martes, 28 de septiembre de 2010

PALABRAS VIVAS Y “LENGUAS MUERTAS” III

LA PAIDEIA Y LA ESCOLASTICA
ÓSCAR LÓPEZ R. - Filósofo - Psicólogo

Nada más extraño para el hombre pragmático de hoy que la época Medieval, y sin embargo, gran parte de lo que somos se lo debemos a esa época tildada injustamente de “edad oscura”, pues en ella se logró recuperar gran parte de los logros antiguos greco-romanos, salvando de la ruina a numerosos tesoros perdidos. Por eso cuando se mira a lo largo del tiempo, la Edad Media, parece una larga época en donde pocos sucesos parecen dignos de resaltar, en comparación con nuestros tiempos turbulentos y caóticos. Sin embargo, quien se dedica a estudiar minuciosamente esta época, se admira de la cantidad de situaciones y dramas que vivieron los que transitaron por ella.

Europa había vivido hondas conmociones durante el fin del Imperio romano, debido entre otras causas a las invasiones bárbaras que se extendieron por todo el continente; eran hordas que con Atila se diseminaron por todas partes. Fue éste un período de disolución, que la Iglesia, gracias a su gran espíritu organizativo, y su nuevo ideal, fue la única capaz de combatir. Para ello contaba con un gran número de obispos (episkopos) y clérigos.

Los comienzos de la Edad Media los hallamos en el año 800 cuando Carlomagno, rey de los francos que llevó al continente a una paz anhelada, luego de tres siglos de invasiones bárbaras, y de la expansión del Islam, siendo coronado emperador por León III en Roma, y con el que surgía por primera vez la idea de una Europa, aunque incipiente. La victoria de los francos detuvo su expansión. Carlomagno hizo de Aquisgran su capital y se declaró el nuevo Cosntantino, que en el 325 legalizó el cristianismo. Aquisgran era ahora la Roma seconda.

Si ya decíamos que en el cristianismo la “paideia” tomó una forma religiosa como era el seguimiento de Cristo, en la Edad Media, En el Medioevo, la nueva forma que tomó la paideia fue la que le dio la Escolástica (del latín scholé, escuela); ahora un profesor que es un clérigo o sacerdote, enseña a sus alumnos a argumentar, disputar primero sobre las Sagradas Escrituras y luego sobre otros autores.

La Escolástica fue pues la filosofía enseñada en las escuelas episcopales, las abadías, y palacios, y luego llegaría a las Universidades. Surgió primeramente como teología; como estudio racional de los datos de la revelación cristiana, y luego se fue autonomizando dando origen a especulaciones relacionadas con los dogmas del cristianismo. Sus temas fueron primero los universales que tratan de la realidad de los conceptos, que para unos como Aristóteles son reales, mientras que para otros los nominalistas son sólo palabras vacías, “flatus vocis”; se estudió además el valor de los argumentos ontológicos, cosmológicos, teleológicos y eudemonológicos (sobre la felicidad) relacionados con la existencia de Dios, que hoy a muchos les parecen inútiles, pero que sin embargo tuvieron gran importancia en su momento.

El comentario será el prototipo del trabajo intelectual, el pasado filosófico se inscribirá en el presente del pensamiento gracias a la exposición de textos. Así Santo Tomás se apoya en comentarios de Pedro Lombardo, Aristóteles, Boecio y Dionisio. La confianza aristotélica en un mundo inteligible llevará a un racionalismo conceptual, y los textos de Aristóteles son incluidos en los programas de estudio, pero a su vez las traducciones de Aristóteles son traducidas en Toledo, con lo cual aparece la reflexión árabe, en especial, de Avicena, Averroes, el cual será duramente criticado por Santo Tomás.

Las lecciones de los maestros se centraban en comentarios de los pocos textos de los autores de la antigüedad clásica que circulaban en la época, pero ante todo los comentarios sobre las Escrituras, a partir de las “sentencias” o sobre personajes escogidos de las Escrituras o de los Padres de la Iglesia. Las lecciones eran interrumpidas por discusiones públicas entre los alumnos a partir de rigurosas normas de exposición y oposición, lo que llevó a que cayera en el formalismo y en la pedantería intelectual y de ahi el descrédito en el que cayó mas tarde, pero esa no era su esencia.

