viernes, 7 de octubre de 2011

PALABRAS VIVAS Y LENGUAS MUERTAS - XIX

PALABRAS LATINAS:RELIGARE, RELIGIO,RELIGION-


OSCAR LÓPEZ R. FILÓSOFO - PSICÓLOGO


De acuerdo con el positivismo, el universo, es decir, todo lo que existe, incluso el hombre, son hechos, y no habría radical diferencia entre la existencia de cualquier objeto y el de un ser humano. Para el idealismo, estamos separados de las cosas y no necesitamos de ellas, el realismo ingenuo a su vez dice que el universo es exterior al ser humano, pero como lo señala Zubiri, “la exterioridad del mundo no es un simple factum, sino la “estructura ontológica formal del sujeto humano”; o sea que el universo es un constitutivo necesario de nuestra existencia. Nuestro ser no es estar encerrado a las cosas. El ser del humano es estar “abierto” a las cosas, y por esa apertura es posible que existan cosas externas al hombre y “entren” en él. Como anota el mismo autor, “esta posición es el ser mismo del hombre”, y sin las cosas no sería nada, ellas son un necessarium del ser humano.


Pero no sólo eso, no sólo tratamos con cosas, sino muy especialmente consigo mismo, y con los otros humanos que lo rodean, es pues un “ser con”, lo cual no es un simple añadido a su ser, sino como se dice en la escolástica, una carácter ontológico formal de la persona humana y por ello, la vida de todo ser humano es constitutivamente “personal”.


El carácter propio del ser humano es que no sólo es, sino que existe, osea que trasciende su vida. Pero el hombre no sólo vive, “existe”, y sólo re realiza en el momento de la muerte. Su ser está allende su existencia. Las cosas y los animales están conformados de tal manera que su ser es su “naturaleza” mientras que el hombre va más allá. De ahí ladefinición de Boecio, “el hombre es una persona con un supuesto racional”. O sea que la personalidad es el ser mismo del hombre y no la naturaleza. El hombre es un ser cuya entidad consiste en tener que realizarse como persona; el carácter mismo de la vida humana tiene una misión y un destino. La vida es pues, misión. El ser humano tiene que hcer su vida, pues no nos la dan hecha. Esa esnuestra tragedia y nuestra grandeza. Además, el humano “no sólo no es nada sin cosas, sino que por sí mismo no es” (Zubiri). Por eso, “estamos obligados a existir porque previamente estamos religados a lo que nos hace existir”.


Este vínculo es el que llama Zubiri, “religación”. No es una simple obligación: no estamos sometidos, a algo impuesto, extrínsecamente, “en la religación estamos más que sometidos, porque nos hallamos vinculados a algo que previamente nos hace ser”, por eso en ella “no vamos a”, sino que previamente “venimos de”. No sólo el hombre, sino que también las cosas, están religadas, pero en el hombre la religación se actualiza formalmente. No somos seres arrojados como decía Heidegger, sino religados. Ese es el sentido primario de la religación, y por ende de la religión, y es un carácter constitutivo de la existencia, el hombre no tiene religión, sino que es constitutivamente religión. De ahí que existan en todo tiempo, religiones naturales, sociales o las reveladas. Las religiones –correctamente entendidas- no son sólo una ayuda para vivir, sino un fundamento para existir. Y una de sus expresiones mayores es el culto, que es el reconocimiento de una deidad, sea cualquiera su nombre y su carácter. A aquello a que estamos religados, estamos fundados, y la deidad es lo fundante. Para muchos es el poder, el dinero, el sexo, el alcohol, el deporte. Al estar religado, el hombre no está con aquello que es su dios, sino que está en lo que considera su dios. El problema de Dios es el problema de la religación. Y no es un problema que queramos o no plantearnos como algo científico o teórico, que podríamos o no tomar o aceptar, sino que es el problema radical de nuestra existencia.


“Dios no es lo que hay, sino lo que hace que haya algo”. La época moderna fue una época de desligación y des-fundamentación. Las catástrofes y revoluciones políticas desde el siglo XVIII, que desembocaron en las múltiples guerras, han dejado una sensación de desamparo y una necesidad de una nueva religación.



