será uno de los santos más reconocidos de su época, y se aplicarán a enseñar en escuelas y universidades; la cumbre de este proceso será San Francisco de Asís, “el más bello fruto” de su época; con las órdenes mendicantes, se buscará un retorno al cristianismo primitivo, y sacará a la Iglesia de la crisis en que se hallaba, en especial por la descomposición del clero romano y europeo.

Al ser condenado Santo Tomás por su aristotelismo, encontrará en San Alberto su más cálido defensor, y lo defenderá aún después de que haya muerto Santo Tomás.

El primer gran esfuerzo que se hizo en la evolución de la lectura de la Biblia de tipo pastoral a una disciplina científica, se debe a la Escolástica; así se pasó de los sermones de San Bernardo a las exposiciones universitarias en el siglo XIII, pasando así de la paráfrasis pastoral a la exégesis, es decir, un análisis subjetivo de los textos con técnicas apropiadas, y ya no tanto en busca de una edificación espiritual.

La formación de las Sumas en el siglo XIII, la más famosa de las cuales es la de Santo Tomás, ilustra el cambio que se da entre una historia santa y una ciencia organizada como es la nueva teología. Un primer efecto de esto, es el análisis de las palabras buscando su sentido inmediato, clasificándolas en categorías, se buscan las razones de las cosas, de los hechos, de las palabras. Luego de esto, el maestro medieval va a pasar de la expositio a la cuestio, de la exposición a la interrogación, y de ahora en adelante se habla de cuestiones disputadas, que es un ejercicio escolar más allá del comentario textual.

Con la consagración de las iglesias de San Dionisio y de Chartres, la Ile de France, asistirá a una síntesis de los logros artísticos del sur de Francia, y las múltiples tendencias de la herencia románica se transformarán en el molde gótico. El románico se aplicaba a la parte final del siglo XI, y el cual consistía en el uso de masas de piedra pesadas, y el “gótico”, en el cual “la piedra se hace ingrávida”. Además, los murales en las paredes son sustituídos por el vidrio, lo que va a impactar aún más los sentidos en un sentido sensual y emocional. Esto es lo que hace inigualable a la catedral de Chartres y a sus congéneres francesas; comenzó también con la reconstrucción de la Abadía de San Dionisio alrededor de 1145.

Fue la unión de intereses imperiales y eclesiásticos lo que promovió la gran expansión cultural europea, a diferencia del Oriente en donde una poderosa teocracia dominó durante varios siglos, creando una sensación de inmovilismo que persistió casi hasta nuestros tiempos.

A diferencia de occidente para el cual lo real sólo es lo material, en la Edad Media el mundo es un símbolo para el hombre que piensa; cada ser esconde un pensamiento divino. El mundo moral y el mundo sensible no forman más que una unidad. Así, los artistas le dan a los animales y plantas, y en general a todo lo existente, un sentido simbólico. Este exceso de alegorismo es el que va a dar con el traste de todo el pensamiento medieval; sin embargo, la idea más importante que dejará el Medioevo a la civilización, es el ideal de eternidad, y como anota Clarck, esta es una parte importante de la civiliazción.

Siendo Santo Tomás el cúlmen de la filosofía escolástica, al no hallar continuadores de su talla, la Edad Media Cristiana termina desgarrada; por un lado, en una visión pesimista del mundo como lo muestran las Danzas Macabras. Se impuso una filosofía llena de conceptualismos, el Ser es formalizado por Scoto, o se cae en el voluntarismo de Ockam, quien pregona un Dios que puede querer el mal, destruir el mundo y hacer que los inocentes se condenen.

La Iglesia se enclaustra frente a los avances modernos, e inerme ante su propia descomposición, impide el desarrollo de nuevas ideas como las que impulsaba la modernidad, y durante siglos se colocó a la defensiva; sin embargo, por doquier se sentía la necesidad de un renacer que ya se preludiaba y que tuvo sus orígenes en la misma Italia de los Papas. El fausto de Goethe y la Divina Comedia, son la expresión de la contradicción, y la nostalgia de un mundo nuevo.