viernes, 29 de octubre de 2010

PALABRAS VIVAS Y LENGUAS MUERTAS VI

PAIDEIA Y ROMANTICISMO
Óscar López R. Filósofo - Psicólogo

Si dejamos de lado el tono despectivo que tuvo en un principio y conserva aún, que romántico es alguien “fuera de la realidad”, el gesto y la actitud romántica no es sólo privilegio de una generación o época individual y social, sino una necesidad del alma humana sin la cual ésta queda reducida al más vulgar prosaísmo y necesita por ello de la poesía para aligerar la carga del diario vivir. Todo hombre que sueña en una vida distinta y en un mundo mejor, es romántico, y el que se acomoda a lo existente se convierte en el más vulgar filisteo.

El Romanticismo fue una nueva sensibilidad que surgió en la Europa de fines del siglo XVIII, concretamente en Alemania, que exaltó, "lo fantástico, lo irracional, lo misterioso, lo extraño, lo terrorífico, con un anhelo de descubrir el fondo común de todas las cosas, en suma, el arquetipo primordial de la materia, del espíritu y de la historia". Schlegel, Novalis, Hölderlin, Herder, miembros del movimiento llamado “Sturm und Drang” (tempestad y violencia). El Romanticismo ha sido considerado el movimiento epocal, “el más vasto y complejo del espíritu occidental en los últimos siglos “y esto se debe a su fuerza que le ha permitido servir de acicate a los movimientos no sólo de su época sino de la actual, y es parte importante de movimientos artísticos y culturales como el actual ecologismo que es uno de sus frutos tardíos.

Su característica principal es cierta propensión a lo sentimental, generoso y fantástico, a cierta espontaneidad y a la intuición sobre la sistematización intelectual que se apoya en reglas y modelos invariables; hay un predominio del elemento subjetivo sobre el formal, siendo además una búsqueda personal de novedades. Como movimiento artístico, es una lucha contra el clasicismo, que se apoya en la antigüedad greco-romana, en la cual hay un interés por la disciplina de las leyes convencionales que son aplicadas al arte. El romanticismo se apoyará en la Edad Media, dando curso libre al sueño y a la imaginación, a la potencia elemental de la creación, al espíritu aventurero y soñador, y de ahí el culto al Santo Grial, a la Vírgen, y a la caballería, en una forma de misticismo religioso. Aporta elementos nuevos de expresión, y así exalta el individualismo y la personalidad colectiva de los pueblos, lo que estimuló el espíritu nacionalista, y gracias a él, se afianzaron muchos de los predicados de la Revolución Francesa.


Fue además, una reacción al positivismo y a la Ilustración, un movimiento de rebeldía frente a un academicismo estéril y al empobrecimiento de la vida debido a la maquinización en la naciente sociedad industrial europea. Frente al poeta clásico adorador de la métrica, se erige el poeta exaltado, el mago que se atreve a ir más allá de lo sensible. Todo el romanticismo tiende hacia el éxtasis, a la revelación del infinito: le interesa lo milagroso y extraordinario, la magia de los ritmos, sonidos y palabras” (Walter Muschg).

El suyo era un deseo no sólo “de pasión y de exaltación, de imaginación y de ritmo” (William Ospina), sino de libertad y entusiasmo por nuevos ideales, alimentados por la naciente Revolución Francesa, y alimentó el sueño de las revoluciones americanas. En su estudio del hombre buscó en el Medioevo los valores espirituales que consolidaron la épica y la leyenda, lo mismo que el estudio de pueblos exóticos, o del Oriente o por los recién descubiertos americanos, prototipos del “buen salvaje” rousseauniano, como alternativa frente al corrompido ciudadano europeo.

Mientras que para la Ilustración el mundo es algo comprensible, explicable y fácil de entender, para el “Sturm und Drang” es algo incomprensible, misterioso y sin significado para la razón. Para éstos, el genio está en la cúspide de los valores humanos, y la creación artística es un proceso misterioso que surge de la inspiración divina, la intuición ciega y el estado de ánimo. Con esto el genio es elevado a un nivel nunca antes conocido.

Goethe fue por eso el más grande maestro de lo mágico y visionario que produjo Alemania, que encarnó en Werther y Fausto. Aquél, es el joven perplejo quien señala que su corazón “es todo mi orgullo, es la fuente de todo, de toda la fuerza, de toda la dicha y toda miseria”; pero se reconoce impotente. “Lo que yo sé, lo puede saber cualquiera, mi corazón solamente es mío”, y se suicida al convencerse que no es capaz de salvarse.

Fausto es el sabio desencantado que expresa: “¡Ay cuánta nostalgia!... de llegar a la orilla del mar inconmensurable, de beber en la copa de lo infinito aquel gozo de la vida enardeciente y sentir en la limitada fuerza de mi pecho, sólo por un instante, una gota de la dicha del ser que crea todo por sí mismo y en sí mismo”.