Carlomagno, al apoyar a la Iglesia estimuló la educación en una nación semibárbara como era la franca, y a pesar de ser un hombre ignorante, se esforzará por aprender el latin y el griego. Buscó maestros, siendo Alcuino el más eminente. Así, la educación cristiana y parte de la griega constituyeron la base real del resurgimiento carolingio. La mayor tarea de Alcuino fue interpretar y conservar los autores clásicos, quienes lograron sobrevivir gracias a los amanuenses, carolingios e irlandeses.

La universidad surgió de las escuelas urbanas que se oponían a las escuelas monásticas anquilosadas en posturas conservadoras. Se produce así un desplazamiento espiritual y geográfico en que se desmoronan las instituciones feudales, gracias al comercio, la circulación del dinero, la circulación por el Mediterráneo, el surgimiento de nuevas técnicas, la especialización del trabajo y el crecimiento exagerado de la población, formándose aglomeraciones urbanas, y una clase nueva surge, ligada, ya no a la posesión del suelo, sino al esfuerzo del trabajo y del dinero.

Hubo sin embargo una serie de movimientos socio-históricos que reforzarían todo este proceso desde las Cruzadas, y peregrinaciones que despertaron una fiebre de energía creadora, que le devolvieron a Europa una nueva vitalidad fruto del contacto con el Oriente Bizantino y los musulmanes. El tránsito del feudo a la comuna en el curso del siglo XII, permitió una mayor autonomía, responsabilidad personal y autodominio en problemas imprevistos. Todo esto se vió reflejado en las escuelas urbanas que rompían la antigua inmovilidad feudal.

Uno de los movimientos de mayor relevancia en este período, fue el auge de la caballería, que en un principio era una casta guerrera hereditaria y exclusiva, ya no es predominio de unos pocos. Sin embargo, el caballero está imbuído de un espíritu heróico y con una necesidad de vencerse a sí mismo, y eso le infunde un idealismo romántico. Su sentimiento es el de la Kalokagathía (el bueno y noble), que no es otra cosa que una resurrección de los principios morales antiguos en forma cristianizada. Las virtudes que preconizaba Aristóteles como fortaleza de ánimo, perseverancia, moderación, y dominio de sí, son asumidos ahora por los caballeros. A ellos se agregan las virtudes heróicas de la época feudal: desprecio del peligro, del dolor y de la muerte, la fidelidad, el afán de gloria y el honor, generosidad con el vencido, la protección al débil, la protección a las mujeres, la cortesía y la galantería, que tendrán en Don Quijote su máximo paladín.

La reapertura del Mediterráneo y la apertura del Atlántico abrieron el comercio, permitieron expandir la industria, y así Europa se llenó de una riqueza desconocida hasta entonces y que crearon la base para la construcción de las catedrales. Primero fue la abadía de Cluny que desde 1049 al 1109 llegó a ser la iglesia más importante de Europa, y llegó a extenderse llegando a tener 1200 filiales. Una de las ciudades más importantes en este proceso fue Chartres, famosa por su escuela y especialmente por su catedral; allí se empezó a estudiar por primera vez en forma seria a Platón y Aristóteles, quienes habían sido desconocidos durante varios siglos, y que fueron traducidos gracias a la paciencia de los monjes medievales. Famoso es aún el pórtico de la catedral, con sus figuras emblemáticas, reyes y reinas, que según Clarck sentaron “un nuevo peldaño en el camino del ascenso del hombre occidental”.

En efecto, sus rostros refinados, su pose hierática, sus miradas, son algo nuevo en el arte, aún superiores a los héroes y dioses griegos. Chartres fue además un bastión importante en el desarrollo de la ciencia moderna.

