viernes, 12 de noviembre de 2010

PALABRAS VIVAS Y LENGUAS MUERTAS VII

LA PAIDEIA Y EL OCASO DE LA EDUCACIÓN
ÓSCAR LÓPEZ R. - Filósofo, Psicólogo


El Estado que se propuso como objetivo político la educación de sus conciudadanos, fue el griego, y lo hizo tomando como meta la idea de "paideia", cuyo equivalente aproximado pero inferior es nuestra Educación o Cultura. La “Paideia” de nuestro tiempo, interesa ya no a los pocos pobladores de la “polis” griega”, sino a ésta nueva polis planetaria que es el mundo actual. La tarea por ello, es educar no sólo a unos cuántos individuos, sino a la juventud del planeta entero, cuyo número de insatisfechos es creciente, y que sienten que un sistema político, económico y educativo obsoleto, el capitalismo, les impide ya no sólo forjarse su futuro, sino que está destruyendo el ecosistema planetario. Por eso, un nuevo paradigma, el “ecológico”, es parte obligada de todos nuestros proyectos, tanto globales como individuales, sin el cual ningún futuro es viable. Su gran ventaja es que es un paradigma no sólo teórico o académico, sino que nos involucra a todos los habitantes del planeta, que somos no sólo pasajeros, sino pilotos de la nave planetaria.

La situación mundial actual de globalización económica y tecnológica, ha obligado a que los gobiernos de los países emergentes como el nuestro, sometidos a los intereses del gran capital, centren sus políticas en el desarrollo tecno-industrial, y por eso el sistema educativo está basado en los modelos industriales y no en lo humano, en la competencia y no en la solidaridad. Todas las discusiones se reducen al problema de las técnicas, las estadísticas, los programas, pero sobre los fines nadie quiere hablar, pues se desprecia la discusión y la reflexión, y sólo se habla de números y porcentajes, pero nada de sueños ni de poesía.

El sistema capitalista está formando individuos, no sólo con determinados conocimientos sino con una determinada actitud, que es básicamente la renuncia a toda iniciativa. Técnicos con conocimientos parciales, especializados, a la medida de lo que necesitan las empresas, y las universidades se han ido acomodando a ese postulado egoísta e irresponsable. “El capital ha puesto bajo su servicio y control la iniciativa, la creatividad, y la voluntad de los individuos” (Estanislao Zuleta).
Con esto se oculta la dramática realidad de un mundo sin rumbo, en la que los jóvenes, con cada vez menos posibilidades de empleo se ven abocados a la desesperación o al crímen. De ahí que no sólo ven con pesimismo su propio futuro, sino el de nuestro planeta.

El mayor reto, en especial para los gobiernos es forjar proyectos no sólo para nuestro futuro inmediato, sino de largo aliento. Luego de décadas enteras pensadas en torno al “desarrollismo”, lema de los países poderosos, se trata hoy de forjar un nuevo modelo que a la vez que brinde un futuro a las nuevas generaciones, respete nuestra tierra, la cual muestra señales de enfermedad y requiere un mejor trato.

El ser humano, y en especial los jóvenes, necesitan como dice Marc Augé, dos cosas: una posibilidad real de pensar su relación con los otros y una posibilidad real de inscribir esta relación en una perspectiva temporal, es el “sentido social”, el cual debe ser concebido como posible y real, es decir, requiere un sentido político que piense el provenir, y no solo “gestione el presente” que es lo que hacen hoy los políticos. Se requiere una sociedad y un mundo en el que se pueda vivir y valga la pena estudiar.

Las instituciones educativas en nuestro país y en general, se dividen en dos, las de élite, para una minoría, que ofrecen altas posibilidades de formación educación, pero con costos elevados, e instituciones de tercera y cuarta categoría que sueñan con la educación cómo obtener empleo, ofrece las migajas de la educación descontextualizada, con profesores mal pagados y cuyo único interés es el lucro. Como anota Armando Montenegro, nos vanagloriamos mentirosamente de que nuestra educación es mejor que la de los países más avanzados. Las estadísticas internacionales nos colocan en un vergonzoso 61 lugar, y señala que, en los exámenes nacionales e internacionales nuestros estudiantes salen muy mal librados, pues “no entienden lo que leen, no pueden realizar las operaciones matemáticas más elementales, que los rudimentos de la ciencia están por fuera de su alcance. Pierden miserablemente su tiempo”.

Con los griegos se empezó a crear uel sentido de lo universal humano a partir del “logos”. La educación como formación humana integral dejó de ser prioridad pública, y lo que impera hoy, es la “lógica financiera”; bajo el criterio de altas cifras estadísticas, se está vendiendo una educación mediocre; más que educación es “instrucción”, “ adiestramiento”, una formación iletrada.