Románticos fueron Víctor Hugo, que con su “Hernani”, inauguró ruidosamente el romanticismo en Francia; igualmente Beethoven, Schubert, Mendelssohn, Schumann, y más adelante Berlioz, Liszt, Wagner, y R. Strauss, serán considerados neo-románticos. En la pintura el despertar de los sentimientos por la naturaleza, y reivindicar el paisaje, los ingleses Constable, Turner y Blake, fueron románticos, el surrealismo y el psicoanálisis son sus herederos al apelar al inconsciente, y aún en nuestra época, los movimientos ecologistas son un eco tardío de este romanticismo.

Fue en Francia donde el espíritu romántico tuvo mayor resonancia, pues allí se dio una lucha encarnizada contra el espíritu clásico que se apegaba a las reglas de la escuela y del racionalismo cartesiano. Además, fue el centro de las artes y la crítica durante la segunda mitad del siglo XIX, que luego seguirán los demás países. Las revoluciones de 1830 y de 1848 provocaron cambios decisivos en la vida artística y social en Europa y luego en nuestra América. Descubre además, la canción, las leyendas y las obras populares. Lord Byron reclama el derecho incondicionado del artista, y con ello hizo época.Voltaire y Rousseau tuvieron gran influencia en Alemania, en especial Rousseau, el cual era según Kant, “el Newton del mundo moral”.

Rousseau, en especial con sus Confesiones y su Emilio, se convierte en modelo literario, en el que la literatura es el espejo del autor, iniciando así una literatura autobiográfica. El artista junto al poeta es ahora el ideal de vida secularizada que determina el arte del hombre burgués y del trabajador en todo el siglo XIX. Será el crítico más encarnizado contra la naciente sociedad urbana en la que ve sus fallas fundamentales y opone la bondad del buen salvaje primitivo a la maldad del hombre civilizado. Mientras en Francia e Inglaterra la burguesía no abandonó las conquistas de la Ilustración, en Alemania, cayó bajo el influjo de la ideología y racionalista romántica antes de que hubiera pasado por la escuela del racionalismo. En especial, Lessing y algunos otros, eran ilustrados, pero la mayoría de la burguesía fue incapaz de comprender el significado de la Ilustración, y esto fue fatal para el futuro de Alemania, pues siendo la Ilustración la escuela política elemental de la burguesía moderna, en Alemania dominaban príncipes ,que eran terratenientes y mantenían a los campesinos en la servidumbre, y la burguesía estaba empobrecida; así, Alemania, desunida y llena de déspotas, quedó rezagada, cuando el comercio se desplazó del Mediterráneo al Atlántico, Antes de Lessing no había en Alemania escritores libres, y la mayoría de los escritores debían buscar otras ocupaciones.

Como anota Hauser:
“El movimiento romántico en el siglo XVIII fue en toda Europa un fenómeno sociológicamente contradictorio. Representaba, de una parte, la continuación y la cumbre de la emancipación de la burguesía iniciada con la Ilustración, y era por ello la antítesis del intelectualismo de las clases superiores, y por otra, era la reacción de estas mismas clases contra el racionalismo “corruptor” y las tendencias reformadoras de la Ilustración” (Historia Social de la Literatura y el Arte).

“La experiencia romántica, es el fruto de la experiencia contradictoria que vive el hombre ante el infinito: por un lado, su atracción hacia él, por el otro, la angustia ante lo inabarcable que se nos presenta. La inquietud romántica que obsesionó a Hölderlin en su Empédocles, es cómo recuperar la infinitud, luego de haberse lanzado al abismo, y a la cual le siguieron Schelling, Novalis. Por eso la filosofía romántica es una filosofía trágica, pues es la primera en Occidente en reconocer que el dominio del mundo por parte del hombre racional autónomo ilustrado, no es más que un espejismo, y vive además la escición hombre-mundo, razón-sensibilidad, sujeto-objeto; la escisión es insuperable para siempre, por eso es un nostálgico, pues a diferencia del hombre antiguo, sabe que su ideal se perdió para siempre”.

Kant, nos resuelve este dilema, señalando que, la experiencia estética es la experiencia por excelencia, y en su Crítica del Juicio muestra las nuevas posibilidades de relacionanrnos con el mundo, además de la cognoscitiva y la práctica. La experiencia de lo bello es indecible, e indescriptible, pero nos trae una reconciliación con lo real.

Cuando se comparan la Ilustración y el Romanticismo, se tiende a equiparar la primera como progresista, y al segundo como reaccionario; sin embargo, la relación no es tan simple, y así hubo un racionalismo burgués y progresista, pero también otro conservador y retrógrado. Hay una reacción del progreso como bien lo dijo Thomas Mann.

La Revolución Francesa halla en el Romanticismo su máxima creación estilísitica, pues ella misma quería un cambio, y así, exalta la expresión individual, y es un movimiento en lucha por la libertad contra el principio de tradición, de autoridad y contra toda regla, y como anota Hauser, “todo el arte moderno es hasta cierto punto el resultado de esta romántica lucha por la libertad”. Desde ahora, aunque el artista reconozca escuelas, grupos o movimientos, al crear, está solo y se siente solo, y busca expresarse a sí mismo, buscando su propio público.