La construcción de la catedral de Chartres fue una obra colectiva como pocas, a la que contribuyeron todos los estamentos y clases sociales de Francia, y quienes quedaron representados en cada uno de sus vitrales. Por eso ha dicho Emile Male que “la catedral de Chartres es el espejo mismo de la Edad Media exteriorizada”.
Un personaje crucial de ésta época, sino el más eminente, fue Tomás de Aquino, nacido en 1224; múltiples hechos estaban ocurriendo en Europa, por ejemplo, Luis IX en Francia inauguraba la primer cruzada, los albigenses tenían suficiente poder. Los musulmanes instalados en Granada, gracias a su victoria de 1212, querían extenderse aún más, y en el continente asiático los tártaros hacían de las suyas. Así, la cristiandad era consciente que el mundo era más grande de lo que se pensaba.

Cuando Santo Tomás llegó en 1245 a París, se convirtió en alumno de San Alberto El Grande, y luego sería profesor de teología, luego lo seguirá a Colonia, para luego retornar a París. A su regreso, la Universidad de París enfrentaba u na ardua batalla entre los monjes seculares y regulares, y hasta se presenciaron huelgas profesorales. Las luchas no solamente eran corporativas, sino también doctrinales, y uno de sus motivos fue la difusión del aristotelismo, siendo Santo Tomás un actor importante en la defensa del filósofo griego, logrando crear por primera vez una de las más fecundas síntesis entre el pensamiento helénico y el cristiano. Así París, se llena de una población ávida de saber, y surgen las nuevas facultades como la de artes, la de medicina, y derecho. La universidad entonces es la creación inédita de un orden nuevo, y de un nuevo cristianismo; pero el alma de la universidad es la facultad de teología que gradúa profesores con una licentia docenti (licencia para enseñar teología), situación novedosa que no era conocida en el Oriente. Es una especie de “doctor en teología” que forman el grupo de los Magistri, de los cuales los más importantes serán San Alberto y San Buenaventura, y que luego llegaron a ser “doctores de la Iglesia”. Su enseñanza está provista de técnicas y formularios, con ritos propios de auditores que en gran número se aglomeraban para escucharlos, y se zanjaban las más arduas discusiones de una riqueza como pocas veces se vio en las universidades.

París se convertirá en la ciudad universitaria por excelencia, y fue llamada, “omnium studiorum nobilissima civitas” (la más nobilísima ciudad de todos los estudios), y además, fue el centro intelectual de la cristiandad, el dominio por excelencia de la alta cultura, y Alberto el Grande la llamó la “civitas philosophorum” (la ciudad de los filósofos, la nueva Atenas); pero todo esto se debió sobre todo a la presencia de Santo Tomás, y como dice Chenú, “París era su lugar natural”. También se dio en esta ciudad el tránsito del helenismo al cristianismo, y según Gilson, todo fue obra del bienaventurado Dionisio de Areopajita, quien llegó a París para hacer de ella la madre de los estudios como una nueva Atenas.

El siglo XII marca una de las más ondas rupturas en la evolución de la sociedad europea; sin embargo, hallamos una continuidad en todo el proceso del tránsito del Medioevo hacia el Renacimiento, fue un siglo clave, pues fue el que le dio a la civiliación europea su gran ímpetu, y los cien años entre la consagración de Cluny y Chartres, dieron origen a lo que es hoy la civilización europea. En la literatura hallamos el Percival de Wolfram von Esencbach y La Divina Comedia de Dante

De aquí que muchos autores señalan dos renacimientos: uno medieval y otro humanista dándose así una paradoja de un renacimiento que engendra una escolástica. El retorno a la antigüedad implica un nuevo clima, pero en suma, Platón y Aristóteles, van a sobrevivir en San Buenaventura y en Santo Tomás, y si en un principio Aristóteles era considerado con recelo como un filósofo pagano, el gran aporte de Santo Tomás fue que llegara a ser considerado el filósofo por excelencia. De ahora en adelante, la física y las ciencias de la naturaleza comienzan a surgir igual que los estudios del hombre.

Otro proceso importante es el surgimiento de la Orden de predicadores en el siglo XIII, que responderán a los nuevos retos de la época como ocurrirá con Santo Domingo, que fundará la Orden Dominicana y será uno de los santos más reconocidos de su época, y se aplicarán a enseñar en escuelas y universidades; la cumbre de este proceso será San Francisco de Asís, “el más bello fruto” de su época; con las órdenes mendicantes, se buscará un retorno al cristianismo primitivo, y sacará a la Iglesia de la crisis en que se hallaba, en especial por la descomposición del clero romano y europeo.

