jueves, 11 de marzo de 2010

PSICOLOGÍA DRAMÁTICA - Un nuevo paradigma en Psicología

Óscar López R. - Psicólogo - Filósofo


Los humanos necesitamos, para interpretar nuestra vida y la del mundo, de paradigmas; hasta las pequeñas acciones cotidianas nuestras, están influidas por ellos. En Occidente, durante los tres últimos siglos, el paradigma que imperó en la Ciencia, fue el newtoniano-cartesiano, un enfoque mecanicista, que como anota Grof, creó una imagen negativa del ser humano, el que veía como una máquina biológica, operada por impulsos instintivos animales.

De este modo, los valores elevados como la conciencia espiritual, los sentimientos de amor, de belleza, de justicia, que nos hacen realmente humanos, quedaron supeditados a aquellos. Con esta imagen se estimuló el individualismo, el egoísmo competitivo, y el principio de adaptación como algo natural y sano. En su materialismo, sólo percibía la realidad como un cúmulo de unidades mecánicas, sin reconocer la cooperación y la solidaridad. Los graves problemas que afrontamos hoy, desde el climático, hasta las crisis cotidianas y sociales, están relacionados con ese paradigma. De él, provienen la contaminación, las hambrunas, el estímulo al consumismo a nivel mundial, que destruyen el planeta y mantienen en vilo el futuro de la humanidad, contribuyendo sin proponérselo al malestar más que al bienestar humano.

En nuestro tiempo han surgido nuevos paradigmas; la ciencia moderna quiso ser "objetiva", y la misma Psicología, quedó atada a dicho modelo. Son multiples las vertientes que han contribuído a este nuevo paradigma y nos señalan caminos nuevos que aún muchos, atados a viejos esquemas no se atreven a recorrer. Las experiencias trans-personales, que desafían el modelo mecanicista, las experiencias con drogas nos llevan a trascender los estados de conciencia ordinarios de la realidad y del yo, del espacio y el tiempo. A esto se agregan los descubrimientos recientes en neurofisiología y biología, superando la separación entre el microcosmos y el macrocosmos, el Hombre y el Universo, y confirman lo expresado desde hace siglos por las religiones y mitos de diversas pueblos, descuidados o desechados por el moderno racionalismo, y que nos permiten recomponer la imagen del hombre (Stanislav Grof, Psicología transpersonal).

Además, física cuántica-relativista, nos enseña que la “materia” que parecía sólida y absoluta, “puede desintegrarse en pautas de energía, una danza cósmica de vibraciones o en un juego de la conciencia. Como señala Grof, uno de los descubrimientos más importantes fue el de “campo de fuerza”, que puede ser estudiado sin referencia a cuerpos materiales, y que abrió el campo para el descubrimiento de que la luz es un campo electromagnético que se desplaza por el espacio en forma de ondas.

También los grandes físicos como A. Einstein, Niels Bohr, Erwin Schrödinger, Werner Heisenberg, señalan una compatibilidad con ciertas formas de espiritualidad místicas de diversos pueblos, que no son s privilegio de países “desarrollados”. Fueron la teoría de la relatividad y la nueva teoría atómica las que derruyeron los conceptos básicos de la teoría newtoniana, al señalar que ni el espacio es tridimensional, ni el tiempo lineal y que no existen separados, formando más bien un continuo cuatridimensional llamado “espacio-tiempo”. El tiempo a diferencia del modelo newtoniano no es uniforme, sino que depende de la posición de los observadores y de sus velocidades.

El físico Niels Bohr, determinó el principio de complementariedad, en el que dos aspectos de la realidad se excluyen mutuamente, pero al mismo tiempo son ambos necesarios para entender un fenómeno: la onda y la partícula en la luz. Con ésto se superó una lógica de la exclusión y de la separación, lo cual implica el reconocimiento de que las paradojas son un aspecto esencial en el nuevo modelo de universo. Por último, surgió la hipótesis de los mundos múltiples, y que postula que el universo se divide a cada instante en infinidad de universos. Estos aportes son importantes para la psicología, la psiquiatría y la parasicología, el sugerir que la mente o la conciencia influyen en la materia, o incluso la crean.

La cibernética, la teoría de la información, la teoría de sistemas y la tipología lógica, señalan que la idea de sustancia y de objetos discretos, no son válidos lógicamente. Así, en la vida cotidiana no nos ocupamos de los objetos, sino de sus transformaciones sensoriales o de los mensajes sobre sus diferencias, o sea, que tenemos acceso a los mapas pero no al territorio. Por eso, es absurdo para la ciencia tratar el mundo en términos de objetos y entidades independientes. La teoría de los sistemas formula una nueva definición de la mente y de las funciones mentales, y se enriquecen éstas al reconocerse, que no sólo el ser humano posee características mentales.