EL FENÓMENO RELIGIOSO-



Como anota Cassirer, “desde un principio, la religión ha cumplido una función teórica y una práctica, contiene una cosmología y una antropología, contesta a la cuestión del origen del mundo y de la sociedad humana, de este origen derivan los deberes y las obligaciones del hombre. Los dos aspectos no se distinguen rigurosamente; se hallan combinados y fundidos en ese sentimiento fundamental de solidaridad de la vida, fuente común de la magia y la religión (CASSIRER, Ernst. Antropoligia filosófica. Pág. 144).



Los procesos religiosos han sufrido a través de la historia humana múltiples cambios, y aunque el sentimiento religioso es el mismo en todas las épocas, ha cambiado según las circunstancias y lugares, desde las explicaciones míticas que buscan aplacar las fuerzas ocultas que lo amenazan, hasta las nuevas religiones “light”, en que las personas buscan acomodo a su antojo: recurriendo a cuarzos, pirámides, bolas de cristal, etc. Lo que vivimos hoy es un sincretismo religioso, que va en contravía de las religiones dogmáticas tradicionales. El mito y la religión como anota Eliade no desaparecen, sino que transmutan, se deforman y se degradan.

El fondo radical de la situación actual es el de una profunda crisis espiritual, pues los principios que nutrieron otras épocas ya no infunden valor y significado, y nuestros jóvenes hallan cada día menos esperanza y sentido para sus vidas. La única salida es la de aportar nuevos significados, que permitan superar la violencia, el cinismo y la desesperación que son el fruto de un capitalismo depredador y consumista, que deteriora el planeta, y no le brinda sentido al futuro de la humanidad. Se vive hoy un mayor vacío y sequedad interior, lo cual prueba que la posesión de bienes materiales “per se”, no llena el vacío que cada cual siente en su soledad, y más bien, las eternas preguntas: ¿Quién soy? ¿Qué debo hacer?, ¿Qué debo esperar?, son más insistentes, pero sin que hallemos una respuesta adecuada.


La situación de gran parte de los humanos es hoy la de un desamparo nunca visto, ante un mundo regido por las leyes frías e impersonales de las corporaciones y de los gobiernos a su servicio, que disponen de las vidas de los humanos a su antojo. Hoy, un decreto gubernamental, una quiebra, una fusión de empresas, deja a multitud de personas sin empleo y sin la posibilidad de futuro para los jóvenes que cada vez sienten la precariedad del empleo y la desprotección frente al desmantelamiento del Estado que no quiere saber de responsabilidades sino con los grandes empresarios. Las estadísticas señalan el creciente número de jóvenes que no ven un futuro claro, y de ancianos que se hallan abandonados por los suyos en sitios de encierro que parecen cárceles más que sitios de encuentro, y que la bendición de la muerte les es negada.


Vuelven de nuevo las preguntas antiguas: ¿quién responde por el huérfano, la viuda, el despedido injustamente del trabajo, el desplazado?



Nuestra época vive la confrontación entre tres paradigmas:


1- El del pensamiento y las tendencias tradicionales, apoyado por los sistemas religiosos.


2- El tecno-económico del progreso, que es el dominante a partir de la modernidad.


3- El que está aún en ciernes, la visión ecológica y espiritual del mundo (KEEN, Sam. El Dios desconocido).



La humanidad se debate entre estos tres elementos, y de su acertada decisión, dependerá su futuro: el de replantear los valores de las religiones tradicionales, que no están de acuerdo con los cambios de la época; el de seguir nutriendo el mito progresista, que como bien se sabe llevará a la catástrofe, o el de ser solidario con la naturaleza y con los humanos como lo plantea el nuevo paradigma.


Según los testimonios más antiguos, el culto a los muertos es uno de los orígenes de la religión; la piedad se convirtió así en un elemento decisivo en la vida humana. La apatía, la indiferencia, y la crueldad con los desfavorecidos, es uno de los síntomas del mundo industrial; los nuevos modelos del universo lo conciben no como una máquina, sino más bien como un organismo al cual debemos cuidar, porque con ello nos estamos cuidando a nosotros mismos. Esa es la raíz de la nueva religión.