El Genio del cristianismo de Chateaubriand fue la primera obra representativa del romanticismo francés, que estimulará también a un renacimiento religioso, y que es fruto de la liquidación de la Revolución, pues los franceses espantados por los excesos, cayeron en una desilusión que llevó a unos al pesimismo, y a otros aun cristianismo restaurador.

Gracias a las exposiciones de arte en Francia se inició una democratización de la vida artística, en especial a partir de la organización de los museos, así, el museo de Louvre fue creado en 1792, y allí expusieron los grandes pintores como David y Fragonard.

Nuestra época, en especial, necesita del romanticismo, no tanto el de las frases bonitas y buenos modales a lo Carreño, sino a ese espíritu soñador, esa utopía que desvele el órden aparente que nos mueve, pues “otro mundo es posible”, y esto fue lo que movió a los grandes reformadores de todos los tiempos, la pasión por ese mundo distinto y posible. Hoy la lucha más tenaz, porque en lugar de la utopía se ha impuesto una ideología totalitaria en la que se nos engaña con el señuelo del bienestar, del progreso y se amenza a quienes no lo sigan con el epíteto de retardatarios.

En Hispanoamérica el romanticismo también tuvo su historia propia. Como anota Pedro Henriquez Ureña:
“Las ideas constructoras de la conciencia americana, coinciden en sus inicios con los comienzos del Romanticismo, que ofreció posibilidades de exhaltación de figuras y paisajes coincidentes con ese espíritu”. “El movimiento romántico adquirió fisonomía propia en la América Hispánica cuando intetó deshecerse de todo cánon, adoptando un nuevo estilo emocional de composición y desarrollo, en lugar de las supuestas técnicas racionales de los neoclásicos”.

Según el escritor dominicano, esto condujo a la pérdida de dos hábitos de nuestros neoclásicos: el apego a los usos normales del idioma, y el conocimiento de todo lo que racionalmente debería conocerse en el tema a tratar. Así, según él, “el descuido se hizo moda y el poeta se sintió en libertad para permitirse cualquier “licencia poética” que se le viniera en gana”. Por eso se dejaba que “la inspiración lo rescatara todo”.

“Elvira o la novia del Plata, del argentino Estebán Echavarría, es la primera novela romántica hispanoamericana”, y es consenso general que el libro más importante de romanticismo hispanoamericano fue María, del colombiano Jorge Isaacs, compuesta en 1867 y que es una de las más extraordinarias exaltaciones del paisaje criollo.


Pero el espíritu romántico en su más extrema agudeza lo hallamos en Rafael Pombo y su “Hora de Tinieblas”, cuando expresó:

Hay no se qué pavoroso
en el ser de nuestro ser.
¿Por qué vine yo a nacer? ¿Quién a padecer me obliga?
¿Quién dio esa ley enemiga de ser para padecer?


…En nuestro país, con la independencia, hubo una serie de pensadores que reflexionaron sobre el significado de la herencia cultural española en la formación del espíritu nacional y de la formación de la sociedad colombiana. Entre ellos están los hermanos José María y Miguel Samper, Miguel Antonio Caro, José Eusebio Caro, Rufino José Cuervo, Rafael Núñez, éste en especial, expresó su deseo ferviente de reeducar al hombre colombiano sobre la base de patrones de vida no hispánica.

Como anota Jaime Jaramillo Uribe, en él, “había una mezcla muy abigarrada de influencias espirituales. El romanticismo se cruzaba con la ilusión de un mundo tecnocrático de ascendencia sansimoniana, con su admiración hacia los Estados Unidos y hasta con su vocación de comerciante que muchas veces exteriorizó”. Según Uribe Jaramillo, en asuntos educativos defendió siempre planes de estudio basados en las ciencias naturales y en la incorporación a la universidad de nuevas carreras técnicas, con lo que buscaba que se superara el tipo del letrado, del jurista, o todos aquellos semejantes al tipo ideal de la tradición española. Su ideal de educación lo tomó de Bentham cuya idea era la de formar una síntesis entre el humanista y el técnico, entre el letrado y el hombre de negocios, anhelo que corroboró en su vida personal, al combinar su vida literaria con la propfesión de contador público, a pesar del desprecio que había en el medio ambiente. Era tal el anhelo de una nueva tabla de valores para el pueblo colombiano que propuso que el Estado y su misión educadora debería eliminar costumbres tan arraigadas en el español como las riñas de gallos y las corridas de toros.

El pensador mexicano Octavio Paz señala que el romanticismo fue tardío en España e Hispanoamérica. Como lo señala, el romanticismo al ser una reacción contra la Ilustración estuvo determinado por ella, y fue uno de sus productos contradictorios. Para él, es otra cara de la modernidad, y señala su ambigüedad, pues exalta los poderes y facultades del niño, el loco, la mujer, el otro no racional, pero los exalta desde la modernidad. Señala además que nuestro romanticismo fue el “reflejo de un reflejo”, y que por eso fue más pobre que el español, pero nuestras revoluciones independistas estuvieron inspiradas por los dos grandes arquetipos de la modernidad: la Revolución Francesa y la Revolución de los Estados Unidos, pero nuestros revolucionarios al caer en el caudillismo, fueron aliados de los gobiernos extranjeros, con lo que las condiciones sociales siguieron siendo las mismas de la colonia, pero “se recubrió la realidad con la retórica liberal y democrática”, y así “Hispanoamérica fue una España sin España”, y corrobora lo que dijo Sarmiento, que nuestros gobiernos fueron los “ejecutores testamentarios de Felipe II”. Era el nuestro un feudalismo disfrazado de liberalismo burgués, un absolutismo sin monarca pero con reyezuelos: los señores presidentes.