Al ser condenado Santo Tomás por su aristotelismo, encontrará en San Alberto su más cálido defensor, y lo defenderá aún después de que haya muerto Santo Tomás.

El primer gran esfuerzo que se hizo en la evolución de la lectura de la Biblia de tipo pastoral a una disciplina científica, se debe a la Escolástica; así se pasó de los sermones de San Bernardo a las exposiciones universitarias en el siglo XIII, pasando así de la paráfrasis pastoral a la exégesis, es decir, un análisis subjetivo de los textos con técnicas apropiadas, y ya no tanto en busca de una edificación espiritual.

La formación de las Sumas en el siglo XIII, la más famosa de las cuales es la de Santo Tomás, ilustra el cambio que se da entre una historia santa y una ciencia organizada como es la nueva teología. Un primer efecto de esto, es el análisis de las palabras buscando su sentido inmediato, clasificándolas en categorías, se buscan las razones de las cosas, de los hechos, de las palabras. Luego de esto, el maestro medieval va a pasar de la expositio a la cuestio, de la exposición a la interrogación, y de ahora en adelante se habla de cuestiones disputadas, que es un ejercicio escolar más allá del comentario textual.

Con la consagración de las iglesias de San Dionisio y de Chartres, la Ile de France, asistirá a una síntesis de los logros artísticos del sur de Francia, y las múltiples tendencias de la herencia románica se transformarán en el molde gótico. El románico se aplicaba a la parte final del siglo XI, y el cual consistía en el uso de masas de piedra pesadas, y el “gótico”, en el cual “la piedra se hace ingrávida”. Además, los murales en las paredes son sustituídos por el vidrio, lo que va a impactar aún más los sentidos en un sentido sensual y emocional. Esto es lo que hace inigualable a la catedral de Chartres y a sus congéneres francesas; comenzó también con la reconstrucción de la Abadía de San Dionisio alrededor de 1145.

Fue la unión de intereses imperiales y eclesiásticos lo que promovió la gran expansión cultural europea, a diferencia del Oriente en donde una poderosa teocracia dominó durante varios siglos, creando una sensación de inmovilismo que persistió casi hasta nuestros tiempos.

A diferencia de occidente para el cual lo real sólo es lo material, en la Edad Media el mundo es un símbolo para el hombre que piensa; cada ser esconde un pensamiento divino. El mundo moral y el mundo sensible no forman más que una unidad. Así, los artistas le dan a los animales y plantas, y en general a todo lo existente, un sentido simbólico. Este exceso de alegorismo es el que va a dar con el traste de todo el pensamiento medieval; sin embargo, la idea más importante que dejará el Medioevo a la civilización, es el ideal de eternidad, y como anota Clarck, esta es una parte importante de la civiliazción.

Siendo Santo Tomás el cúlmen de la filosofía escolástica, al no hallar continuadores de su talla, la Edad Media Cristiana termina desgarrada; por un lado, en una visión pesimista del mundo como lo muestran las Danzas Macabras. Se impuso una filosofía llena de conceptualismos, el Ser es formalizado por Scoto, o se cae en el voluntarismo de Ockam, quien pregona un Dios que puede querer el mal, destruir el mundo y hacer que los inocentes se condenen.

La Iglesia se enclaustra frente a los avances modernos, e inerme ante su propia descomposición, impide el desarrollo de nuevas ideas como las que impulsaba la modernidad, y durante siglos se colocó a la defensiva; sin embargo, por doquier se sentía la necesidad de un renacer que ya se preludiaba y que tuvo sus orígenes en la misma Italia de los Papas. El fausto de Goethe y la Divina Comedia, son la expresión de la contradicción, y la nostalgia de un mundo nuevo.