Otro aporte es de Ilya Prigogine, a partir de su teoría de las estructuras disipativas de ciertas reacciones químicas, donde las leyes de la entropía quedan temporalmente suspendidas, y así un órden de un nivel superior puede emerger espontáneamente del caos subyacente, descubrió un nuevo principio, con lo que se logra una visión unificada de la evolución, en las que “el principio unificador no en un estado fijo, sino unas condiciones dinámicas de los sistemas en desequilibrio”. Según ésto, la vida no es un fenómeno accidental o excepcional en el universo; además, no hay superioridad de los humanos sobre otros organismos vivos, y como dice Grof, se ha redescubierto la verdad de la filosofía perenne, según la cual, la evolución de la humanidad hace parte de la evolución universal, y los humanos son factor importante activo en ella y no sólo pasivos. A su vez, los aportes de Sheldrake señalan que los organismos en su forma, desarrollo y comportamiento, son moldeados por “campos morfogenéticos”, según ésto, los organismos vivos no son simples máquinas, sino que responden al desarrollo de formas cualitativas.

La “Teoría del proceso” de Arthur Young, indica que hay en el universo cuatro niveles y siete etapas constitutivas: la luz, las partículas nucleares, los átomos, las moléculas, los animales y los humanos, cada uno definido según su grado de libertad y constreñimiento, lo que permite lograr una pauta básica del proceso universal. Además, el universo ya no es una máquina de objetos independientes sino una trama unificada e indivisible de sucesos y realaciones, cuyas partes integrantes representan distintos aspectos y pautas de un único proceso integral de gran complejidad.


Fritjof Capra, ha demostrado que la visión de mundo derivada de la física actual parece coincidir con la visión mística del mundo. Igual cosa ocurre con la investigación sobre la conciencia, al ocuparse directamente de los estados de conciencia al igual que las escuelas místicas. Otro aporte decisivo es el de la teoría del caos,la cual nos dice que todo está conectado con todo lo demás, y que si queremos conocer un ser vivo debemos conectarlo con su historia y en últimas con toda la evolución.

“A la pregunta de si la vida es simple o compleja, la teoría del caos dice que puede ser ambas cosas, y sobre todo, que puede serlas al mismo tiempo, el caos revela que lo que parece increíblemente complicado puede tener un origen muy sencillo; mientras que la simplicidad superficial puede ocultar algo sorprendentemente complejo” (John Briggs y David Peat. Las Siete leyes del caos. Editorial Grijalbo, México, 1999).

Sin embargo, la teoría del caos sugiere que cuando estamos atrapados en decisiones difíciles, es posible descubrir la salida si aceptamos la danza dinámica del caos entre simplicidad y complejidad; el uno es reflejo de lo otro. En suma, lo que nos dice la teoría del caos, es que cuando la vida nos parece más compleja, un orden simple puede estar esperándonos a la vuelta de la esquina, y que simplicidad y complejidad no son algo que estén en los objetos, sino en el modo en que las cosas interactúan entre ellas y nosotros con ellas.

Las paradojas son un modo de entender esta relación, y han sido utilizadas tanto en la vida diaria como en la ciencia y la filosofía. Una de las más famosas paradojas es la definición de Nicolás de Cusa sobre Dios, al decir que es, “la unidad de los contrarios”, o al igual en la teoría cuántica que señala que la materia y la energía emergieron de un “estado primordial mecánico-cuántico, que es a la vez un vacío absoluto y una plenitud infinita”.

Los llamados fractales, es decir, la geometría de las formas irregulares y los sistemas caóticos son otro ejemplo de lo mismo, igualmente muchas formas y procesos de la naturaleza. Como anotan los fisiólogos, lo que inunda nuestra retina es un caos amorfo de estímulos visuales dentro del cual el ojo humano aprende a insertar un orden favorecido en uno u otro sentido. En otras palabras, el ojo y el cerebro interactúan para abstraer rasgos significativos que constituyen el orden que vemos.

El Psicólogo Carl Jung denominó “sincronizaciones” a las coincidencias aparentemente inconexas que suceden cuando nos enfrentamos a decisiones importantes, y que las hallamos sobre todo en situaciones extremas, que nos revelan aspectos ocultos de nuestras vidas. La permanencia del todo a lo largo del tiempo, es una de las características que definen los sistemas complejos

Carl jung


Uno de los problemas que inquieta a los científicos, es el de la "emergencia", es decir, cómo pueden desarrollarse organismos complejos, a partir de elementos simples. Así, nuestro cuerpo que se compone de doscientas variedades de células, todas ellas intimamente conectadas unas con otras, realizan tareas tan asombrosamente complejas. El cuerpo, igual que la inteligencia, son "emergencias", es decir, que surgen de procesos que aislados no se habrían podido desarrollar.
Se ha dicho también que la facultad telepática, es una propiedad emergente de las redes neuronales del cerebro.

No todo lo que parece complejo, lo es. Así, la tecnología digital tan utilizada hoy día, aunque puede parecer compleja, es más simple de lo que parece. Igualmente, ocurrió con las matemáticas y la ciencia moderna, que en su afán de comprender la naturaleza, terminó simplificándola; el triunfo de lo cuantitativo, se hizo a expensas de lo cualitativo.