La paideia en nuestra América debe tomar según esto, el camino de la crítica filosófica e histórica que cumple, además de la función intelectual que le es propia, una utilidad práctica, la de una cura psicológica y una acción política. Por eso señala que “si hay una tarea urgente en la América Hispana, esa tarea es la crítica de nuestras mitologías históricas y políticas”.

Para él el modernismo fue nuestro verdadero romanticismo, pero que no es una repetición del europeo sino otro romanticismo. Por eso, el modernismo empezó primero en Hispanoamérica que en España, pues fue “la necesaria respuesta contradictoria al vacío espiritual creado por la crítica positivista de la religión y de la metafísica”. De ahí el interés de nuestros poetas por la poesía francesa de su época, el simbolismo, que implicaba tanto un nuevo lenguaje como una sensibilidad y estética nuevas. Se creó así un movimiento complejo, que fue incomprendido muchas veces y que lleva lo que Paz llama la hironía romántica, pues la desesperación se alía al narcisismo.

jueves, 7 de octubre de 2010

PALABRAS VIVAS Y LENGUAS MUERTAS V

"PAIDEIA" E ILUSTRACIÓN
ÓSCAR LÓPEZ R. Filósofo-Psicólogo

¡Sapere aude! ¡Atrévete a saber! Este lema propuesto por Kant, es el que ha servido a todos los partidarios de la Ilustración para romper con los prejuicios y supersticiones que han dominado a la humanidad, y que para Kant es simplemente el mantenimiento de una "minoría culpable" que se da en los seres humanos.

A primera vista, la "paideia" y la Ilustración serían sinónimos, y así, el mayor fruto de la ilustración antigua fue la filosofía griega, y en forma extrema la sofística, pero cuando analizamos más hondamente la ilustración moderna, es distinta de aquella, pues ésta se dirige en especial contra la tradición religiosa del cristianismo expresada en las escrituras, la cual es vista como una visión dogmática de la realidad. Como anota G. Gadamer, "la tendencia general de la Ilustración es no dejar valer autoridad alguna y decidirlo todo desde la cátedra de la razón". Desde ahora la razón es la fuente última de la autoridad, y no la tradición, como se pensó durante siglos, lo que le permitió convertirse en investigación histórica.
La Ilustración es el fruto del esfuerzo por romper las cadenas de la ignorancia a las cuales según algunos autores, había sido sometida la humanidad por obra de la religión y de los grupos de poder. Para la Ilustración la esencia común de la humanidad son las "ideas racionales", es decir, la "razón" como tribunal supremo, y su ideal es el de querer ver con los propios ojos. Hay además una consideración teleológica, a ella opone Herder una concepción histórica universal del mundo. Según esto, pensar históricamente significa conceder a cada época su propio derecho, con lo que busca liberarse del esquema progresivo que la ha lastrado. La idea de razón va a ser criticada por Schleimacher con su idea de comprensión, por la cual los humanos nos entendemos unos a otros más en comunidad familiar, cívica o de intereses propios que con la propia razón. También Dilthey criticará este intelectualismo con su concepción de la "filosofía de la vida".
Durante mucho tiempo y desde sus inicios en el siglo XVIII, la Ilustración cumplió un papel decisivo para borrar prejuicios, dogmatismos, y falsos autoritarismos. Basta ver cómo el movimiento enciclopédico con Voltaire y Diderot a la cabeza, rompieron el oscurantismo y superaron privilegios que mantenían a la gran mayoría en la ignorancia, y tuvo un aporte decisivo en el proceso de la revoluciones modernas aún en nuestra América. Pero cuando la "razón", supremo tribunal al que se sometía todo criterio, sobrepasó sus límites, perdió gran parte de sus derechos. Así, la crítica a la autoridad y a los prejuicios estuvo matizada por una intolerancia, pues su tendencia es no respetar autoridad alguna, sino decidirlo todo desde la cátedra de la razón.