jueves, 9 de septiembre de 2010

PALABRAS VIVAS Y “LENGUAS MUERTAS” II

LA PAIDEIA CRISTIANA

Óscar López R. - Filósofo - Psicólogo

A primera vista nada parece más antitético que el pensamiento cristiano, heredado de los judíos y el pensamiento griego. Sin embargo, en el mundo antiguo se dio la fusión de ambos elementos, Y así, si hubo una cristianización del mundo de habla griega en el Imperio romano, también hubo una helenización del cristianismo. El crtistianismo “aprendió a reflexionar con categorías ajenas”, y se prresentó como “una experiencia totalmente nueva de la divinidad y su gloria, la de un logos acerca de Dios a partir del logos de Dios que se expresa en una palabra profética y encarnada” (H.U.v. Balthazar).

El mensaje cristiano, muy pronto superó las fronteras judaicas y llegó hasta el mundo dominado por la civilización y la lengua griega. Según Jaegger, “este fue el hecho decisivo en el desarrollo de la misión cristiana y su expansión por Palestina y más allá de sus fronteras”… “los ideales culturales griegos y la fe cristiana se mezclaron… pues existía una unidad final entre ambos un núcleo de ideas comunes”.

Este contacto con los griegos permitió afianzar al cristianismo en su ideal de universalidad, y por eso, necesitaba confrontarse con otra concepción universal como la helénica. Además, las religiones paganas habían perdido toda su vitalidad, y el crisitnismo “se presenta como una fe que merece la pena vivir porque es también una fe por la que merece la pena morir”. Pero aunque era una religión abierta a hombres y mujeres de todas las clases, cultos e iletrados, ricos y desposeidos sin embargo se presentaba como la única y mejor alternativa, lo que era una ventaja en un mundo confuso y enfermo.

Sin embargo como anota Dodd, era solidaria con todos los excluídos en un mundo duro como era el de esos tiempos. Creó así un sentimiento de grupo en un mundo de desarraigados, tal como nos muestran los estoicos que ante las miserias políticas prefirieron ser cosmopolitas a ser miembros de paises injustos.

Así pues, una de las tareas más monumentales de los primeros cristianos, fue su esfuerzo por incorporar los elementos griegos a la doctrina enseñada por Jesucristo. La palabra paideia es utilizada en los Hechos de Felipe: “he venido a Atenas a fin de revelarles la paideia de Cristo”.

Como anota Jaegger, hubo una “continuidad histórica y transformación de la tradición de la paideia griega durante los primeros siglos cristianos… la civilización griega ejerció una influencia profunda en la mente cristiana” (Cristiano primitivo y paideia griega).

Esto permitió que el cristianismo utilizara conceptos, categorías intelectuales y metáforas griegas. Además, el griego era hablado en todas las sinagogas mediterráneas. Ya el mismo Evangelio de San Juan empieza con esta afirmación: “en el principio era el Logos”; además, en los Hechos de los Apóstoles al hablar de las comunidades griegas, aparecen nombres griegos como Esteban, Felipe, Nicanor, y utiliza expresiones griegas, una muy importante, la palabra Eklesia, que se refiere a una asamblea de ciudadanos de una polis (ciudad griega); el mismo San Pablo, hombre de gran cultura, a diferencia de la mayoría de los apóstoles, se caracterizó por su celo misionero, y recorrió gran parte de las ciudades antiguas, en especial griegas, como Corinto, Éfeso, Colosa, Tesalónica, y tuvo como centro de su predicación las comunidades de los gentiles, es decir, los no judíos, y empleó en varias ocasiones el término paideia, en el sentido de instrucción, disciplina. Así, la palabra conversión, que tiene un hondo sentido en el cristianismo, está tomada de Platón.

Sin embargo, si la paideia cristiana vino a ser una continuación de la paideia griega, a su vez se dio un cambio radical, pues ahora es Cristo el centro de la nueva paideia, y la griega se convierte en un auxiliar suyo.

Los padres de la iglesia, San Clemente Romano, los apologistas, los alejandrinos, los capadocios, y San Gregorio de Niza, forman parte del enorme esfuerzo que se dio en el cristianismo primitivo por lograr un acuerdo entre ambas mentalidades. Así, San Clemente postula una serie de virtudes cristianas muy afines a las del pensamiento político griego, y para ello utiliza la tradición de la paideia clásica, citando a Sófocles y Eurípides. La concepción orgánica de la sociedad que tomó del pensamiento político griego, va a adquirir en él un sentido casi místico, al interpretarlo como una unidad en el cuerpo de Cristo.