Han transcurrido más de 25 siglos desde que el experimento educativo griego se inició y se extendió por todo el orbe occidental, han sido siglos de avances y retrocesos, y que la palabra “paideia” tenga aún sentido, es alentador. Lo que se inició en una remota isla griega es hoy patrimonio de la humanidad. Ha logrado superar barreras físicas y culturales, al igual que momentos oscuros de la disolución del mundo griego, el ocaso del imperio romano, invasiones de pueblos incultos y sanguinarios, los terrores de la Revolución Francesa y el más feroz, el Holocausto Nazi, y erigirse siempre como idea luminaria en un mundo oscuro, es indicio de que lo que se propuso en un principio no es baladí.

Por eso no es anacrónico hablar de utopía, es decir, hablar del sueño del hombre universal; sin embargo, lo que hoy se hace en las instituciones educativas es formar robots programados para una carrera u oficio más que para ser seres humanos. Hoy vivimos en la tiranía del presente y no se quiere saber nada de futuro, y sin una idea de futuro no es posible vivir.

Quizás la mayor paradoja que vive el hombre actual, es la de que no sólo no sabemos para dónde vamos, sino que lo más grave es que tampoco sabemos hacia dónde deberíamos dirigirnos. Esta situación de perplejidad es notoria no sólo en los gobernantes, sino en los mismos intelectuales que perciben una realidad cada vez más inmanejable, vertiginosa, “una realidad líquida, fluyente” (Bauman) creada por un capitalismo que nos hace sentir insatisfechos con todo y con nosotros mismos. La única verdad es que a mayor industrialización, hay una mayor crisis de la educación, pues ésta no responde a filosofías humanistas, sino a criterios lucrativos e instrumentales, dirigidos por el gran mercado que señala qué se debe enseñar y aprender. La ilusión de los educadores es creer que se trata de ofrecer un sinfin de programas, todo ello cobijado bajo el principio de lucro que ha imperado en la gran mayoría de nuestras instituciones educativas y de ellas son rehenes nuestros jóvenes, pues sin educacion no se puede acceder al futuro, pero ésta es cada vez más inaccesible a la gran mayoría.

El sistema educativo actual es perverso porque ha abdicado de sus ideales basados en la formación autónoma, la crítica y el libre desarrollo de la personalidad. Los mismos docentes, ya no son seleccionados por su vocación pedagógica, sino por su capacidad de someterse a las políticas de adiestramiento que le fijan las instituciones. Todos ellos quedaron supeditados a la “ratonera competitiva” que obliga a todos a comprarse y a venderse. De ahí la sensación de rebeldía en unos casos, los más críticos y apatía en los desesperanzados de los inmensos sectores populares.

La educación de hoy en la fase industrial requiere un personal, cada vez más calificado, pero con el agravante de que hay una amplia oferta, pero con una mínima demanda. Pero la verdad es que siendo que el número de desempleados jóvenes y calificados es creciente, ni al Estado ni a la industria les interesa el problema del empleo juvenil, sólo se habla de él, en tanto sirva a los intereses del mercado. El nuestro es un “mundo sin rumbo”, sin embargo, numerosos grupos ciudadnos, ONGs, son conscientes que a pesar del panorama desolador, “otro mundo es posible”.
Las tres finalidades de un sistema educativo según Marc Augé, son: la conciencia de sí mismo, la relación con los otros y el conocimienrto del universo del cual formamos parte. Hacia ellos debemos volver nuestra mirada para lograr un futuro más justo y viable, y una vida humana más digna de seres que poseen un “logos” y que por la “paideia” logran ser más humanos y amorosos con nuestra madre tierra, que desde hace tres mil quinientos millones de años nos cobija y nos da vida.

Hoy parece anacrónico hablar de utopía, pero sin el sueño de volver a educar al hombre en lo universal, heredado de los griegos, no llegaremos muy lejos. Sin embargo, la mentalidad actual quiere desentenderse de ese ideal, porque hoy se vive la tiranía del presente y no se quiere saber nada de futuro, y sin una idea de futuro no es posible vivir. Además, todas las discusiones se reducen al problema de las técnicas, las estadísticas, los programas, pero sobre los fines nadie quiere hablar, pues se desprecia la discusión y la reflexión, y los gobiernos dominados por los tecnócratas sólo hablan de números y porcentajes, con lo cual ocultan la dramática realidad de un mundo sin rumbo, en la que los jóvenes desorientados, con cada vez menos posibilidades de empleo se ven abocados a la desesperación o al crímen.

Nadie quiere hoy hablar de utopías, pero sin el sueño de volver a educar al hombre en lo universal, heredado de los griegos, no llegaremos muy lejos. Sin embargo, la mentalidad actual quiere desentenderse de ese ideal, porque hoy se vive la tiranía del presente y no se quiere saber nada de futuro, y sin una idea de futuro no es posible vivir. Además, todas las discusiones se reducen al problema de las técnicas, las estadísticas, los programas, pero sobre los fines nadie quiere hablar, pues se desprecia la discusión y la reflexión, y los gobiernos dominados por los tecnócratas sólo hablan de números y porcentajes, con lo cual ocultan la dramátiva realidad de un mundo sin rumbo, en la que los jóvenes desorientados, con cada vez menos posibilidades de empleo, se ven abocados a la desesperación o al crímen.

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