Para la Ilustración el concepto de prejuicio adquiere una carácter negativo que antes no poseía, pues su verdadero sentido es el de ser un juicio previo, antes de validar definitivamente cualquier afirmación, tal como ocurre por ejemplo en el derecho. La Ilustración asimilaba el prejuicio a juicio falso, cuando en verdad podría ser positivo o negativo, y así existen "prejuicios legítimos". Mucho más, no existe pensar que no posea parte de prejuicios, con los cuales luchamos permanentemente, pues todo saber, con el tiempo se convierte en prejuicio. Sólo una "razón absoluta" estaría libre de prejuicios, y esto es imposible, pues nuestra razón sólo existe como real e histórica, y como anota Gadamer "la razón no es dueña de sí misma, sino que está siempre referida a lo dado a lo cual se ejerce".
Como anota J. B. Vico, antes de comprendernos en la razón, son la familia, la sociedad y el Estado, los que nos condicionan, y así, "la autorreflexión del individuo no es más que una chispa en la corriente cerrada de la vida histórica. Por eso los prejuicios son, mucho más que sus juicios, la realidad histórica de su ser".
Existe un prejuicio de la Ilustración, y lo señala G. Gadamer paradójicamente, y es el prejuicio contra todo prejuicio, y con ello desvaloriza la tradición. Sólo en la Ilustración adquiere el concepto de prejuicio el caríz negativo que ahora tiene. Un antecedente de la Ilustración es la duda cartesiana de no tomar por cierto nada de lo que quepa duda alguna, y la aplica con su concepción del método que radicaliza esta esencia.

Inglaterra es un punto de avanzada en el proceso ilustrador, a principios del siglo XVIII fue el primer país europeo que logró superar las luchas políticas y religiosas, y logró equilibrar los choques que entre tradición y revolución, monarquía y libertad constitucional, y agricultura e industria, se habían presentado. Eso les permitió consolidar un gran imperio colonial aún después de la independencia americana. El empirismo era la filosofía dominante y en política, el liberalismo que limita los poderes del rey a partir de la existencia de dos cámaras, la de los lores y la de los comunes.

El ambiente intelectual era muy dinámico, ya en la cátedra, en el periodismo y en la vida diaria. A su vez en Francia, vivía una monarquía decadente, y un país en bancarrota, el absolutismo imperaba en política, el mercantilismo en economía, y el jesuitismo en religión. Esto hace que los sectores progresistas se interesen por la cultura y las instituciones de su tiempo. Tal es el caso de Voltaire, quien con un lenguaje sencillo expone las ideas inglesas, y así se extiende por todas partes, naciendo así, el movimiento "ilustrado", que va a ser el fruto de la fusión del intelectualismo francés y del empirismo inglés.
La Ilustración expresa una visión del universo que busca solucionar todos los problemas vitales, y desde el siglo XIX a partir de la ciencia se pretendió lograr la felicidad. Esto supone que la cultura logrará cumplir todos los deseos humanos, cuando se supere la ignorancia, en que las luces de la razón y de la ciencia lleguen a todo el pueblo. La Ilustración es ante todo un "optimismo racionalista", para el cual todo en la naturaleza está dispuesto con un orden racional y unas leyes sencillas, y de ahí la convicción de que esa misma armonía y orden racional estarán en la base del mundo humano, que vencerá el egoísmo y la maldad humana. En nuestra América, el movimiento ilustrador, buscó ante todo liberarnos de la opresión a que el imperio español nos tenía sometidos; Antonio Nariño, Francisco Miranda, entre otros, fueros sus adalides.
A partir de la hipótesis de los siglos XVI y XVII se habla de un derecho natural, por el cual un contrato social hará que el Estado armonice los egoísmos humanos. En teología, este optimismo racionalista se expresa en el teísmo, deísmo y materialismo. El primero, supone que hay una armonía en la creación y que hay un orden interno en el universo gracias a una inteligencia superior que ordena todo en la naturaleza. El deísmo, supone que la naturaleza como un todo, y animada íntimamente de una fuerza cósmica, la impulsa hacia adelante. Para el teísmo, el mundo es obra de un Arquitecto, sabio, que mediante las leyes naturales, lleva a los mejores resultados, pero no hace milagros, ni se ha revelado a ningún pueblo ni a ninguna iglesia, pues la experiencia y la razón nos ayudan a encontrar las huellas de la divinidad en el universo. El materialismo, representado por Holbach, sólo acepta la efectividad de la materia y de las fuerzas mecánicas que permiten el orden en la naturaleza.

La Ilustración derivó en una serie de equemas rígidos y fórmulas metafísicas, y así recibió las burlas de Voltaire, quien en su Cándido combatió el optimismo de la teología de Leibnitz, que quería explicar todas las catátrofes humanas diciendo que era para el bien del universo. En el siglo XX, los autores de la Teoría Crítica, señalaron que la humanidad no sólo no ha avanzado hacia el reino de la libertad, hacia la plenitud de la Ilustración, sino que más bien "se hunde en un nuevo género de barbarie", una regresión, que para ellos no sólo es el fin de la Ilustración, sino la autodestrucción de la Ilustración. Esto se debe según ellos, a que "la enfermedad de la razón radica en su propio orígen, en el afán del hombre de dominar la naturaleza, o sea, que es un progresivo proceso de racionalización, abstracción y reducción de la realidad al servicio del dominio del hombre, y que si bien en un principio quiso ser liberador, se ha convertido en un proceso de alienación".

Para ellos, la ciencia moderna como máximo desarrollo de la razón, al proponer con el empirismo el sometimiento a los hechos, ha terminado por eliminar todo "sentido" que trascienda los hechos mismos y ha derivado como anota Morin, en una "ciencia sin conciencia", que es el peor peligro del mundo actual, pues no acepta ninguna crítica.