Lo que favoreció la helenización del mundo, fueron las campañas de Alejandro Magno en especial su campaña del año 334 A.C., y con ello se creó un nuevo espíritu que enriquecería a todo el mundo conocido. El recurso de Alejandro fue el reclutamiento militar, y la fundación de ciudades, que fue su manera de helenizar los pueblos. Se creó así un mestizaje étnico y espiritual. Como dice Alfonso Reyes: “la cultura helénica esparce sus beneficios y, a su turno, recibe la fertilización religiosa e imaginativa de la mente oriental. Se crea también un lenguaje universal tomado del griego, y es la koinée o lengua universal que hablarán los helenos, asiáticos y africanos.

Grecia cayó en manos de los romanos en el 146 A. C., y si bien, fue conquistada militarmente, se ha dicho que Grecia conquistó a Roma, tomando de ella hasta los dioses, lo que llevó a que las clases altas asumieran las creencias y el saber griego. El mismo Virgilio, el poeta nacional romano, a instancias del emperador Augusto compondrá la Eneida, buscando seguir los pasos de Homero con su Iliada .

La edad alejandrina va desde el año 300 A. C. hasta los comienzos de la era cristiana, y Alejandría se convierte en la capital de la cultura helenística. Le seguirá la filosofía helenístico-romana, que va desde la muerte de Aristóteles en el 322 A. C. hasta la muerte de San Agustín en el 430 D. C.

A partir del siglo II D. C., se desarrolló una amplia literatura con la cual los cristianos querían defenderse de las críticas paganas, empleando un tipo de discurso didáctico, surgiendo así los apologistas, quienes no se dirigieron propiamente a la masa, sino a los cultos, y en especial a los gobernantes del imperio, quienes fueron hombres de una mayor cultura. Así, San Justino, llama a los emperadores: “hombres píos y filósofos”, “amantes de la cultura” (Paideia).

Orígenes fue uno de los principales apologistas, y como señala Jaegger, para él la filosofía era tanto Logos (pensamiento) como Bios (forma de vida), como ocurría con todos los filósofos antiguos. Según él, los modernos fracasan al interpretar la filosofía antigua no reconociendo su capacidad religiosa como la entendía Orígenes, Plotino y Porfirio. Origenes tuvo varios discípulos, entre ellos Gregorio El Taumaturgo, quien expresó que su maestro alababa siempre a la filosofía y a los verdaderos amantes de ella, pues sólo ellos llevan la vida que corresponde a los seres racionales.

La mayor acusación que debíeron rebatir los cristianos era la del ateísmo y canibalismo: ya por que no veneraban a los dioses del Estado, y negaban honores al emperador, o ya por que en la eucaristía comían la carne y bebían la sangre de Cristo. San Justino señalaba que no creer en los dioses era tan viejo como la misma filosofía; para él, Sócrates fue el mártir de un concepto más puro de la divinidad, señalando cómo en él y en Jesucristo apareció el logos divino, pero en Cristo el logos se hizo carne.

Filón de Alejandría, filósofo judío, fue el que mejor absorbió la vieja tradición griega, y utilizó un amplio vocabulario conceptual, y quien trató de probar que su religión hebrea podía ser expuesta y entendida en términos de la filosofía griega.

Vinieron luego los neoplatónicos, quienes poseían un mayor nivel intelectual que los apologistas, y éstos que vivían en Alejandría, capital del mundo helénico, eran los llamados a cumplir un papel importante. El epicureísmo y el estoicismo, aunque no se crea, satisfacían una necesidad religiosa, y llenaron el vacío dejado por el abandono de los dioses olímpicos.

El neoplatonismo se entiende cuando se le reconoce el papel del “divino Platón” que era la suprema autoridad religiosa, y sus ideas eran interpretadas como pensamiento de Dios. Esta idea nutrió a Clemente de Alejandría y a Orígenes, fundadores de la filosofía cristiana.