El enorme esfuerzo que está haciendo la ciencia actual es rediseñar el mundo de lo viviente, fragmentado por la ciencia moderna, pues ningún superordenador nos enseñará qué es el más simple organismo.

La idea de James Lovelock de la tierra como un ser único vivo llamada Gaia, nos indica que la vida como un todo regula cuidadosamente el planeta y que el más simple de los organismos, las bacterias y el plancton, ayudan a sostener otros organismos más complejos, y éstos a su vez les proporcionana aquellos lo que necesitan. Así se supera la idea de un universo lineal por una no linealidad caótica. Es decir, la vida puede ser muy resistente a daños y cambios fortuitos, pero también es delicada y vulnerable, pues no es una máquina que pueda reformarse siempre.

Es muy conocido el relato del astronauta Edgar Mitchel, quien vivió una de las experiencias más emocionantes que halla vivido ser humano alguno, describiendo su visión de la tierra desde el espacio como “una vislumbre de la divinidad”, señalando además que le conmovió profundamente “este planeta azul y blanco flotando ahí, y sabiendo que daba vueltas alrededor del sol”. Y señaló además que, “mirando fijamente a 385.000 km de espacio hacia las estrellas y el planeta del que procedía, experimenté la sensación de que en el universo había inteligencia, armonía y amor”.

Según el físico Fritjof Capra, la raza humana está experimentando una “crisis de percepción”, acorde con el cambio que vivó Mitchel, y se está superando la visión fragmentada de la realidad inaugurada desde el siglo XVI, la cual es según Capra, “inadecuada para tratar con nuestro mundo superpoblado e interconectado”.

La teoría del caos es más afín con esta imagen de un mundo orgánico, de una pieza, sin costuras, y es a la vez el temas de las revelaciones de los místicos de todos los pueblos desde los hindúes, los cristianos, los indios americanos y el I Ching.

Todas estas concepciones nos han permitido descubrir el lado oscuro de nuestra racionalidad, que nos ha llevado a separarnos de la naturaleza, y que al convencernos del mito del progreso, nos hizo olvidar que todo nuevo avance trae efectos colaterales imprevistos, y tiene un precio cada vez más costoso.

Según el enfoque mecanicista, los humanos podemos siempre controlar los daños que hagamos a la naturaleza y a nosotros mismos, pero la teoría del caos nos dice que nuestras intervenciones tienen límites y que su resultado es siempre, hasta un cierto grado crucial, impredecible, y confiar en una tecnología que resolvería los problemas que provocamos los humanos.

Hoy sabemos que los bosques, especialmente los tropicales, crean su propio clima, pero que si se talan los bosques se destruyen también todos los seres retroalimentadotes, plantas y animales, trayendo efectos irreversibles sobre la tierra. O sea que una vez que vamos más allá de cierto límite, los daños son irreversibles, pues los procesos naturales de la tierra son indivisibles y holísticos, de modo que si vamos demasiado lejos se rompe el equilibrio y no hay retorno.

En el campo humano, la teoría del caos señala que somos un sistema, y que las tensiones y dificultades no son sólo de efectos, sino que son parte del problema. El enfoque mecanicista consiste en ver los problemas como algo exterior que tenemos que resolver a todo precio. Como dice un autor, declaramos la guerra a la pobreza y a la drogadicción, los médicos usan métodos agresivos y se usan drogas para “luchar contra la enfermedad”. Así, el cáncer es tratado con criterios químicos, genéticos aislados, cuando parece ser el resultado de una combinación de “cofactores” que se entrelazan para retroalimentarse: dieta, estilo de vida, factores ambientales, todos ellos interactuando, y que en últimas la curación del cáncer dependa más del estilo de vida de la persona que de fórmulas médicas o químicas.

La cuestión decisiva es si aún podemos cambiar nuestra concepción individualista y mecánica actual por otra que adopte la unidad caótica y autoorganizada. Para muchos esto parece imposible, y de ahí el talante de resignación que se respira por doquier. Sin embargo, tanto en grupos pequeños como en naciones, se dan situaciones de coperación y organización de la vida de los individuos, como se ha venido observando, y los casos de catástrofes climáticas, en que aparecen grupos de personas que quieren colaborar, superando su actitud individualista, al sentir la conmoción del espectáculo que presentan los medios de comunicación.
Se trata pues de una unidad caótica que nos permite cambiar nuestra visión de seres aislados y cambiarla por alguien con un profundo sentido de unión con todo lo que le rodea. “A la luz de la teoría del caos, cada individuo y grupo de inviduos pueden asumir esrtos significados absolutamente novedosos como metáforas y fractales a través de los cuales se expresa la totalidad”.

Tanto la nueva ciencia como la mística tradicional, señalan que hay una solidaridad innata, que está latente en nosotros, pero que nuestro sistema individualista ha ido adormeciendo, pues el “amor, es el objetivo último al que el ser humano puede aspirar” (Víctor Frankl).