Los dramáticos sucesos de la Segunda Guerra Mundial, con su secuencia de barbarie, llevó a numerosos filósofos a abandonar toda confianza en la razón, aún la misma dialéctica marxista, y a aceptar el diagnóstico de Max Weber de que el programa de la Ilustración es ante todo un "desencantamiento del mundo", o sea, un proceso progresivo e irreversible de racionalización de todas las esferas de la vida social y que lleva una funcionalización e instrumentación de la razón con la consiguiente pérdida de sentido y libertad. Sin embargo, la postura de Weber es pesimista, y la propuesta de la Teoría Crítica es la de una Crítica de la razón instrumental.
De lo anterior se deduce que hay una necesidad de una dialéctica de la Ilustración, en la cual se asumen las propuestas de Nietzsche, Benjamin, que plantean una filosofía negativa de la historia, y que en últimas es un signo de resistencia ante la tendencia creciente de la razón ilustrada que no sólo cede a la lógica del dominio, sino que olvida a sus víctimas.

En conclusión, la Ilustración es una tarea infinita, y esto supone reconocer sus límites, siendo el primero, la aceptación del misterio que rodea todo lo existente, y que la razón apenas puede vislumbrar. Este es un presupuesto básico contra la arrogancia de los científicos; esto no significa oscurantismo, sino reconocer como anota E. Morin, que los últimos avances de la ciencia nos llevan a la situación paradójica de que el conocimiento toca el misterio, y que "lo impensado y lo impensable están siempre presentes".

Es además el reconocimiento de los límites de la lógica, sin renunciar a la lógica, la aceptación de una ignorancia "ennoblecida", que no es la ignorancia que se ignora a sí misma, sino la derivada del conocimiento, y que se apoya en el socrático "sólo sé que nada sé". Además, en un universo poblado de infinidad de galaxias, es presuntuoso hacer de lo humano la medida de toda complejidad posible, pues cualquiera puede constatar que somos desconocidos para nosotros mismos, y que "al fin de lo inteligible surge lo ininteligible".

martes, 5 de octubre de 2010

PALABRAS VIVAS Y “LENGUAS MUERTAS” IV

LA PAIDEIA EN EL RENACIMIENTO
ÓSCAR LÓPEZ R. Filósofo - Psicólogo

La palabra “renacer” tiene un sentido mágico e implica una revitalización tanto en lo físico como en lo espiritual. No sólo los individuos, sino también las sociedades, viven momentos de gran ímpetu que los griegos llamaban “Kairos”, que son únicos e irrepetibles. Esto fue lo que se palpaba en la Europa Meridional, especialmente en Italia, a fines del siglo XIII, un nuevo interés por lo natural, el paisaje, lo humano, que preludiaron San Francisco, Dante, Giotto, Petrarca, Boccaccio.

En nuestro recuento sobre la idea de "paideia", nos corresponde señalar un período que como pocos ha situado a la humanidad en un nuevo camino en el desarrollo de la conciencia humana: el Renacimiento, y para entenderlo, es bueno recordar lo que dice Ralph Roeder:

La fuerza que creaba era la misma que destruía y no fue quizá pura casualidad el que las glorias artísticas y las miserias morales de la época alcanzaran su ápice conjuntamente “...Por eso en esta época hallamos personajes como Savonarola, Castiglione Maquiavelo y Aretino. Y concluye: “¿la virtud ascética de Savonarola, la virtud oportunista de Maquiavelo, la virtud social de Castiglione y la virtud animal de Aretino, qué vienen a ser sino las soluciones últimas de aquellos que temen a la vida, y de los que la aceptan, de los que pactan con ella y de los que a ella sucumben?” (El hombre del Renacimiento).
Por eso, según Jacob Burckhardt, las profundas contradicciones y los contrates irreconciliables de esta época, la llevan a ver como la verdadera imagen de la humanidad; de ahí su carácter ejemplar, pues "allí se descubrió y se alumbró el contenido íntimo del hombre". El Renacimiento no sólo poseía el concepto de la humanidad, sino la humanidad misma, forjando la idea del uomo universalis, que desde entonces será un ideal paralas épocas futuras.

El Renacimiento ha sido considerado como un período de transición que va de la Edad Media al mundo moderno, y por ser un movimiento tan complejo, no es posible adscribirle una fecha fija, pues en muchos aspectos vivimos problemas no resueltos de esa época. Sin embargo, este proceso fue gradual y no repentino, y el paso del siglo XIII al XIV, estuvo marcado por una serie de cambios en diversos campos, el estético que es el más conocido, igualmente abarca lo político, lo legal, lo filosófico, y aún cambios drásticos en las costumbres y en la vida diaria.

Fue una época deslumbrante y contradictoria, llena de luces y oscuridades, con personajes como Pico de la Mirándola, el gran expositor del Discurso sobre la dignidad del hombre, y Rabelais, que con su Gargantúa, se burló de los llamados valores medievales, César Borgia, y Lorenzo de Médicis. Sin embargo, gracias a ella, la humanidad luchó por la libertad consciente de sí misma, y esto, con una energía intelectual, y una pasión que luchó por superar los dogmas, el culto a la autoridad y el escolasticismo habían sumido a la Europa medieval, y el cansancio y los abusos del poder eclesial lleva a su limitación. Cada uno a su manera fue la expresión fiel de una época en búsqueda de sí misma, entre conflictos y turbulencias.

