viernes, 25 de septiembre de 2009

SIMBOLISMO Y RACIONALIDAD

Wassily Kandinsky

Quizás la mayor penuria de nuestra época, y que nos diferencia radicalmente de otras épocas, essu " pobreza simbólica" , pues a pesar de sus logros científico-técnicos y materiales,la sensación que vivimos hoy los humanos, es la de un enorme de vacío,que los logros materiales por sí solos no alcazan a colmar .

Esta situación se debe entre otras cosas, a la carencia de poesía, de arte en nuestras vidas, la falta de modelos a que asirnos, a la carencia de proyectos y utopías, esa agobiante sensación de vislumbrar un futuro cada vez mas oscuro, y como corolario, el desarraigo del hombre de hoy, y del sinsentido de su propio vivir. Las razón de esta desazón , es la progresiva, y en gran parte radical separación que se dio en la civilización moderna entre los reinos del sentir, del pensar y del vivir, y entre la vida individual y social.

El sentido del pensamiento y el lenguaje es la "búsqueda de sentido", es decir, tender lazos o puentes entre el hombre y las demás realidades, mientras que lo que pretende el mundo científico-técnico, es la manipulación de la realidad física y humana. En el mundo moderno se sobrevaloró lo racional-calculable, frente a lo cualitativo siendo esta una inversión, o mejor una subversión, que ha traído algunos logros, pero a expensas de las racionalidades mística, poética, etc.

Este es un “desplazamiento” conceptual, que si bien permitió el desarrollo de la ciencia y la técnica, llevó al olvido del objetivo básico de la vida humana como es el de la construcción y reconstrucción permanente del sentido de nuestro existir. Esto lo llamó Harris el “déficit mítico de la cultura contemporánea”, y Barbero, el déficit simbólico del mundo actual, devaluando el arte, los sentimientos y lo religioso, convertidos en epifenómenos, realidades de segundo grado.

Con Descartes empezó esta separación desde el punto de vista filosófico, en el que “el discurso no apunta ya hacia el sentido sino hacia la Verdad”, o sea que “la época moderna se proclama buscadora de la certeza, estudiando el modo como se adecuan el hecho y la palabra, el sujeto y el objeto, el pensamiento y el mundo”. Claro que el desarrollo de la ciencia y la técnica era inevitable, pero el precio es muy costoso, no sólo en términos ecológicos, sino aun mayor las secuelas que deja, pues al absolutizar el mundo fenoménico, medible, negó la otra dimensión de la realidad, el mundo de las cualidades y de la profundidad.

Se cayó en la pretendida “objetividad”, y se concedió valor desmesurado a la racionalidad humana, y así como anota Lanceros, “la naturaleza y los dioses aparecen objetivados, se mantienen a distancia, se pretende atraparlos en el concepto o re-presentarlos a través del signo”.

El papel de los mitos, del símbolo, del arte, la religión en sus mejores formas, ha sido el de tender puentes, establecer relaciones que evocan la totalidad primigenia, y reconciliarnos con el universo, con nosotros mismos, nuestros semejantes y el fondo primordial de lo real.
Max Ernst - El Ángel del hogar

Una racionalidad absolutizada, al separarnos del todo del que somos fragmento, nos encierra en un pensamiento que no une, sino que separa, que nos lleva a la neurosis, la locura y al crimen.
La pregunta es: ¿hay alguna salida? Sí, desde que se reconozca de nuevo el papel del hombre de crear símbolos, ver en el hombre no tanto “un animal racional” y reconocerlo mejor como “animal simbólico”, es decir, creador de sentido, no por un lujo, sino por una necesidad inevitable. La única salida es que la razón (es decir, su portador) se baje de su sitial de tribunal inapelable, y reconozca humildemente su papel de mediador en la construcción de sentido .

Surrealismo español

Esto nos lo brinda el arte en todas sus formas, desde las artes mayores, hasta las más simples formas artesanales, lúdicas. Acciones desde un saludo, un rito, una danza, un baile, tomados en su sentido más intenso, permiten recuperar el sentido del vivir, y profundizar nuestra relación cósmica y social, pues en ellos no se trata sólo de interpretar , sino de sumergirse en algo que nos embarga y a lo cual le teme el racionalista . Los símbolos no se explican, ni se demuestran, se vive de ellos, tal como ocurre con los símbolos religiosos, patrióticos, lúdicos. Por eso, ¿cómo convencer a alguien que le guste un baile? Sólo haciéndolo interesarse en el baile.

Los símbolos están ahí, se aceptan o no. Tampoco se piensan, pues si los objetivamos pierden su razón de ser. Es el problema de las demostraciones racionales de todo tipo, que no dan con la realidad completa. El símbolo es además polisémico, posee innumerables significados , no significa nada, pero nos lleva a una completa participación.

El símbolo no es una cosa: es una operación humana,y aunque parte de algo material , la luz, el agua o el pan, el simbolismo de la iluminación, de la inmersión, de la nutrición o de la cena compartida, van mas allá de ellos . No simbolizamos cambiando la “cosa” que se va a simbolizar, por ejemplo: la vela por proyectores eléctricos o la fuente bautismal por una bañera. No hay objetos que sean simbólicos por sí mismos, sólo pueden convertirse en simbolizantes, ya sea en una situación en que cobran sentido , o gracias a un medio cultural determinado en el que son tomados como tales por un grupo. Lo único que se puede hacer es favorecer conductas que tengan posibilidad de llegar a ser simbolizantes. El símbolo es según Durand, el producto de los imperativos biopsíquicos por las intimaciones del medio, y a ese producto lo ha llamado “proyecto antropológico”.El poder fundamental de los símbolos es el de unirse, más allá de las contradicciones naturales, de los elementos irreconciliables, de los tabicamientos sociales y las segregaciones de los períodos de la historia. Según él, hay que buscar las categorías motivantes de los símbolos en los comportamientos elementales del psiquismo humano. Cualquier pensamiento simbólico es toma de conciencia de los grandes símbolos hereditarios, especie de “germen psicológico”, objeto de la paleopsicología.

Los símbolos constelan porque desarrollan un mismo tema arquetípico, son variaciones de él. Por eso la tarea principal que se propuso obra máxima de Durand es el estudio de una “arqueotipología general”, en la que investiga las grandes constelaciones simbólicas de la humanidad.

Wassily Kandinsky


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