“La predicación cristiana a los paganos comenzó por el anuncio del Dios único, que era la concepción predominante entre los judíos y los judeocristianos, para los cuales el Dios único es desconocido a los paganos, politeístas e idólatras, y el cristianismo tuvo su fuerza en aquellas capas sociales en que el politeísmo era una fuerza viva”. (Bultmann). Por eso, los judíos en el Antiguo Testamento polemizaron contra las religiones paganas y la crítica al culto de muchos dioses, como se ve en Isaías, Daniel y la Sabiduría de Salomón. El judaísmo helenístico anteponía ideas de la religiosidad helenística, en especial de los estoicos, según la cual, Dios gobierna al mundo por medio de la sabiduría.


En los Hechos de los Apóstoles cuando Pablo visita a Atenas y pronuncia su famoso discurso en el Areópago, delante de filósofos estoicos y epicúreos y les habla del Dios desconocido, citando el verso de un poeta griego, “porque somos linaje suyo”; con su discurso buscaba convencer a hombres adiestrados en la filosofía. “Para la predicación cristiano helenística: el mundo del paganismo está aún hundido en la Agonía (error) y Plani (extravío). San Pablo, habló de los gentiles como “que no conocen a Dios”, y les dice a los cristianos de Galacia venidos del paganismo, “cuando no conocíais a Dios, servíais a los que en realidad no son dioses””.

Otro movimiento que tuvo relación con el cristianismo fue la Gnosis, que se convirtió en un gran rival del cristianismo, en especial el gnosticismo oriental, al cual tuvieron que enfrentar los pensadores cristianos; para aquel, el mundo es algo extraño para el hombre, incluso es una cárcel, y de ahí que el hombre debe luchar contra él, no sólo dominando las pasiones, sino rechazándolas. Asimismo, el Yo individual es una chispa de la divinidad, pero que está prisionera por unas potencias demoníacas, y de las cuales cada individuo debe liberarse él mismo, y niegan la humanidad de Jesús, el cual según ellos es un ser aparente, no real y no histórico, niegan la resurrección y el juicio.

El cristianismo también se presenta como una gnosis, señalando que el mundo es creación del Dios único y verdadero, y que por ello el hombre con su cuerpo y su alma son creaciones de Dios.Pero al aceptar la encarnación de Cristo, indican que el hombre no se libera él sólo. San Pablo también luchó contra los gnósticos de Corinto, que afirmaban que no hay resurrección de los muertos.

Los dos primeros siglos de la era cristiana fueron de una gran confusión y en la que hubo una abigarrada mezcla de filosofías y religiones, desde el estoicismo, el judaísmo, los apologistas cristianos, los sistemas gnósticos, las religiones orientales de Isis, Mitra, amén de las ciencias como la alquimia, la medicina y la mecánica.

En síntesis, el tránsito del mundo antiguo al cristiano no fue fácil, y se expresa en la lucha entre las diversas religiones orientales que rivalizaban con el cristianismo, y en la cual el cristianismo presentó una férrea oposición, y se impuso sobre todos ellos, llegando su apogeo hasta el medioevo.

Durante casi mil años, el hombre se desentendió del mundo material y su único interés fue la salvación del alma, cuando aparecen el monaquismo y los padres del desierto. La invasión de los bárbaros y una serie de desatres materiales, llenaron al hombre antiguo de un hondo pesimismo; se retrajo a la salvación del alma. Es aquí donde floreció la filosofía de San agustín y su Ciudad de Dios contrapuesta a la Ciudad del hombre.

En el siglo IV, el cristianismo dejó de ser una religión perseguida, cuando el emperador Constantino por el Edicto de Milán en el año 313 D. C., permite la libertad religiosa y la igualdad de derechos para los cristianos, la devolución de bienes expropiados a la Iglesia, y la abolición del culto estatal. Más adelante el Cristianismo fue establecido como la religión oficial del Imperio, con consecuencias definitivas para el desarrollo de lo que se ha llamado la cristiandad, que será entendida como una antítesis del auténtico cristianismo.