El Renacimiento tuvo un campo de aplicación múltiple; así en la arquitectura se redescubren los monumentos de la antigüedad, en la literatura aparecen nuevos manuscritos y hay una pasión por lo antiguo, un nuevo gusto por la poesía y la naturaleza que ya se había preanunciado desde el siglo XIII. A esto se agrega el descubrimiento del sistema solar de Copérnico y Galileo, la anatomía por Vesalio, la circulación de la sangre por Harvey, y en suma, la afirmación del método científico que había preludiado la escuela de Chartres. En lo político se supera el feudalismo, y aparecen las primeras naciones,

Italia fue la primer nación en donde se dieron dichos cambios, gracias a su régimen de libertades políticas, a su desarrollo comercial, al desarrollo de la lengua y a su posición mediterránea que le permitió ponerse en contacto con el fabuloso Oriente desde Marco Polo, Colón, y todos los que se atrevieron a romper las columnas de Hércules, el límite infranqueable hasta ese momento. En lo político, la ciudades lombardas arrebataron el poder fiscalizador a la iglesia y lo entregó a las comunas administradas por juntas de magistrados que eran responsables antes los ciudadenos. Era un renacer de la ciudad–estado helénica, se propagó así un culto al gobierno constitucional, que si bien tuvo logros, prepará el terreno para la aparición de los tiranos, esas figuras que se campean por todo el renacimiento.

El renacimiento carolingio había llevado a una nueva conciencia social de la cristiandad occidental; por primera vez se rompió con códigos tribales y el cristianismo promulgaba sus propias leyes, y transformación que no venía ni del elemento germánico ni romano. Se propició a sí el renacer del estado helénico independiente y soberano. Esto con el apoyo de los juristas de Bolonia (la primer universidad europea) con lo que se crearon everdadera esatados soberanos occidentales que disputaban a la Iglesia su poder. Asi, las ciudades del norte de Italia, contaban por vez primera con administradores que derrocaron a los obispos –principes, creando así un gobierno civil. Empieza a sí la alianza del Estado y el capital, que fundará el Capitalismo, que aún nos domina hoy, en forma más agresiva y global. Maquiavelo el primer realista con su racionalismo político y portavoz de su época, por eso es también el primer psicólogo del desenmascaramiento, precursor de Marx, Nietzsche y Freud. Expuso el dualismo moral que late en todo político, y para el cual el fin justifica los medios.

Después de la Edad Media, ya era claro que no era posible unir en una misma unidad la doctrina eclesiástica, las fuerzas nuevas, las naciones en formación y los individuos afanosos de libertad. Empieza la escisión Iglesia e Imperio, llevando a un antagonismo de 400 años. Con la conquista de Carlos V de Italia, empieza a dominar el capital financiero y por eso como anota Clarck ya la Iglesia formaba parte del sistema bancario internacional que inició Italia a fines del siglo XIII.
Por eso, ésta es la época en que el “realismo político”, en o sea el que desenmascara las verdaderas intenciones de todo poder, se hace consciente, luego de que ya era imposible una República cristiana por la lucha de poderes imperiales y eclesiásticos y se justifican gran parte de los crímenes de Estado”.

En la Edad media se desea conservar lo antiguo y tradicional, y no tiene ningún sentido para lo nuevo y para el progreso. Como anota Hauser, “es esta una época tranquila, segura de sí misma, robusta en su fe, que no duda de la validez de su concepción de la verdad ni de sus leyes morales, que no conoce ningún conflicto del espíritu ni ningún problema de conciencia, que no siente deseos de novedad ni se cansa de lo viejo”. Es esta una “cultura autoritaria y coersitiva, y sólo bajo la presión de las sanciones pudo desarrollar una visión homogénea y cerrada”.

Todo esto va a cambiar, con la economía monetaria y mercantil y los inicios del hombre burgués, ahora es en las ciudades y no en las catedrales donde la gente se encuentra; además, surgen dos nuevas clases profesionales: los artesanos y los comerciantes, que ya no trabajan para sí mismos, sino que trabajan para otros.

La economía monetaria está representada en su forma más pura en el comerciante, que ya buscaba el beneficio y la ganancia, y que opone a la propiedad territorial como única forma de riqueza hasta entonces, y en el que los metales finos sólo servían como uso de embellecimiento. Además, el dinero acuñado que estaba en manos de la Iglesia, no circulaba. Fue el comercio el que a partir del dinero lo convirtió en medio de cambio, lo puso a trabajar, con lo cual a parecen los primeros rasgos de la mentalidad capitalista. Sin embargo, el burgués era despreciado y formó el tercer Estado y se puso a la vanguardia de los cambios sociales; se borran las diferencias sociales entre siervos y libres, y aquéllos ya pueden contratar, y no se les paga en especie sino en dinero. Esto le va a generar al trabajador una nueva conciencia de sí mismo, va a tener más tiempo libre y podrá dedicarse ya a leer. Se origina así una “secularización de la cultura, y un intercambio intelectual y artístico que desde el siglo XII establece un comercio entre Oriente y Occidente, Norte y Sur; es una cultura cosmopolita, se emprenden cruzadas, peregrinaciones, se forman logias, y los estudiantes y profesores viajan de universidad en universidad”.


Cervantes y Shakespeare son portavoces de la nueva época y en sus obras queda reflejado el fin del mundo medieval, el de la caballería y sus ideales. Así, España, donde más brillo tuvo la caballería, fue donde tuvo su mayor derrota, y ante el empuje de los ingleses y holandeses, el hidalgo enriquecido con el oro que llegaba de América, terminó muchas veces en pícaro y vagabundo. Además, la Contrarreforma, cerró todas las posibilidades para su entrada a la modernidad.

En Shakespeare hallamos que la tensión entre el mundo real y el ideal, se convirtió en una relación antitética. En la Edad Media, a pesar de que fue mayor el conflicto entre este mundo y el más allá, sin embargo, no se dio el conflicto trágico. Es el realismo político el que lo va a mostrar, y llevará a que se traslade el conflicto al alma del héroe. Esta será la gran labor de Shakespeare. Y así, las Moralidades –representaciones teatrales- que expresan la lucha psicológica, van a tomar en el drama isabelino el trágico conflicto de conciencia que aparecerá en los dramas de Shakespeare, y así, el destino trágico del héroe se convierte en el motivo de muchos de sus dramas. Aquí aparece también la idea protestante de predestinación que es simultánea con la formación de la tragedia moderna. Por eso señala Hauser, que en Shakespeare su “desbordada vitalidad correspondía lo mejor posible al concepto corriente del Renacimiento”.

En el campo de la paideia, hallamos que la educación ya no está en manos de la Iglesia, gracias al surgimiento de las lenguas vulgares. Y así, si en la Edad Media no había distinción clara entre lo público y lo privado, desde el Renacimiento comienzan claramente a deslindarse. Así, se da un paso progresivo de lo privado a lo público, el cual coincide con la voluntad de los poderes político y religioso de controlar el conjunto de la sociedad, y las nuevas estructuras educativas, en particular los colegios, cuentan con la adhesión de los padres, pues tienen muy claro que llevar a un niño a la escuela es someter sus instintos primarios. Se comprende que la instrucción de un joven le permite dominar las técnicas de la profesión a la que se dedicará a participar en la vida pública. Así, el éxito de la nueva educación, responde a un individualismo que aumenta sin cesar. Y así por ejemplo, aparecen códigos de urbanidad en los cuales se busca el ocultamiento de lo orgánico.

Sin embargo, en el caso de las mujeres de clases privilegiadas y las religiosas, eran educadas para el hogar, y sólo en las clases privilegiadas aprendían a escribir y a leer, dominaban el latín y a veces el griego, igual las religiosas; a las de clase baja se les educaba sólo en lo pertinente al manejo del hogar, y “como defensora de los valores privados se le consagraba a su defensa y transmisión”.

Como anota Chartier, “la entrada de las sociedades occidentales en la cultura de lo escrito, es una de las principales evoluciones de la Edad Moderna”. Con él vienen los avances de la alfabetización, la circulación de textos escritos, y la difusión de la lectura en silencio, cuyo precursor se dice fue Petrarca, instaurando una relación solitaria entre el escritor y el libro. Se publican libros en los siglos XVI y XVII, y así la Biblia es el primer libro producido en serie en Alemania a precios bajos.

El primer escritor moderno que expresa en público su propia intimidad es Montaigne, quien con sus "Ensayos", a la vez que crea un nuevo estilo de escritura, inicia una nueva relación del sujeto humano con la literatura.
Tampoco podemos olvidar que la asistencia del público a actos religiosos, permiten nuevas formas de educación. Así, la representación de Autos Sacramentales, no son sólo actos de piedad, y la asistencia a los teatros que fueron muy populares en Inglaterra, tenían un poder educador como lo tiene el cine hoy.
Erasmo de Rotterdam y François Rabelais, darán un toque definitivo a esta época. El primero con su "Elogio de la locura", encarnará el nuevo saber, alejado del convento, una cultura al servicio de la vida, y una ironía que se burla del clero. En su obra, no queda estamento eclesial libre de sus dardos, y como decía un autor, "allí se hace befa hasta de las cosas de Dios". Por eso, su obra va a ser considerada, "el grito de guerra del humanismo", y se escapará de los brazos inquisitoriales al recurso irónico de expresar que no es él quien habla, sino la locura.
Rabelais a su vez, es la expresión más acabada del Renacimiento, pues su obra "Gargantúa" es un balance crítico del saber medieval, y con su lenguaje grotesco buscará echar por la borda todo el esfuerzo medieval, hechando mano de un lenguaje escatológico, pero que en el fondo, a través de la risa, mostrará su confianza en la razón, en la bondad del hombre y su capacidad creadora, sólo que ahora lo hará alejado del pesado lenguaje que durante dos siglos fue el recurso de las instituciones educativas.